Federico García Godoy, aunque haya nacido en Cuba en 1857, es prácticamente un pensador dominicano en vista de que vivió y pensó entre nosotros los principales problemas políticos y sociales del país a finales del siglo XIX e inicio del XX. Llegó al país siendo niño, probablemente en 1868, educado en el hogar hasta que formó parte de prestigiosos colegios de la época: el San Luis Gonzaga de Santo Domingo y el Colegio Municipal de Puerto Plata. Este último bajo la línea pedagógica de Hostos y prácticamente conducido por cubanos y puertorriqueños que vivían en el país. Este colegio fue iniciativa de Gregorio Luperón y según Andrés Blanco Díaz fue considerado uno de los mejores de la época. Ya la historia del colegio San Luis Gonzaga es más conocida.
García Godoy se hizo dominicano legalmente en 1888 cuando adquirió la ciudadanía. Esto nos muestra que el Caribe español fue siempre un espacio de migración y adopción de sus hijos, independientemente del suelo en que naciera. Incluso, el pensamiento social de la época trata al Caribe español como una sola realidad si bien haya ciertas particularidades históricas propias a las islas que lo conforman. Luego de una breve estadía en Santiago de los Caballeros, el joven profesor decide establecerse definitivamente en La Vega y desde allí incidirá en la vida nacional a través de sus actividades políticas, sus escritos literarios (tres novelas patrióticas) y ensayísticos, la formación de sociedades patrióticas y en sus tertulias con amigos preocupados por las cuestiones nacionales.
En sus escritos es notoria las referencias a la filosofía alemana y francesa, a la sociología de la época y a la psicología social. Las discusiones que establece en sus textos críticos y los de análisis sociológico del país muestran a un lector consumado, a un investigador atento de las últimas cuestiones y planteamientos en las ciencias sociales de la época. Ciertamente, en Federico García Godoy tenemos a un intelectual de una amplia formación humanística que también supo leer y comentar a los autores de la región y, sobre todo, a los dominicanos que le precedieron.
Su obra El Derrumbe (1916) fue escrita a raíz de la primera ocupación norteamericana al país. En las palabras iniciales declara el propio autor que lo escribió con «honda sinceridad y desbordante dolor». La obra fue censurada y confiscada en aduanas por las autoridades interventoras, probablemente en el trayecto Santo Domingo-Sánchez-La Vega, trayecto que se hacía primero de forma marítima y luego a través del «trencito» que unía Sánchez y La Vega. Juan Bosch, en el prólogo que escribe a la primera edición en 1975, señala que la editó con el señor Emiliano Espinal en la tipografía «El Progreso». Impresa con recursos propios en la ciudad de Santo Domingo la obra estaba destinada al gran público exterior para que se informara de las reales causas que llevaron a la pérdida de la soberanía y para que se supiera que todavía quedaba algo del ideal febrerista, aunque la colectividad parecía indiferente y pasiva frente al hecho.
En la edición de 1975 de El Derrumbe se incorpora, sin fecha de publicación, el texto intitulado «Historia de un libro» en donde reconstruye los intentos fallidos por la recuperación de los libros confiscados por orden del censor, incluso una vez que derogan la aplicación de la censura lo que se le comunica es que los ejemplares fueron incinerados. No está claro cómo llegó un ejemplar a manos de Vetilio Alfau Durán que es el usado en la segunda edición de la editora universitaria de la UASD. Se cree que se salvaron algunos ejemplares de la incineración ordenada por las autoridades norteamericanas.
Como sea, El Derrumbe no fue conocido por el público dominicano hasta 1975 cuando se publica en la UASD. Recientemente tenemos una nueva edición a cargo de la Editora Nacional (2017) en su Biblioteca Dominicana Básica, con prólogo de Pura Emeterio Rondón. Este dato es importante porque en la lectura de La Comunidad Mulata de Pedro Andrés Pérez Cabral, editada en 1967 en Venezuela, descubro ciertas similitudes en algunas tesis sociológicas que no han sido estudiadas en detalle por los estudiosos del pensamiento social dominicano ni por los analistas de la cuestión racial dominicana.