En el artículo anterior sobre Federico García Godoy mencioné su ensayo El Derrumbe de 1916 como el texto en prosa más importante del autor, aunque posee una obra narrativa notable, unos artículos de opinión y unas correspondencias con grandes autores de la «América hispana», como suele decir en sus textos, que están recogidos en seis volúmenes por el Archivo General de la Nación. Al final del artículo anterior plantee la conexión entre El Derrumbe y La Comunidad Mulata (1967) de Pedro Andrés Pérez Cabral.

Aunque la obra de Pérez Cabral no cita la obra de García Godoy, lo que es comprensible ya que solo circuló la segunda edición realizada en 1975, algunas ideas sobre la composición étnica y social del país y el lugar del pasado histórico en la explicación del carácter del pueblo dominicano guardan cierta similitud por su relación de continuidad con el pensamiento decimonónico dominicano. Tanto el texto prohibido e incinerado por los censores de las autoridades norteamericanas en los inicios de la primera ocupación como el texto, a mi juicio, más usado y menos citado escrito por un dominicano «diaspórico» están nucleados bajo la tesis del fracaso de la nación dominicana y ambos encuentran en la composición étnica híbrida una de las causas de la falta de unidad nacional.

Ambas obras no solo se inscriben dentro del discurso racial antinegro en el Caribe, cada uno con ciertos matices diferenciadores en cuanto al racismo científico que sostuvo las ciencias sociales del siglo XIX, sino que también mantienen un discurso antimulato o antihibridismo en momentos en que América Latina sostuvo el mestizaje como un factor crucial de identidad y de unidad de los pueblos. García Godoy mantuvo correspondencias con Rodó y las ideas del arielismo vibraban en la intelectualidad criolla de la primera mitad del siglo XX tanto como los determinismos biologicistas y geográficos con los cuales miraban el trópico y sus gentes. En el caso de Pérez Cabral es un autor que hace gala de amplios conocimientos de las ciencias sociales, pero cita muy pocos autores dominicanos a no ser los historiadores más renombrados hasta los años sesenta.

En ambos autores el discurso sobre el hibridismo racial está expuesto como una de las causas que han imposibilitado la conciencia de unidad de la nación dominicana. Esta es la tesis central del pensamiento social dominicano y tiene su último exponente en Pérez Cabral en 1967.

Si bien García Godoy lo plantea desde los determinismos biologicistas y geográficos propios al siglo XIX y Pérez Cabral como la causa de los complejos de inferioridad que desarticulan un proyecto revolucionario de las élites criollas, la tesis sigue siendo la misma y quien mejor la dice de manera explícita es Francisco Moscoso Puello en un artículo de opinión de 1936 titulado «De la Odisea de la Hispaniola»: la falta de homogeneidad racial ha impedido la unidad nacional.

García Godoy planteará que en el «hibridismo de nuestro origen étnico residen los gérmenes nocivos» que han determinado un «estado social en gran parte refractario a un desarrollo de civilización efectiva y prolífica». En otras palabras, la mulatización predominante inyectó sangre «mala» al paradigma de civilización europeo soñado.

Por su parte, Pérez Cabral dedica un largo análisis al proceso de mulatización desde la colonia hasta el siglo XX. Aunque con pretensiones marxistas su análisis del hibridismo o la mulatización de la comunidad dominicana sigue en apelo al discurso antimulato en el país. Aunque es clara su postura de que la línea de color no fue motivo de divisiones de estamentos en el país, lo que contribuyó a un mayor hibridismo racial, su visión del fenómeno es negativa dado los efectos psicosociales desencadenados por la búsqueda de un blanqueamiento a través de la «desafricanización», ya ocurrida en la diversidad somática del conglomerado.  En Pérez Cabral, las comunidades negras sin hibridismo racial «ignoran» los trastornos de la pretensión de «arianizarse»; lo que no ocurre en las comunidades con una mezcla, forzada o no.

Las comunidades mulatas acarrean en sí mismas los conflictos que se originan en la diferenciación racial entre los humanos que la conforman. Según ambos, estos conflictos imposibilitan la construcción de una nación homogénea y unificada. Ambas explicaciones obsoletas, aunque permanentes.