El 2 de febrero de 1973, Caamaño junto a Ramón Payero Ulloa, Mario Nelson Galán, Heberto Lalane José, Ramón Euclides Holguín Marte, Alfredo Pérez Vargas, Hamlet Herman, Toribio Peña Jáquez y Claudio Caamaño desembarcaron en el sur dominicano por playa Caracoles, Azua. De la playa ascendieron a las montañas de San José de Ocoa para iniciar una de las epopeyas más gloriosas del pueblo dominicano, la guerrilla de Caamaño y sus compañeros.

14 días de gloria. 14 días de sacrificio. 14 días de lucha, sangre, patria, valor y esperanza. 14 días eternos, que se convertirán en siglos. Días que jamás pasarán porque jamás podrá borrarse de la memoria del pueblo el ejemplo y sacrificio del coronel de abril y sus compañeros de gloria e infortunios.

Francisco Alberto Caamaño nació el 11 de junio de 1932, ingresó muy joven a la Marina de Guerra Dominicana, avanzó rápido en el escalafón militar. Durante los últimos años de la Era de Trujillo, Caamaño comandó el Cuerpo de Cascos Blancos de la Policía Nacional. Su padre fue un influyente militar del régimen de Trujillista.

Muerto el dictador, en el país se realizan las primeras elecciones democráticas en más de 30 años, ganadas por el profesor Juan Bosh el 20 de diciembre de 1962. Caamaño permanece en las filas de la policía, donde cultiva relaciones con su amigo, el también joven coronel, Rafael Tomás Fernández Domínguez. A solo 7 meses de gobierno el profesor Juan Bosh es derrocado por un golpe de estado auspiciado por los sectores más obscuros del país y manos extranjeras. Esto ocurrió el 25 de septiembre de 1963. Así finalizó el gobierno más honesto y democrático que hemos tenido y fue pisoteada la voluntad del pueblo.

En medio de la crisis, un grupo de militares encabezados por Fernández Domínguez preparan un contra golpe con el objetivo de que Bosh fuera reestablecido en la presidencia. Para ese propósito logran convencer al coronel Caamaño. El 24 de abril de 1965 estalla la revolución. Caamaño se convierte de inmediato en el líder del acontecimiento. Así inicia la legendaria trayectoria revolucionaria de este formidable militar.

La revolución de Abril, revolución del honor dominicano, liderada por el coronel de la dignidad, dejó un rastro de muerte y destrucción donde perecieron centenares de dominicanos  luchando con valentía, sacrificio y coraje por la defensa de la soberanía y la dignidad nacional.

Las fuerzas enemigas de la patria y los “45 mil hijos de puta”, como llamara el poeta Pablo Neruda, en su “Versainograma a Santo Domingo”, a los marines norteamericanos que nos invadieron el 28 de abril de 1965, no pudieron vencer al indómito pueblo dominicano. “No pudimos vencer pero tampoco pudimos ser vencidos” proclamó el coronel  Caamaño en su discurso de la fortaleza Ozama, luego de firmar el acta de paz que puso fin a la Guerra Abril.  “Al pueblo le devuelvo lo que el pueblo me entregó” con esas palabras ese día terminó una etapa para Caamaño e inició otra… la continuidad de la lucha por los más sagrados intereses de la nación.

Partió al exilio. Estuvo en Europa, luego llegó a Cuba. Allí estuvo varios años entrenándose y preparando a un grupo de dominicanos comprometidos con los más acendrados valores de la patria. En el país le esperaban Amaury Germán Aristy y los “Comandos de la Resistencia” (Los palmeros), quienes preparaban la insurgencia urbana para respaldar al coronel cuando este subiera a la montaña.

Tristemente, Amaury junto a Ulises Ceron Polanco, Virgilio Perdomo Pérez, y Bienvenido Leal Prandy fueron asesinados el 12 de enero de 1972 por el gobierno de Balaguer. Los Palmeros no pudieron esperar al coronel. En un enfrentamiento heroico y desigual, Amaury y sus compañeros demostraron que “lo importante no es la cantidad de armas, sino el número de estrellas en la frente”. Antes de morir dieron un extraordinario ejemplo de audacia, valentía, dignidad y coraje.

Ese acontecimiento fue un duro golpe para Francisco Alberto, aun cuando se afirma que entre Caamaño y Amaury hubo cierto distanciamiento, posiblemente provocado por infiltrados en el equipo del valiente joven revolucionario y el héroe de abril.  Caamaño ya estaba dispuesto a venir a tierra dominicana a luchar armas en manos para instaurar una verdadera democracia.

Para que existiera justicia social, equidad, derecho a vivir dignamente y libertad en su sentido más puro. Como lo merecía el pueblo dominicano. Caamaño es, sin dudas, una de las figuras más valiosas del siglo XX en la historia de República Dominicana.


Con el desembarco en playa Caracoles inicia la guerrilla de Caamaño. Todo el ejército se moviliza para enfrentar al coronel de abril. San José de Ocoa parecía una zona de guerra  intervenida casi de forma desproporcionada por las Fuerzas Armadas. Helicópteros y aviones sobrevolaban la zona. El ir y venir de centenares de militares en diversos vehículos de combate eran el panorama común de esos días en Ocoa, donde fueron montados  varios campamentos militares. La represión y persecución fueron el sello del momento, en grado mayor de lo que se vivía en el país en aquella época.  El presidente Balaguer estuvo varias veces en la zona en breve tiempo.

En Ocoa fueron apresadas decenas de personas, otros debieron salir del poblado, como les fue posible, para no ser apresados o quizás ejecutados.  Luego de varios días de cruentos combates, fatigado y cansado, militares del gobierno de Balaguer capturaron heridos a Caamaño y Heberto Lalane José. Alfredo Pérez Vargas murió en ese momento, según el testimonio de Claudio Caamaño.

El 16 de febrero después de tenerlo varios días como prisionero, (de acuerdo a lo expresado por Claudio, sobreviviente de la guerrilla EPD), por órdenes del presidente Balaguer, el coronel de abril es asesinado junto a su compañero Lalane José, abonando con la sangre del mártires y héroe nacional el suelo de San José de Ocoa y de todo el país. Contrario a lo que pensaban sus enemigos, ellos no lo mataron, ahí lo inmortalizaron.

En la tétrica mañana de ese día, afirmó en vida Claudio Caamaño, las últimas palabras del héroe fueron: “Viva la Republica Dominicana Coooño” mientras una bala mortal y cobarde segaba su vida.

Poco después, el contralmirante Ramón Emilio Jiménez hijo, Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, el Mayor General Enríque Pérez y Pérez y el Brigadier Juan Rene Beauchamp Javier, mostraron el cadáver de Caamaño a un reducido grupo de periodistas llevados en helicóptero hasta el lugar donde se encontraban los cuerpos de los guerrilleros asesinados.

Así culmina este episodio de nuestra historia, donde cobardemente les quitan la vida a 6 valientes héroes dominicanos. Pero jamás podrán quitar su ejemplo, su legado y la esperanza del pueblo que tiene en Caamaño a uno de sus patriotas mas puros, y como dice su canción se queda nuestra “media isla, en la zozobra del luto y de la sangre, media isla bañada de febrero en Caracoles”.