¿Puede un predicador del evangelio hacerse de dinero?

Aunque parezca extraño e increíble ciertamente hay ministros de Dios que viven en mansiones de lujos, que tienen vehículos de buenas marcas, que visten ropas muy finas y que tienen inversiones por muchos millones de pesos.

De modo que la respuesta pura y simple es que sí, que hay pastores de almas que con la misión pueden hacerse de dinero.

Esto ha ocurrido y está ocurriendo en muchas partes del mundo.

Entones, la pregunta más directa seria, ¿es esto correcto?

Esto, en término ético y bíblico no es correcto.

La historia del cristianismo es una historia de sufrimiento, de dolor, de angustia y de muchas luchas para la existencia.

Los miembros que llegaron a tener cosas materiales dentro de la iglesia fue porque se unieron a la fe teniendo ya sus patrimonios.

Pero no fue que mediante la fe y en nombre de la fe llegaron a amasar fortunas.

Jesús nunca tuvo nada. Tampoco sus discípulos.

El joven río y Zaqueo fueron desafiados a desapegarse de las cosas de este mundo para seguir al Maestro.

Los primeros creyentes vendían todo lo que tenían y se los repartían entre ellos.

Las entidades religiosas deben crear un sistema que impida que un solo ministro de la fe logre salir favorecido de manera muy ventajosa con los fondos que llegan a las arcas de Dios.

Basta sólo conque viva dignamente, que sostenga su familia, que eduque a sus hijos y que se le asegure una vejez con techo, con cuidado médico y  sin hambre.

Pero los grandes recursos de la fe deben ser destinados mayormente a la propagación del evangelio y a mitigar el dolor de los que sufren dentro de la misma comunidad de creyentes.