Hoy se cumplen 175 años desde aquel día en que un grupo de patriotas decidió el curso de nuestra historia declarando la independencia, “libre de toda nación e influencia extranjera”. Desde entonces hemos atravesado momentos difíciles y la incertidumbre ha oscurecido el panorama de la República logrando crear en el ánimo nacional un sentimiento de desconfianza en nuestra capacidad para vencer los desafíos que la gigantesca empresa de la independencia trajo consigo.
Cumpliendo con un mandato constitucional, el presidente Danilo Medina comparecerá hoy ante la Asamblea Nacional para rendir cuentas de su gestión en los últimos doce meses. Esta será su séptima ocasión en que lo hará y a menos que no se modifique la Constitución para permitirle un nuevo periodo de gobierno, esta será su penúltima. La tradición sugiere que el mandatario hará uso de tan excepcional oportunidad para resaltar los logros de su gestión, que son muchos aunque sus adversarios no se lo reconozcan.
Al igual que sucedió con los que les precedieron, a Medina se le atribuye la paternidad de todos los problemas que nacieron con la República y florecieron en las distintas y oscuras épocas posteriores de nuestra existencia republicana. Son muchas evidentemente las necesidades y más todavía los problemas del país y costará décadas superarlos. Pero en su discurso de hoy, a despecho de las críticas que se escucharán, el presidente Medina podrá mostrarle al país que vivimos tiempos mejores, en un clima de tolerancia, libertad y respeto a los derechos humanos.
Si algo caracteriza al ser nacional es su tendencia al pesimismo, a ver solo nubarrones aunque los rayos de un sol radiante atraviesen el cielo oscuro. Pero a pesar de ello y con todas nuestras fallas y defectos, la nación avanza con paso firme hacia el futuro y es un error político ignorar esa realidad.