Una de las grandes preocupaciones en la sociedad dominicana es el incremento de la delincuencia y la violencia. La delincuencia que más preocupa es la callejera en la que muchas personas son víctimas de atracos y robos de artículos personales y dinero en el espacio público, comercios, sus viviendas o en lugares cercanos a su lugar de trabajo. A estas acciones se le agrega el microtráfico que se vincula directa o indirectamente con estas acciones.

Este tipo de delincuencia se tiende a considerar como un fenómeno social con una fuerte carga en la responsabilidad familiar en la opinión pública.  Lo que no ocurre con la macro-delincuencia o las redes macro-sociales de la delincuencia que pasan desapercibidas en el análisis de la delincuencia y que juegan un papel sumamente importante en nuestra sociedad. Estas grandes redes delictivas vinculadas a mafias, narcotráfico, corrupción e impunidad aparentemente no afectan desde la victimización.

La relación entre familia y delincuencia juvenil se establece continuamente en los medios de comunicación, tomadores de decisión, instituciones privadas, instituciones públicas y autoridades.

Esta relación está sostenida en percepciones acerca del rol de la familia y de la forma en que se aprenden valores y prácticas al interior de la misma. En este sentido se asume que la familia es la principal responsable de la socialización y del aprendizaje de valores en nuestra sociedad. Esta afirmación que sustentan muchos forjadores de opinión en nuestra sociedad deja de lado la realidad y el contexto de la socialización de la niñez y adolescencia en la cual se conjugan muchos espacios y actores en los que se destacan: centros educativos, grupos de pares, espacios vecinales (calles, callejones), medios de comunicación, redes sociales y juegos electrónicos.

La presencia de jóvenes de estratos pobres en redes delictivas ha sido el eje principal de esta visión sesgada de las familias pobres como espacios en deterioro y crisis generadoras de perfiles delictivos. El estudio cualitativo y etnográfico de las redes delictivas entra en tensión con esta visión en cuanto a:

  • Si bien hay una participación de niños, adolescentes y jóvenes en redes delictivas que provienen de estratos pobres, estos no responden a estructuras familiares homogéneas. Jóvenes con este perfil tienden a pertenecer a distintos tipos de familias. Al interior de estas familias se presentan distintos perfiles de jóvenes.
  • Las familias pobres no son estructuras aisladas per-se, son parte de un tejido social que trasciende las unidades domésticas porque fluye entre ellas redes de apoyo y de cuidado-atención a niños, niñas y adolescentes.
  • Muchas familias en estratos pobres ofrecen orientación sobre valores al igual que en los centros educativos, muchos jóvenes en redes delictivas no se asumen como “delincuentes de oficio” sino que mantienen la dualidad entre el deber ser a favor de valores y su práctica.

La inserción en redes delictivas por adolescentes y jóvenes está vinculada a la presencia de la búsqueda de “dinero fácil” modelo societal que trasciende la familia y que está instalado en nuestra sociedad por la promoción de modelos de enriquecimiento rápido e ilícito en comunidades, municipios y provincias presentes en dirigentes políticos, narcotraficantes, legisladores, síndicos y regidores que se mantienen impune.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY