(1)

El grueso volumen del libro editado por el amigo Cándido Gerón, título arriba indicado (Santo Domingo: Centenario, 2018, 918p) es una contribución, como material de acarreo, a quienes se dedican a la ímproba tarea de restablecer a través del análisis dialéctico los hitos de la historia como lo que sucede, no como ideología del racionalismo positivista, de la novela familiar o del amiguismo, que a eso ha sido reducida esta disciplina dentro de nuestra sociedad-cultura signada por el Estado autoritario, clientelista y patrimonialista que fundó el general Pedro Santana a partir del contragolpe militar del 12 de julio de 1844.

Lo que me mueve en esta ocasión no es analizar la enorme labor bibliográfica del amigo Gerón, poseedor de un arsenal de documentos de nuestra historia contemporánea y con quien libré, en el pasado, batallas por la dignidad de los escritores criollos a través de la labor de la Casa del Escritor Dominicano y como aliados en empeños literarios tanto en París como en Ciudad de México, donde ejerció las labores de Embajador de nuestro país durante los mandatos de Balaguer e Hipólito Mejía.

Portada del libro Perfiles de Presidentes Dominicanos, de Cándido Gerón, editor

Lo que me mueve ahora es un acto de justicia para reivindicar la figura de Sánchez como segundo presidente de la Junta Provisional de Gobierno que se instaló el 28 de febrero en la madrugada luego del trabucazo de Mella, quien presidió la primera Junta y, luego de la expulsión, legítima y legal, de Tomás Bobadilla y sus acólitos de la Junta Central Gubernativa, Sánchez ocupa la presidencia de la Junta Central Gubernativa cuando se comprobó que Bobadilla, compromisario al firmar la Manifestación del 16 de enero de 1844 para independizarnos de Haití, cometió traición a la libertad y a la soberanía de la patria al negociar con el Cónsul francés un protectorado a cambio de ayuda económica y militar con el objetivo de eliminar el peligro de invasión haitiana a nuestra independencia.

Estos datos, para quien quiera consultarlos, constan en Ramón Lugo Lovatón, (Sánchez, 2 tomos. Ciudad Trujillo: Montalvo, 1947) y en Emilio Rodríguez Demorizi, Acerca de Francisco del R. Sánchez, (Santo Domingo: Taller, 1976). La Junta Central Gubernativa fue la suprema instancia del poder político de la naciente República Dominicana. Su presidente se elegía, hasta que no se celebraran elecciones, con el voto de los que representaron a escala del país, a los firmantes y a las comunidades que se pronunciaron a favor de la independencia en contra de Haití. Como todavía no se habían celebrado elecciones, Sánchez presidía la Junta Central Gubernativa cuando Mella proclama a Duarte presidente de la República en Santiago.

Sánchez no figura en el cuadro que contiene la lista de presidentes de la República Dominicana. Solo aparece Bobadilla como primer presidente. El cuadro está muy defectuoso, porque el lugar de fecha de nacimiento de los mandatarios no fue rellenado y la fecha de nacimiento figura en el lugar reservado al fallecimiento de estos. Y el inicio y fin del mandato de Bobadilla aparecen con signos de interrogación, cuando casi todos los historiadores traen ese dato: Bernardo Pichardo, Moya Pons, Lugo Lovatón. Gerón dice, sin embargo, lo siguiente: «La Primera República también se inicia con el mandato efímero de Francisco del Rosario Sánchez, quien muere fusilado en San Juan de la Maguana, el 4 de julio de 1861.» (ob. citada, p. 31). Sánchez fue más efímero que Bobadilla, pero ambos fueron efímeros, casi tan efímeros como la Independencia Efímera, y esta última figura en los anales históricos dominicanos. Bobadilla gobernó tres meses y cinco días; Sánchez un mes y seis días. Y añade Gerón más adelante: «Los historiadores, en cambio, consideran a Pedro Santana como el primer presidente constitucional de la República…» (Ibíd.). ¿Cuáles historiadores? ¿Santanistas o trinitarios como eran los historiadores en la Era de Trujillo?

¡Santana fue tan presidente constitucional como lo fue Trujillo! El origen de sus elecciones sucesivas está en el golpe de Estado del 12 de julio y el 23 de febrero de 1930, respectivamente. Lo demás es ideología propia de la escritura de la historia dominicana como novela familiar o de libros por encargo de parientes y amigos de las figuras proceras, según la frase lapidaria de Jimenes Grullón.

Cuando ya Haití, derrotado en dos importantes batallas como fueron Las Carreras, el 19 de marzo en Azua, y el 30 de marzo en Santiago, ambas en 1844, no significaba un peligro real para nuestra independencia, he aquí que Bobadilla y su grupo, que nunca creyeron en la viabilidad de una República Dominicana libre, independiente y soberana de toda potencia extranjera, se dedicaron con fervoroso fanatismo a enfeudar nuestra libertad a cambio de la permanencia en el poder del poderoso grupo hatero encabezado por Pedro Santana, ese libertador liberticida que terminará cumpliendo su sueño de niño con la Anexión a España en 1861.

No me adscribo a la ideología de los padres de la patria ni tengo nada que ver con tendencias historicistas de la sociedad dominicana ni con los historiadores que han escrito la historia dominicana como una novela familiar, por lealtad a amigos, al clientelismo y al patrimonialismo. Para mí, la historia es lo que sucede. Y a eso me atengo. Analizo los hechos históricos de acuerdo a su significación política, militar, diplomática, testimonial escrita u oral, contrastiva, según las circunstancias, el contexto, los intereses de clases, la semiótica de las acciones y las pasiones, etc. etc.

Cándido Gerón

En ese tenor, sigo al pie de la letra el principio de que, en materia de personajes de la historia, no es como estos terminan, sino cómo acaban, y en razón de tal predicamento serán juzgados por las generaciones venideras y sus intelectuales críticos. Yo juzgo con conceptos de la teoría de la historia como teoría del lenguaje a hombres y hechos del pasado; de los hombres y hechos del presente solo tengo opiniones, como corresponde a la historia inmediata.

En cuanto a Sánchez, no me adscribo a la tendencia histórica (Lugo, Viriato Fiallo y otros) que le designó como el único padre de la patria. Tampoco me adscribo a la otra tendencia de los García-Lluberes (padre e hijos y secuaces) que designó a Duarte como el único padre de la patria. En nuestro país ocurrió lo que en Cuba: Duarte y Martí tuvieron el privilegio histórico de crear la idea de la independencia de su respectiva patria; Sánchez y Máximo Gómez tuvieron el valor de materializar esa idea de Duarte y Martí.

Pero Sánchez, por lo explicado y analizado certeramente por Juan Bosch en Composición social dominicana y otros libros (1970), al igual que la mayoría de los trinitarios, en tanto pequeños burgueses urbanos dedicados al comercio, la burocracia civil o militar y las profesiones liberales, tuvo las grandes debilidades de esas fracciones de la clase media estudiada por el expresidente. Y colaboraron con Santana y Báez, al igual que Mella y muchísimos trinitarios. Santana fue quien condenó a muerte a los trinitarios en caso de que pisaren suelo dominicano, luego de decretada su expulsión del país. Duarte vio clarísimo que mientras Santana y Báez estuvieran en el poder, su vida corría peligro. Y solo vino al país cuando Santana nos incorporó como provincia de España en 1861. Vino a combatir la Anexión, por lo que se reivindicó doblemente; Sánchez, como dice un libro, pasó del cadalso a la gloria y los discursos de los historiadores, si son serios, no le tomarán en cuenta sus debilidades pequeño-burguesas, su falta de conciencia nacional y de conciencia política, común a todos los trinitarios y los hateros.

Igualmente Mella, colaborador de Santana, se reivindicó, como Sánchez, al levantarse en armas en contra de la Anexión y murió desangrado en la manigua, practicando su invento de la guerra de guerrillas contra los españoles, teoría y práctica que Máximo Gómez impondrá en Cuba para acabar lo que Martí no pudo, debido a su muerte a manos de tropas españolas por no haber obedecido la orden de Gómez de quedarse en la retaguardia. Era un romántico; se le puede perdonar esa imprudencia. Aquí vale la tesis apodíctica de que lo importante en historia no es cómo se comienza, sino cómo se termina.

Sánchez terminó bien. Andrés Julio Montolío dijo: «… en el patíbulo de San Juan todos sus errores y faltas quedaron redimidos.» (Rodríguez Demorizi, ob. citada, p. 237). Y me temo que Gerón no lo incluyó (con foto y todo) como el segundo presidente de la Junta Central Gubernativa, no solamente por lo que él explica, sino también debido a una ideología palaciega que excluyó a Sánchez de la galería fotográfica de los presidentes de la República Dominicana, exclusión que alguien explicó peregrinamente al argüir que allí solo figuraban quienes habían sido elegidos en elecciones libres y democráticas. Un articulista arguyó que a Sánchez no le habían incluido porque en la ideología bovarista de los dominicanos, nuestro país no podía presentarse al mundo libre y blanco con un presidente prieto. Y racismo lo hubo contra Sánchez: A un general santanista, blasfemo y fanático, se le atribuye la siguiente frase al ver el cadáver de Sánchez tendido en el suelo: ¡Ríete ahora, negrito! 

Pero Bobadilla, primer presidente de la Junta Central Gubernativa no fue elegido en elecciones libres y democráticas. Ni Pedro Santana, salido del contragolpe ya citado, fue elegido en comicios libres y democráticos. Ni todos los jefes de la montonera que se auto-designaron presidentes de la República apoyados en su mesnada, tampoco fueron elegidos en comicios libres y democráticos. Como tampoco Donald Reid Cabral y Antonio Imbert Barreras, quienes figuran en el libro de Gerón. Caamaño lo fue, pero por voto indirecto de las Cámaras reunidas en el espacio controlado por él y por el PRD, siguiendo el procedimiento legal.

¿Y cómo terminaron Reid Cabral e Imbert Barreras? OH, derribando el orden constitucional presidido por Juan Bosch y como colaboradores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), documentado en el libro inédito de Esteban Rosario, La CIA y la contrainsurgencia en la República Dominicana, y apoyadores de la segunda intervención militar norteamericana a nuestro país en 1965. Y esa acción golpista tuvo su reacción el 24 de abril de 1965. Si no hubiese habido golpe de Estado el 25 de septiembre de 1963, no hubiese habido Revolución de abril en 1965 ni segunda intervención americana. Aunque sé, verdad irrefragable, que la historia no se escribe con el sí condicional. La historia es lo que sucede y nadie puede evitarlo. Pero hay derecho a especular, intuir y comparar. Y los norteamericanos fueron invitados a invadirnos por el frente oligárquico recompuesto por los Estados Unidos en nuestro país a la muerte de Trujillo y Donald Reid Cabral, Imbert Barreras y todos los que apoyaron el derrocamiento de Juan Bosch en 1963 y apoyaron la invasión de los Estados Unidos a nuestro país forman parte de ese frente oligárquico.

Abro el debate entre los miembros de número, los correspondientes y los colaboradores de la Academia Dominicana de la Historia, así como a todo el que quiera participar en la controversia, para que le demuestren al país que Sánchez no fue el primer presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno que se instaló la noche del trabucazo de Mella y que se pruebe que no fue el segundo presidente de la Junta Central Gubernativa a raíz de la expulsión de Bobadilla y sus secuaces, partidarios del protectorado francés.  Y se demuestre que Sánchez no fue el segundo presidente de la República.

Y si le entregó la presidencia a Bobadilla fue porque este impuso su mayoría en la Junta, aunque quizá obnubilado o presionado por Mella, amigo de Bobadilla. Sánchez tiene más mérito que este último para figurar en la lista de presidentes dominicanos.