“La elección es, esencialmente, un método para marginar a la población.

Se monta una gigantesca campaña propagandística para que la gente ponga toda su atención en estos espectáculos cuadrienales y se diga: Esto es política. Pero no lo es.

No es más que una pequeña parte de la política.”
Noam Chomsky

¿Tiene razón Chomsky? Seguir su punto de vista nos permite escudriñar toda la política que falta y nos pone en la vía de identificar y estudiar cuáles son esas faltas. El que estas recientes elecciones tuvieran tan pocos votantes nos sirve, por ejemplo, para ir sacando del olvido y de la ignorancia algunos de esos “faltantes” que pueden ayudar a la construcción de la política grande o, para usar el concepto de moda, de la buena política.

Veamos algunos hechos:

Hace unas semanas un académico de la UASD acusaba a los peledeístas de que “Inocularon la vacuna neoliberal en la economía”. ¿Es correcta esa afirmación? Es claro que no y para demostrar el error solo hay que recurrir a lo que toda ciencia fáctica necesita como el agua: los hechos, y las medidas neoliberales empezaron a aplicarse en el país desde los setenta y con “schock” en los ochenta. Lo que sí nos queda de aquí para adelante es la necesidad de estudiar a profundidad la historia del neoliberalismo en República Dominicana.

Otro tema pendiente y de la mayor importancia es hacer el estudio de la transición. Es preciso reconocer que algo se está moviendo al respecto pues en estos días apareció un artículo en el que se abordaba la forma en que los trujillistas se las arreglaron para pasar a ser hegemónicos en el post 30 de mayo, lo que no se encuentra con frecuencia en los artículos de opinión en el país. Afirma el profesor César Pérez de INTEC que “Como grupo político, PLD se embuchó los remanentes del trujillismo/balaguerismo, es el único partido, después del ajusticiamiento de Trujillo, cuyos gobiernos tuvieron dos diputados del régimen de ese dictador.” Por ahora no discutiré lo de los dos diputados que, en todo caso, por estar en el PLD sin duda eran originarios del PRD, un partido dirigido por Juan Bosch que reclutó, por ejemplo, al expresidente Jacobo Majluta, jefe de la chocolatera de Ramfis y presidente del Partido Dominicano en Puerto Plata colaborador del PRD “embuchado” como lo relata Rafael Gamundi en sus memorias “Afán de libertad” (pág. 56-57). Lo señalo porque no se le pueden quitar méritos al PRD, especialmente cuando se trata de dos diputados frente a un presidente la República. Tengo igualmente entre los textos con los que estoy trabajando, un artículo publicado en la Revista de la Secretaría de Estado de Industria y Comercio de Enero-Junio de 1958 (Era del Padre de la Patria Nueva) titulado “Nuestra Política Económica en la Era de Trujillo” que firma el Dr. José Rafael Abinader cuya adhesión a la dictadura es absolutamente indesmentible y que nunca fue peledeísta, tampoco diputado, pero si senador del PRD y formó parte de los gobiernos del PRD. No es justo, entonces, hacer esos cargos en exclusiva. Lo que sí es absolutamente un mérito del profesor Pérez es el haber puesto el tema en el debate con la valoración inequívoca de que no fue bueno embucharse “los remanentes del trujillismo/balaguerismo” y condenar a quien lo hizo. Los jóvenes, especialmente, deben saber de donde venimos para poder saber para donde vamos.

Apasionante y pendiente es ver como se pone en escena después de muchos años el “clivaje de clase” en las decisiones electorales. Entre quienes han tratado el tema falta todavía avanzar en acuerdos conceptuales, como definir la clase media, por ejemplo. También responder la interrogante acerca de las clases que podemos adivinar que existen, si hay una “al medio”. La prudencia ordena esperar los resultados finales, pero he hecho algunas comparaciones con las elecciones anteriores y la abstención sigue siendo menor en las provincias más pobres, por lo que la hipótesis de que la clase media decidiría las elecciones no parece tener asidero factual. Parece, repito, parece que como siempre las elecciones las decidió la clase de arriba, los poderes fácticos, los grupos de presión…

Otra cuestión inocultable es lo que está ocurriendo en la Junta Electoral del Distrito Nacional donde por primera vez el fraude parece estar teniendo dificultades para imponerse desde que en el año 2002 se terminó con las “listas cerradas” y se estableció el voto directo para diputados y diputadas. Los “Guardianes de la democracia” van a lograr lo que ningún observador –nacional o internacional- consiguió antes a pesar de haber sido advertidos: que los diputados sean elegidos por los ciudadanos que han votado por ellos y no gracias a los fraudes armados primero en las mesas electorales y luego en la Junta Municipal. La actual senadora electa por el Distrito Nacional fue víctima de ese fraude en el año 2010 cuando perdió la elección a diputada a manos de un compañero de boleta.

La divulgación de los problemas con las actas ha permitido que se haga público y notorio que la boleta electoral para diputados fue diseñada sin hacer caso del mandato constitucional cuando manda que los diputados se eligen por “sufragio universal directo”. Si eso dice la Constitución, entonces ¿quién puede explicar la posibilidad del voto por un partido?

Lo ocurrido esta semana pasada en el Distrito Nacional es una victoria democrática no menor, aunque existan enanos que prefieren celebrar victorias de otros. Los pobres, los olvidados, los no reconocidos, los minoritarios, los demócratas alguna vez tienen que comenzar a caminar en forma alternativa y hoy lo han hecho con éxito. Ellos saben mucho mejor que los oportunistas y “tácticos” que el camino es largo y se acorta sumando pequeñas victorias. Aunque por su juventud, y hasta por la lejanía, quizás muchos no conozcan al político chileno Radomiro Tomic, quiero citarlo aquí pues fue él quien estableció una norma de oro para estos afanes: “Cuando se gana con la derecha es la derecha la que gana”.

Finalmente, entre los sucesos que podrían convertir en histórica a esta elección, quisiera esperar que la Comisión de Ética del Colegio de Periodistas considerara el significado moral de la actitud de algunos comunicadores que irresponsablemente llamaron al Covid 19 una “gripe mala” o motivo de alegría del gobierno. El New York Times llamó a este tipo de mensajeros “escépticos del virus”, nosotros hablamos de los “negacionistas”. Los trágicos resultados están a la vista y esas opiniones con la intención de conseguir mayor asistencia a las urnas ayudaron también al relajamiento de las medidas de protección y harán más difícil aplicar las medidas necesarias para combatir la pandemia.

Me temo que también los políticos que negaron el Estado de Emergencia cargarán en sus conciencias cada contagiado, cada dominicano o dominicana muerta por los irresponsables finales de campaña y las aglomeraciones del 5 de julio. La certeza absoluta es muy fácil de conseguir y debiera ser parte de la necesaria trazabilidad ¿Por qué no preguntar a quienes se les haga la prueba PCR acerca de sus actividades desde el 20 de mayo y especialmente el 5 de julio?

No sin tristeza descubro revisando mis archivos, que esta entrega de hoy la puedo terminar con el mismo párrafo que concluyó mi primer articulo luego de las elecciones del 2016: “Tratar de entender la “voluntad del voto” –los clivajes de los que saben- debería ser un desafío urgente sobre todo para quienes nunca nos hemos puesto del lado de quienes nos vencieron porque además necesitaremos hacerlo con ayuda. Lo triste para los estudiosos y preocupados por el futuro del país es que deberemos reconocer que el dato de que el senador Félix Bautista haya sido uno de los candidatos más votado facilita la tarea.