La amenaza de medidas por parte del gobierno de Donald Trump que perjudiquen a los dominicanos (ya en estas navidades vinieron menos ausentes por miedo a la deportación), así como la bomba de tiempo representada por la corrupción vinculada a Odebrecht y su impacto sobre el sistema político dominicano, han creado un ambiente de pesimismo y pesadumbre entre nosotros.
De nada vale recalcar que nuestro PIB es el que más crece en América Latina, o las expresiones de los coros repetitivos de las bocinas oficiales.
El gobierno tiene que anunciar proyectos de impacto. Se nos ocurren cinco.
1. El Ministro Administrativo de la Presidencia dijo que el Presidente el 27 de febrero anunciaría la construcción del muelle de Manzanillo, pero, sorprendentemente, no lo hizo. De todos los proyectos de infraestructura física (ya contamos con casi todas las carreteras estratégicas) este es el más importante. Mercancía embarcada por Manzanillo llegaría a Estados Unidos y Europa un día antes que la cargada por Punta Caucedo y Río Haina, lo que representaría una gran ventaja competitiva. Concentrar los puertos cerca de la ciudad capital es un gran riesgo en caso de terremoto o huracán. Además, el puerto de Manzanillo podría ser multinacional, recibiendo carga desde y para Haití, más cuando el proyecto de un puerto haitiano en Limonade ha resultado no ser viable. Lo que procede es que nuestro gobierno convoque a una licitación internacional para una concesión, que casi seguro requeriría de socios extranjeros, como ya es el caso de Punta Caucedo. Esto no requiere desembolsar recursos presupuestales.
2. Nuestra Suprema Corte de Justicia todavía no ha resuelto lo de los títulos de propiedad de Bahía de Águilas, pero eso no es razón para no ir adelantando el proyecto. Una gran extensión de tierras y playas, sin población, con títulos limpios y con una infraestructura portuaria y de aviación ya existente permitiría un plan maestro tipo Cancún, Playa Dorada y Punta Cana. Hay cruceros que antes o después de tocar la costa norte de Jamaica irían a Bahía de Águilas. Tanto el muelle de Manzanillo como esta playa están en los dos extremos de nuestra frontera lo que otorga a los proyectos un valor estratégico. Una licitación internacional tampoco requiere desembolsar recursos presupuestales.
3. La mina de oro de Barrick aporta mucho al fisco dominicano y fortalece nuestra balanza de pagos. Existe un proyecto de otra mina de oro al noroeste de San Juan de la Maguana. Sus inversionistas canadienses, gente seria, ya han decidido echar para adelante el mismo y solo falta la aprobación de la Dirección General de Minería y del Ministerio de Medio Ambiente. Esos estudios deben de acelerarse, mas no festinarse. Se trata de un tercer proyecto en la zona fronteriza y tampoco requiere recursos del presupuesto.
4. El contrato con Odebrecht para la carretera Miches-Sabana de la Mar incluye la construcción de un muelle para que reciba ferries con capacidad de transportar vehículos. Ese proyecto no debe de paralizarse, sea quien sea que lo termine, después de comprobarse que no hay sobrevaluación. Más de la mitad de nuestro turismo extranjero llega por Punta Cana y estimularía que se quedaran algunos días más si pudieran ir en automóvil a Samana y, por supuesto, también sería un gran aporte para el turismo en dicha península.
5. Convencer al Presidente Maduro de Venezuela de vender al Estado dominicano sus acciones en nuestra refinería. PDVSA ha resultado ser un socio pasivo y, además, ya no recibimos préstamos de Petrocaribe. Las pagaríamos con un préstamo puente para luego revenderlas a una empresa extranjera, no ligada al negocio de distribución de combustibles en el país para así evitar monopolios y que estaría dispuesta a aportar recursos para expandir la refinería.