Falleció el jueves 24 de agosto del año 2006, a las 6:15 P. M., en su hogar de la calle Lic. Julio Ramón de Láncer González (antigua calle 10) casa No. 41, del Ensanche Dubocq, Puerto Plata, la señora Aguedita Eusebio viuda Almonte, a la edad de 87 años.

Desde hacía algún tiempo que dicha señora Eusebio viuda Almonte estaba en cama. Su cadáver fue velado en la Funeraria Puerto Plata, de la calle 12 de Julio esquina San Felipe, de Puerto Plata. Su cadáver fue enterrado al otro día en el cementerio municipal de allí.

Vivió siempre acompañada de sus hijos,  nietos y bisnietos.

Doña Aguedita Eusebio viuda Almonte, llevaba casi cincuenta años residiendo en el Ensanche Dubocq, calle Lic. Julio Ramón de Láncer González (antigua calle 10). Su fallecimiento consternó a sus familiares, amigos y vecinos.

Águeda Eusebio nació en Sampiñé, Puerto Plata, el 19 de junio de 1919, hija de los señores. Felicia Eusebio (a) Felicita y Eduardo Jiménez.

Tuvo cuatro hermanos: Jacobo (muerto), Margó (fallecida), Clemente (muerto) y Américo Eusebio, el único que aún hoy en día está vivo de ellos.

Debido a los pocos recursos de sus padres no pudo asistir a la escuela. Aprendió los oficios domésticos del hogar con su querida madre y abuela. Vivió en la casa de su abuela.

A la edad de 14 años se unió en pareja con Bonifacio Almonte (1907…1985), quien era hijo de Eduardo Almonte y de María Magdalena Almonte. Ambos se dedicaban en el campo a la agricultura.

En el campo habían procreado varios hijos: Rafael, Ignacio, Ramón, Reyes, María (murió), Blasina, Estanislao (a) Tany, Virgilio, Osvaldo (a) El Rubio (fallecido) y  María Almonte Eusebio.

Su hijo Rafael Almonte Eusebio había decidido trasladarse del campo a la ciudad de Puerto Plata, en busca de mejorar la situación económica, en el año 1956.

En 1957 Aguedita Eusebio y Bonifacio Almonte y sus hijos se trasladaron al pueblo de Puerto Plata. Se establecieron en el Ensanche Dubocq, calle 10 (hoy julio Ramón de Láncer) casa No. 41.

El señor Bone como era conocido Bonifacio y sus hijos más viejos comenzaron a trabajar en el ingenio Montellano, Puerto Plata como picadores de caña. También trabajaron como picadores de caña en Puerto Plata y el ingenio Amistad, de Imbert, Puerto Plata.

Durante las Expediciones de Maimón, Constanza y Estero Hondo, del año 1959, el señor Bone Almonte y algunos de sus hijos cayeron presos. Pero a los pocos días fueron dejados en libertad.

En ese mismo año de 1959, logró Bonifacio Almonte conseguir trabajo en la Casa Paiewonsky e Hijos, C. por A., como sereno de esa empresa en horas de la noche. En horas del día pelaba cocos con la ayuda de algunos hijos.

Doña Aguedita Eusebio se quedaba haciendo los oficios domésticos y atendiendo los hijos en el hogar.

Todos sus hijos lograron conseguir trabajo en esa empresa, propiedad de José Paiewonsky  y sus hijos. Algunos de éstos escalaron a puestos en la oficina.

Doña Aguedita Eusebio con la ayuda de marido Bonifacio Almonte pudieron lograr que sus hijos más pequeños estudiaran.

En Puerto Plata le nacieron sus dos últimos hijos: Ana y Miguel Almonte Eusebio.

En su hogar del Ensanche Dubocq de la calle Lic. Julio Ramón de Láncer (antigua calle 10) casa No. 41, se hizo una de las reuniones previas para fundación del Club Deportivo Cultural Gregorio Luperón, que se instalaría el 12 de abril de 1968 y uno de sus hijos: Estanislao Almonte Eusebio (a) Tany) sería uno de sus fundadores y primer Secretario de Deportes. Luego, se enrolaron otros hijos de ella, como fueron: Virgilio, Osvaldo y Miguel Almonte Eusebio.

A la muerte de su esposo Bonifacio Almonte, la Casa Paiewonsky e hijos le siguieron pasando una pequeña pensión a la señora Aguedita Eusebio viuda Almonte.

Doña Aguedita Eusebio viuda Almonte, se preocupó en que sus hijos salieran a buenos caminos y pudieran estudiar. Logró sus objetivos.

Crió y educó varios nietos.

Era una mujer de su hogar y no salió de el a realizar otro trabajo, que no fuera el doméstico en su casa. Acostumbraba a cocinar para las once (11:00) de la mañana y la cena para las cinco (5:00) de la tarde. Hizo siempre sus oficios domésticos por si misma y con la ayuda de sus hijas.

Era una persona muy apegada a su hogar. Nunca salió a otro sitio de visita.

Buscaba la palabra de Dios, en la iglesia católica, de la que era miembro.

Doña Aguedita Eusebio viuda Almonte, vivirá en el corazón de sus hijos, nietos, familiares y vecinos por su trato afable, cariñoso y amoroso.

¡Paz a sus restos!