Señores, les voy a contar un caso vivido en carne propia, que es uno de los miles que suceden a diario alrededor del sistema eléctrico, el cual reina y manda como señor todopoderoso sobre los habitantes de nuestro país. Resulta que, como ciudadano consciente que pretendo ser, interesado en la conservación del medio ambiente y, cómo no, en la disminución del gasto superfluo hogareño, hace unos meses reuní a mi familia e impartí una especie de cursillo para ahorrar energía en la casa. Los senté, les explique lo importante que es el hacer un uso racional de la luz, llevamos a cabo prácticas de cómo al salir de una habitación o de la casa deben apagarse los bombillos, y además impusimos severas restricciones de uso.

Se prohibió terminantemente el aire acondicionado, aún a riesgo de que con estos calores quedáramos tan asados como las batatas que venden cerca de Villa Altagracia. Se limitaron al máximo los abanicos, ni digamos el calentador de agua y cualquier otro tipo de electrodomésticos, inventos de la inteligencia humana, por si se nos había olvidado, para hacer la vida más cómoda a las personas….y vean ustedes lo que sucedió.

Durante unos meses la factura eléctrica comenzó a bajar, llegando hasta unos 5.000 pesos, cantidad medio soportable para un bolsillo medio que trabaja las ocho y diez horas de cada día. Animados por nuestro progreso, limitamos aún más el consumo energético estableciendo horarios tan estrictos que parecían toques de queda. Logramos reducir el monto a unos RD$ 4.000, aún a costa de saber como deber ser de asfixiante la antesala del infierno. Pero como dice el dicho, la felicidad dura poco en la casa del pobre y al mes siguiente se nos impuso una multa de RD$ 6.000 alegando que habíamos ¨ aflojado ¨ el contador ( ¡como si supiéramos manipular esos aparatos!) No hubo manera de defendernos y tuvimos que ¨ aflojar ¨ esa cantidad

¿Qué pasó después? La compañía eléctrica nos instaló un nuevo contador por su cuenta….y la cuenta del mes siguiente fue de casi RD$ 14.000, nada menos que un 350% más, un equivalente superior  a un sueldo y medio básico, como si esa cantidad fuera paja de coco, o un rulo de sancocho. Como es lógico, protestamos. Un inspector vino a los pocos días comprobando que no había ninguna conexión ilegal y ratificando ese pretendido nivel de consumo. Se nos dijo que podíamos reclamar al Protecon pero ese calvario lo conocemos muy bien, pues ya lo sufrimos en una ocasión y después de un año, como los boxeadores viejos, tuvimos que abandonar el pleito por agotamiento.

Bien, ahora unas preguntas que no esperan respuesta ¿Cómo puedo saber si es cierto que el contador estaba ¨aflojado¨? ¿Quién tengo a mi lado para asesorarme de si eso cierto? ¿Por qué esa multa no se la ponen a ellos por suministrarme un aparato defectuoso que se  “afloja¨ por sí mismo? ¿Por qué se me trata como un defraudador, cuando soy todo lo contrario? ¿Por qué somos nosotros siempre los malos y ellos siempre los buenos? ¿Por qué pusieron un contador nuevo sin que uno pudiera verificar su funcionamiento? ¿Es una facturación justa o una silla eléctrica en forma de recibo? Leímos el otro día la noticia de que esas compañías andan mal y necesitan con urgencia aumentar sus ingresos. Ya sabemos uno de los métodos. No sé cómo lo solucionaré eso de los 14.000 pesos, pero estoy pensando, si los ahorros lo permiten, instalar energía solar… o tendré que vivir en un solar sin energía. Por cierto, señor Presidente, si va a corregir lo que está mal, ahí tiene un  hueso bien duro por dónde comenzar a hacer un enorme puñado de votos. Pero tenga cuidado, porque da sus corrientazos. Póngase guantes.