Varios son los factores que contribuyen a la delincuencia. Alta pobreza ­45.7% de la población es vulnerable a la pobreza y 8.8% la pobreza extrema (PNUD, 2016)­; el desempleo por encima del 14%; los “ninis”, jóvenes que ni estudian ni trabajan sobrepasan el 21%; la mala educación, ocupamos el lugar 146 entre 148 países evaluados, mala formación hogareña, exclusión social, etc. El consumo de drogas, también contribuye a la delincuencia, ya estos factores son axiomáticos, no requieren demostración. La pobreza, es la principal causa de la delincuencia. El Señor presidente Danilo Medina y su gobierno, debieran reflexionar sobre sus reiteradas afirmaciones de que han sacado más de 900 mil dominicanos de la pobreza, mientras el Banco Mundial y el reciente Informe de Desarrollo Humano del PNUD, desmienten categóricamente las mismas y la realidad del pueblo, valida los hallazgos de dichos organismos internacionales.

Los actos delincuenciales de las últimas semanas, han disparado la alarma, ya no es percepción. Las autoridades, no dan pie con bola para frenar la inseguridad ciudadana, ya que la planificación para enfrentar la delincuencia, está subordinada a la improvisación del gobierno. Además, los delincuentes están dentro de las instituciones en todos los niveles ­verbigracia afirmaciones de la fiscalía del Distrito Nacional que dice que en el 90% de los casos, están involucrados guardias y policías­. La respuesta, siempre es de negación o minimización de la realidad. Claro, la impunidad, reina internamente, pues algunos roban y comparten el botín con los superiores. Igual como pasa en el sistema de justicia ­verbigracia los archivo de expedientes, NO HA LUGAR, exclusiones de nombres conforme a su poder político o contribución a la reelección. Luego pasa como reza el adagio chino: “El pez comienza a pudrirse por la cabeza”.

Pero el factor que aumentó la delincuencia de forma inesperada, es ajeno a los factores tradicionales ya conocidos, debatidos y “aceptados”. Dicho factor, comenzó en una decisión tomada por el actual Procurador de la República Domínguez Brito, siendo fiscal del Distrito Nacional durante el periodo 1996­2000. Dicha decisión consistió en asignar fiscales en los distintos destacamentos policiales, donde real o supuestamente, se violaban los derechos humanos de los detenidos. En dicho periodo, el macuteo policial, pasó a ser el macuteo de los fiscales porque solo ellos podían liberar o someter a los detenidos. Luego, ocurrió que los agentes policiales ya no obtenían el dinero del macuteo porque su poder le fue transferido o quitado por los nuevos participantes ­fiscales en los destacamentos policiales­, en la prevención y castigo del delito.

Entonces ¿Qué pasó? Oh, los agentes que son los que cogen la lucha y riesgos de perder hasta su vida persiguiendo a los delincuentes, se “tranzaron” con ellos antes de llevarlos al destacamento, para que un peledeista disfrazado de fiscal, lo liberase sin asumir ningún riesgo ­verbigracia el sonado caso del DICRIM­. Creemos que el entonces fiscal del Distrito Nacional, estuvo inspirado en la mejor buena fe, pero no calculó los riesgos de esa medida, ya irreversible al menos en sus consecuencias negativas. Los agentes policiales con sueldos “cebolla”, tienen pocas opciones: 1) negociar con los delincuentes ­macutear y asociarse con ellos­; Y 2) Darle para abajo si es conveniente. Importantes sectores sociales del país, se comportan hipócritamente, ya que los ladrones de cuello blanco se “olvidan” y peor aun, si los ladrones son hijos de los dirigentes o miembros del Partido de la Liberación Dominicana, disponen de impunidad ­caso de algunos banqueros, caso de Santiago­. Si no se da un buen ejemplo desde arriba, la delincuencia no disminuye jamás. Nos preguntamos, es que las autoridades de la nación ¿no temen a la reacción del pueblo? O es que el caso de Venezuela ¿no es suficiente?