Un experimento realizado en Inglaterra bajo la dirección de Steve Fleming,  reseñado por el periodista Javier Salas en el periódico El país (19-1-2019), expuso unos 400 sujetos (de ideas políticas moderadas y extremistas) a una secuencia de parejas de cuadros con puntos para decidir cuáles de ellos tenían más de dichas marcas.

En el estudio, replicado con otro grupo, los sujetos debían señalar lo seguro que estaban de su elección. Según la reseña, en los desaciertos, los individuos con ideas políticas extremistas mostraron mayor seguridad en haber acertado que aquellos con ideas políticas moderadas.

En una segunda fase del estudio, los participantes recibieron  información sobre sus aciertos y fracasos. Resultado: los sujetos con ideas políticas extremas no mostraron una disminución en el nivel de confianza de sus opiniones, a diferencia del resto de los sujetos quienes si lo manifestaron.

Las conclusiones del estudio son que los individuos con una actitud dogmática, como la que asociamos a los fundamentalistas políticos, (racistas, xenófobos, clasistas)- expresan una menor capacidad para cuestionar sus opiniones que aquellos sin actitud dogmática.

Es lógico suponer que los individuos dogmáticos son menos propensos a la  autocrítica que los no dogmáticos. Por definición, una persona dogmática asume los fundamentos de una doctrina como válidos negándose a ponerlos en discusión.

Es común entre los seres humanos, dogmáticos o no, aferrarse a sus convicciones personales. El vínculo con las mismas es más sólido dependiendo de su impacto en sus biografías. Para el individuo educado en un entorno donde prevalece el discurso xenófobo y con experiencias desagradables o traumáticas interiorizadas relacionadas con extranjeros, será más difícil  reconocer sus creencias xenófobas como falsas que para un individuo que carece de tales experiencias.

De ahí que el problema de las ideologías fundamentalistas y dogmáticas no es una mera cuestión personal, sino un problema social que requiere de la construcción de espacios donde se fomente el cuestionamiento de nuestros puntos de vista desde las edades más tempranas.