Si es cierto que la actual dirigencia nacional de la Republica Dominicana tanto del sector público como del privado está interesada en dejar un legado de progreso y prosperidad a las generaciones que habrán de sucederle, debe poner especial atención a las dos variables económicas que son a nuestro entender las determinantes de que el futuro sea o no promisorio para ellos.

Se trata del comportamiento de las importaciones y las exportaciones. El marcado desequilibrio existente en la balanza comercial de nuestro país, es una retranca que presagia días difíciles por delante para nuestro país.

Las cifras concernientes a las exportaciones y las importaciones presentadas por el Banco Central sobre este particular, no dejan dudas de que si seguimos por esa ruta y no doblamos el desarrollo económico futuro del país será poco halagüeño.

Los números hablan por sí solos. Mientras  las importaciones generales para el periodo de los doce meses del 2010 alcanzan el astronómico monto de 12,885 millones de dólares, las exportaciones para ese mismo periodo apenas suman los 6,546.17 millones de dólares, a pesar del gran esfuerzo que vienen realizando los sectores productivos de bienes y servicios de exportación liderados por el turismo y el Centro de Exportación e Inversión de la República Dominicana.

La situación se agrava si el tema se analiza desde el punto de vista de la tendencia seguida por estas dos variables de la economía en los últimos siete años. Mientras las exportaciones totales han crecido de 5,9 mil millones de dolares registrados en el 2004 a 6,6 millones en el 2010, un crecimiento de apenas 11 puntos porcentuales, las importaciones durante el mismo periodo registraron montos de 5,3 mil millones en el 2004 a 12,8 mil millones en el 2010 con un extraordinario crecimiento de 240 puntos porcentuales.

Este comportamiento indica que en términos de tendencia la brecha entre una y otra variable tiende a ensancharse, lo cual representa un riesgo para la buena marcha de la economía del país. Se hace necesario revertir este resultado y las gestiones para lograrlo deberia comenzar a implementarse en este tiempo, haciendo provecho de los más de tres mil millones de pesos liberados por el Banco Central del encaje legal de los bancos nacionales.

En definitiva es impostergable la implementación de una política de Estado, con la participación de los sectores gubernamental y privado aunados en un esfuerzo conjunto que priorice los recursos económicos necesarios para la promoción de la oferta exportable de los  productos dominicanos y su inserción en los mercados globales, por encima de los que se vienen disponiendo para la importación de toda suerte de productos de fabricación foránea.

Solo creando una cultura exportadora, que conduzca al equilibrio de la balanza comercial y forjando una consciencia ciudadana con respecto al valor de exportar vs. importar, se podrá cumplir con el propósito de legar una más progresista y prospera nación a las generaciones  futuras.