La primera vez que supe del caso de Liana fue a través de las autoridades locales. Llamaron a nuestro equipo y pidieron apoyo en el caso de una adolescente de 14 años que había sido explotada sexualmente por su propia madre.

Liana vivía en un pueblo pequeño con sus abuelos y su hermano menor. En el verano de 2015, antes de cumplir 15 años, su madre la llevó a su casa para pasar sus vacaciones juntas. Pero en lugar de pasar un buen rato con su hija, la madre de Liana, al comprobar que su hija era aún una adolescente sexualmente intacta (virgen), la comercializó: la explotó sexualmente, vendiéndola a una gran cantidad de hombres quienes le pagaban dinero para violarla.

Todas las noches la madre ofrecía a su pequeña hija a diferentes hombres de su ciudad a fin de obtener dinero de parte de ellos. Hubo noches en las que vendió a su hija a más de 10 hombres, la misma noche. El padrastro de Liana también la vendió por sexo a sus compañeros de trabajo; Liana era una mercancía y fuente de ingreso para ellos.

Liana empezó a sentirse desesperada, estaba sola y asustada. No sabía cómo iba a escapar de ellos. Trató de hablar con su abuelo, pero fue imposible porque su madre no le permitía hablar con nadie. Un día, mientras estaba con uno de sus abusadores, Liana logró escapar y finalmente llegó a casa con su abuelo, contándole todo lo sucedido.

Todavía recuerdo la frustración que tenía su abuelo sabiendo que la pequeña Liana, a quien había cuidado durante años, ahora estaba sufriendo. Sin pensarlo dos veces, fue de inmediato a presentar una denuncia ante las autoridades locales, y así las autoridades informan del caso a Misión Internacional de Justicia para apoyar en el proceso de restauración de la sobreviviente y su representación legal.

Llevar este caso a juicio y buscar justicia para Liana fue muy importante para mí. Luché por ella como pelearía por mis hijas, por su honra, por su dignidad, por su protección, pero sobre todo porque se haga justicia en su caso, que no quedara impune. Durante el proceso legal hubo muchos desafíos ciertamente, uno de los más grandes fue que Liana se encontró con actores del sistema de justicia con desconocimiento de la protección integral que necesita una sobreviviente de trata de personas explotadas sexualmente, durante el juicio.

¿Por qué digo esto? Al principio, Liana dio su testimonio frente a un juez del tribunal de niños, niñas y adolescentes, ya que no había cámara gesel en ese lugar. La cámara gesell, creada por el psicólogo y pediatra Arnold Gesell, lleva por finalidad poder observar a los niños, niñas y adolescentes en su ambiente natural y sin interferencias mientras deban prestar declaraciones en un proceso penal.

La Suprema Corte de Justicia adoptó la Resolución No. 3687-2007, mediante la cual se reglamenta la obtención de las declaraciones de las personas menores de edad en relación a casusas penales, buscando con esto armonizar el interés superior del niño y la prevalencia de sus derechos con las reglas del proceso penal dominicano.

Así, la Suprema Corte de Justicia estableció en la indicada resolución que las declaraciones informativas que presten niños, niñas o adolescentes en esas causas, se efectuarán mediante entrevistas realizadas por profesionales de la psicología, bajo la modalidad de anticipo de prueba en centros de entrevistas.

Estos centros de entrevistas surgen como respuesta del poder judicial a las personas en condición de vulnerabilidad víctimas o testigos de delitos, mediante el acondicionamiento de espacios ambientados adecuadamente para recibir a las personas, dotados de medios técnicos (circuito cerrado de televisión o cámara gesell), que permitan la observación, escucha y grabación de sus declaraciones en forma digital que servirá como medio de prueba en las causas penales. Su objetivo claro es reducir o minimizar la victimización obteniendo sus declaraciones informativas, garantizando su protección y el pleno respeto de sus derechos, a través de una entrevista única grabada que se constituye en medio de prueba a ser presentado en todas las fases del proceso penal.

Liana no tuvo la oportunidad de que sus declaraciones fueran tomadas en cámara Gesell. Desafortunadamente, se vio expuesta a declarar delante de un juez de niños, niñas y adolescentes por la falta de cámara Gesell en su comunidad. Bueno, esto hasta un punto lo puedo entender si aún no hay instaurada en esa localidad una cámara Gesell, pero que pronto estará, más lo que no pude entender por más que me esforcé, fue el porqué Liana tuvo que declarar una y otra vez en el tribunal basado supuestamente en una “falla técnica procesal”.

3 veces declaró Liana ante el juez la tragedia ocurrida contra su persona. Contó su desgarradora historia y el horrible abuso que sufrió noche tras noche en ese período de su vida. Se suponía que las transcripciones de su testimonio se usarían como evidencia para el juicio, pero lamentablemente en su caso, favorecieron a sus agresores y volvieron a victimizar a Liana ordenando que regresara ante el juez a contar su testimonio por dos veces más. ¿Te imaginas cómo se sentía Liana cada vez que tenía que recordar el horror que soportó tantas veces?

Obligada a hablar y recordar su dolor y todo lo que sufrió con su madre, Liana se sintió destrozada. No entendía por qué tenía que repetir el mismo testimonio una y otra vez. Los jueces de juicio explicaron que tenían que proteger el derecho de la acusada por encima de sus derechos. Yo estaba devastada. No podía creer que un tribunal le diera la espalda al espíritu de la ley y optara por no proteger al que más sufría.

¡Pero hay esperanza! Cambio lento, pero está sucediendo. El sistema comienza a responder. La madre de Liana fue encontrada culpable y condenada a 15 años de prisión. Liana fue acogida en un hogar del Estado, recibió apoyo para restauración, programas educativos y empoderamiento con el apoyo de Misión Internacional de Justicia. Hoy, su vida ha sido restaurada, se encuentra sostenible mediante empleo digno y vive con la satisfacción de encontrarse libre de explotación sexual. Su mayor libertad es haber perdonado, de corazón, a su madre.