Tenemos la necesidad de relacionar los eventos del mundo para darles un sentido. Con frecuencia, esta tendencia nos lleva a establecer relaciones de causa y efecto entre fenómenos que simplemente están asociados, como atribuir un malestar estomacal al consumo de un alimento que ha sido ingerido minutos antes de la incomodidad, sin que sea realmente lo ingerido la causa de nuestra indisposición.
Esta costumbre no solo es propia del individuo sin entrenamiento científico. También los practicantes de la ciencia incurren en el error de establecer causalidad allí donde no existe, o donde a lo sumo, puede hablarse de una correlación.
El problema ha sido objeto de una fecunda reflexión en la filosofía de la ciencia y en la discusión sobre la naturaleza de las ciencias sociales, que con frecuencia, han visto cuestionadas su cientificidad sobre la base de sus dificultades para establecer relaciones de causalidad.
Un esfuerzo metodológico encaminado a establecer con efectividad relaciones causales en situaciones sociales problemáticas lo constituye el denominado “experimento natural” de los galardonados con el Premio Nobel de Economía 2021: David Card, Guido Imbens y Joshua Angrist.
Para comprender el significado de un “experimento natural” -el término se asemeja a una figura retórica contradictoria como “luz obscura”- debemos recordar que un experimento científico es un diseño artificial, no ocurre en la naturaleza. Constituye parte de una situación creada para provocar efectos en condiciones de control que simulan el funcionamiento de procesos naturales.
Por ejemplo, si queremos saber si una vacuna es efectiva para combatir una pandemia, se diseña un situación artificial consistente en sacar animales de su entorno natural para inocularles la vacuna y, cuando se ha mostrado la viabilidad de la misma para los seres humanos, se inician fases de aplicación en personas que han dado su consentimiento para someterse al ensayo.
Luego, se asignan individuos a dos grupos con características similares (edad, historia clínica). El grupo de personas vacunadas constituye el grupo experimental, mientras el grupo a quien no se le aplica la vacuna es el grupo control. Entonces, se observan los resultados de los pertenecientes a ambos grupos. Si notamos que hay una diferencia significativa favorable al grupo vacunado (en el grupo experimental el 95% de los individuos no contrajeron el virus, mientras en el grupo control lo contrajo el 80% de sus integrantes) podemos inferir la efectividad de la vacuna.
Pero, no siempre es viable diseñar experimentos de este tipo donde los investigadores pueden manipular las variables e intervenir organizando grupos de sujetos que pueden controlar.
Una alternativa para muchas de estas situaciones son los “experimentos naturales” de los ganadores del Premio Nobel de Economía 2021. Constituyen observaciones e inferencias de procesos tal y como acontecen en el mundo sin que los investigadores intervengan en su desarrollo y desenlace.
Un ejemplo del experimento natural al que nos referimos -sintetizado didácticamente por el periodista de datos Kiko Llaneras en su reseña del premio titulada: “Un Premio Nobel para la falacia que une correlación y causalidad” (El País, 15-10-2021)- fue el realizado por Card junto a Alan Krueger (fallecido y por tanto, sin opciones al Premio Nobel) a inicios de la década de los 90 para determinar si el aumento del salario mínimo destruye puestos de empleo.
Comparando los datos de 400 restaurantes de comida rápida de New Jersey donde se aprobó una ley que incrementó el salario mínimo con unos 400 restaurantes de comida rápida de Pensilvania donde no se produjo el incremento salarial, los investigadores observaron que en New Jersey no hubo un menor crecimiento de empleo que en el Estado donde el salario se mantuvo inalterado.
Obsérvese que en esta investigación los resultados obtenidos no son el producto de una intervención de los investigadores en el objeto de estudio, no se manipulan variables, no hay agrupamiento selectivo de sujetos, se observan los procesos tal y como ocurren en la vida.
Los experimentos naturales han sido fructíferos para abordar problemas sociales, así como para cuestionar ideas establecidas en el imaginario económico como el supuesto de la relación causal, y por tanto necesaria, entre el aumento del salario mínimo y el desempleo.