Ahora que se conversa sobre el voto en el exterior, me permito publicar extractos de lo que fue mi experiencia el año en que los dominicanos votaron en el exterior por primera vez en elecciones locales, cuando yo vivía en París, en  el año2012. Le escribí a mi familia sobre el tema y lo que copio es parte de lo que les conté a ellos antes de que se conocieran los resultados (las redes sociales no eran lo que son hoy).  En resumen: hay que hacer lo posible por contar con este voto, así no tenga una incidencia en el resultado final de las elecciones. El voto en el exterior cuenta por sentido de pertenencia y no se le debe negar participación a los que son entes activos de nuestro bienestar colectivo.  La comunidad dominicana en el exterior es un ente activo de la República Dominicana en la isla.

En este año 2012, que se anunciaba como del fin del mundo, he estado viviendo muchos domingos de elecciones la primera y la segunda vuelta francesas, más ahora la primera, y tal vez única, vuelta dominicana.

El domingo de la primera vuelta francesa fue tranquilo. Claro, aquí mismo se habla de "campañas de testimonio", refiriéndose a las campañas de aquéllos candidatos que no aspiran a la presidencia, sino a hacer pasar un mensaje, es el caso de los extremistas y también de las personas que no tienen lo que podríamos llamar un real programa de gobierno. 

El domingo de la segunda vuelta francesa, que es el de la verdadera decisión, en el sentido de que el voto sólo tiene dos opciones, la tranquilidad en París era pasmosa, había hasta visitas guiadas a lugares cercanos, lo que me parecía casi una afrenta a la democracia, estar promoviendo actividades fuera del deber de votar.  A la misma hora del cierre de las urnas se tenían los resultados porque, por conteo directo, el equivalente a la JCE va contando los votos a medida que avanza el día y a las seis de la tarde ya se tienen proyecciones seguras, con lo cual esperar a las ocho es tan sólo un formalismo.  Desde las siete de la tarde los políticos empiezan a visitar los estudios de televisión, más que nada para maquillarse y hablar de generalidades en lo que se espera el resultado final

Había que ver lo que fue la fiesta la noche del 6 de mayo.  Mucha gente feliz con el cambio de gobierno, aunque, al final, el conteo fue bastante cerrado: Hollande, 51.7% y Sarkozy 49.3%.  Aquí no se  cuentan los votos nulos. Si son en blanco y/o nulos, son nulos y no hay ni que discutir, se establece el porcentaje con respecto a los válidos.

Sarkozy, el presidente saliente, se creció no sólo en porcentaje final de votos con respecto a lo que estimaban los sondeos sino también en la manera que entregó el poder: sin regateos, agradeciendo el apoyo, reconociendo su cuota de aporte a la derrota. Solo en un momento se le salió una chinita de rencor con los que lo atacan.  Bueno, es de entender.

Hollande, el nuevo presidente, por su parte, aceptó su triunfo bastante tarde, no sé si es que estaba esperando un conteo definitivo o qué, pero el asunto es que tomó el micrófono más de una hora después de que Sarkozy había terminado su discurso de despedida.  Tal vez estaba buscando que la iluminación fuera esplendorosa y como es primavera, hubo que esperar hasta pasadas las nueve, el caso es que se hizo de rogar.

El domingo de las elecciones dominicanas, la mañana empezó con verdadero sentimiento de estar en Santo Domingo, cortesía de un aguacero como los que casi nunca hay en París.  Con la diferencia de horario, chequear el Internet era totalmente inútil porque a esas horas no había centros de votaciones abiertos y estábamos oficialmente en veda de información política, así que me puse a hacer otras cosas.

Pero de todos modos pasé por el centro votación 0030, de la ciudad 617 y vi algunos de los que fueron a votar y cómo se desarrollaba el proceso.  Había llegado a París justo en los días que tuvo lugar el proceso de inscripción en lo que serían las posibles listas de votación aquí y mi punto de vista era que el voto para los dominicanos en este país era oneroso y poco confiable.  Con los tres gatos dominicanos que hay en Francia, es poco probable que lo del secreto del voto sea garantizado, sin mencionar que su costo para la democracia y el sentido de pertenencia de la diáspora me parece infinitamente desproporcionado.  Si vamos a hablar de los dominicanos en los EEUU, que son legión, que están empezando a tener incidencia en la política local de donde viven y que, como todos sabemos, contribuyen al bienestar económico y social de la RD, pues el gasto me parece lógico.  Lo acepto hasta en España y en Italia, aunque con más reservas, pero en Francia me parecía excesivo.

Lo que me quedó fue un gran sentido de reconocimiento por el trabajo de la Embajadora bilateral, de una de las vicecónsules y jefa de campaña del PLD en París, y de Miguelina Domínguez, que vino a Francia como parte del servicio exterior en el 2000, se quedó como personal fijo de la UNESCO y luego se convirtió en la dirigente de "Francia con papá".  Esas tres mujeres lograron escarbar dominicanos abajo de cada hoja seca y lograron inscribir en las listas electorales a poco más de 500 dominicano.  Más impresionante aún, a pesar de que hay gente que vive en Marsella, Burdeos y otras ciudades lejanas, hubo algunos que se desplazaron para votar.  Entonces, sí, tengo que reconocer que un evento de este tipo, por caro que sea, resulta importante para sus participantes, un servicio no sólo a la democracia, sino al sentido de identidad y de colaboración que cada uno de ellos tienen con la causa nacional.