La arquitectura es una expresión de valores.

Norman Foster. 

Todo gran arquitecto es necesariamente un gran poeta. Debe ser un intérprete original de su tiempo, sus días, su edad. Frank Lloyd Wright.

Iniciar esta segunda reflexión sobre las expectativas de un arquitecto con citas de Foster y Wright nos delata. Delata no sólo nuestros gustos si no que delata una constante búsqueda de identidad – para el arquitecto- a través de los tiempos…Y en este caso de un escaso y breve lapso de tiempo como es una parte del siglo XX.

Sin embargo esta búsqueda de identidad – ya sea laboral o incluso existencial- nos ha acompañado a todos los que hemos puesto este oficio como forma de procurar nuestro sustento y más allá de eso, construir nuestras vidas.  

Un arquitecto por definición se siente por encima del bien y del mal, es de alguna manera la prima donna  o el primo uomo tanto del arte como de las ciencias aplicadas; o  cuando menos el hecho de que uno de la propia especie (el autor de estas líneas) lo declare sin pudor,  habla de sus propios sentimientos a la luz de los acontecimientos.

Pero lo cierto es que no todos los arquitectos tendremos, en nuestras vidas, la posibilidad de realizar grandes proyectos de edificios y en muchos otros casos, otros tantos no tendrán la posibilidad de desarrollar ni siquiera modestos proyectos.  Sin embargo, y aunque esta crisis mundial, que ha afectado a la arquitectura, pero que vive al sur de Europa y pasa gran parte de su tiempo en muchos países en vías de desarrollo, ha pegado con fuerza a toda una generación  (entre la generación X e Y).

Estos profesionales que no sobrepasan los 40 años han visto pasar muchos de sus años productivos en una especie de letargo obligado que los ha llevado incluso a dedicar sus mejores fuerzas productivas a otros menesteres. Esto ha sido especialmente dramático en países que como los mencionados PIGS  que fundamentaron su economía en modelos o medidas o renglones de producción que luego se revelaron como equivocados.  

Algunos analistas hablan de este período – iniciado  a partir de 2006 y 2008 dependiendo de qué región del mundo se hable-  como una transición hacia otro modelo de hacer arquitectura. Hablan de una arquitectura reinventada, una que no se fundamente en los mismos valores que la sepultaron bajo el polvo de la inactividad durante muchos años) por lo menos en la zona PIGS). Se refieren a una arquitectura más asociada a la rehabilitación  del parque existente, más asociada a los proyectos de nueva planta comprometidos como la eficiencia energética e incluso con la alta eficiencia energética. Se plantea,  ya no una arquitectura que sea para la posteridad (sueño de todos los arquitectos), sino por la posteridad.  Una forma de arquitectura que apueste por el futuro, un futuro que como avances de película de cartelera de cine nos muestra las consecuencias posibles, a las que nos enfrentaríamos, de no modificar el modelo actual.

¿Qué modelo? Un modelo hiperdesarrollista y sin planificación, en el que un proyecto se concretaba sin aspirar a más nada que no fuera cumplir unas normativas desfasadas, incluso de anterior vigencia  a la crisis del petróleo del 1973. Donde la utilización de recursos, de todas las clases, se hacía como si no hubiera mañana. Era muy cantoso y se veía venir que por algún lado tendría que pinchar. Hoy promociones completas  (proyectos de viviendas de inversión privada)  y hasta aeropuertos vacíos como el de Ciudad Real, nos recuerdan cómo no volver a hacer las cosas; transposiciones de normativas europeas como la Directiva 2010/31 UE nos recuerdan hacia donde avanzar.

Creemos que no es el momento de llorar por el modelo anterior que dejó al colectivo en la calle… Es momento de preparar las maletas para el próximo viaje a la tierra de la esperanza….Continuará