A veces las personas creen que han sacado completamente amores del pasado, relaciones rotas que por la manera incluso en que terminaron, se asume que todo está  saldado. Mas la vida en su divertida travesura les deja saber que todavía andan rondando por ahí a la espera de un cierre profundo que limpie todo rastro pendiente.

Vivir consciente implica estar alerta a las señales que la vida ofrece para mantener al día las cuentas afectivas. Muchas veces se entra a otro momento de la vida con temas pendientes que por lo poderosos que son, dirigen la vida sin percatarse si quiera de lo que está ocurriendo.

Tengo un grupo grande de pacientes mujeres que van en un camino responsable de crecimiento y que intentan, a pesar del dolor, afrontar los temas haciendo todo lo que esté  al alcance para aprender y sin miedo continuar hacia adelante. Mujeres que un día llegaron, han ido pasando por las etapas de la vida y de cada crisis salen airosas por el esfuerzo de crecer y hacerse cargo de ellas mismas en el proceso.

Una de estas chicas llega un día despavorida por un hecho que le había acontecido y quería entenderlo. Resulta que después de muchos años de terminar una relación, de manera casual ve pasar a esa persona, "no sabe qué le pasó", pero ya no pudo continuar conduciendo, se descompensó, sintió miedo y comenzó a temblar. No entendía lo que le había pasado y necesitaba mirarlo para poder comprenderlo, ya que no era posible que después de tantos años y habiendo tenido otras relaciones, le ocurriera esto.

La vida llevada de esta manera es tan real. Afrontarla sin caretas, sin vendas, sin necesidad de disociarse permite la oportunidad de crecer a cada momento y sacarle partido completamente. Como me dijo una vez una de ellas, "vivida así la vida solo tiene la opción de ser vivida".

Lamentablemente la mayoría de las personas prefieren no mirarse, no darse cuenta, llegar incluso, al término de relaciones sin entender qué paso, para no ver que hace tiempo ya había llegado el final, pero es más fácil negarlo. En esta materia los humanos somos expertos, por eso, como un silente grito de ayuda aparecen las enfermedades, los dolores físicos, la depresión, ansiedad y todo lo demás.

Esta chica pudo detenerse, entrar de nuevo a un lugar donde dolía, un espacio olvidado o talvez reprimido para poder reconocerse y la próxima vez tener el coraje para  mirarlo de frente y continuar de píes. Solo desde ahí pudo entender su reacción.

Y para cerrar el círculo, planeamos un ritual que ella preparó con el cuidado necesario para proteger su salud emocional. En un espacio de intimidad afectiva, acompañada de una mejor amiga, logró  rebuscar fotos, escritos y recuerdos que "sin darse cuenta" tenía con ella guardados en distintos dispositivos. Los encontró todos, los quemó, los borró y en un ritual consciente de entrega, los dejó ir. 

Al final brindó, rió, se sintió satisfecha con ella misma por su valentía; agradecida con la vida por la señal regalada y amada por su amiga que nunca la juzgó, sino que pacientemente la acompañó a encontrase a ella misma.