En el examen, amable lector, que convierte a uno en ciudadano gringo uno debe responder un indeterminado número de preguntas (varía según humor del preguntador gringo) y por eso (y para poner fácil uno de los tantos trámites que los inmigrantes hacemos por algún beneficio práctico que pone en segundo plano a cualquier patriotismo abstracto) cuando uno va a que le tomen las huellas (para que el FBI compruebe que uno no es un Juan Ortiz de los muchos Juanes Ortiz que ellos están requiriendo) le dan un folleto en el idioma de uno a uno (para que uno en esta Era de Google conozca aunque sea un chin chin sobre la historia gringa) en el cual los escritores del mismo (con una sutileza solo comparada a la de un auditor comesolo en su auditoría sobre algo público administrado por un administrador comesolo) han tratado de mitigar atrocidades ante nosotros inmigrantes que nos importa muy poco saber todo lo que ha pasado hasta ahora en esta nación donde caímos huyéndole a algo muy horrible que usualmente es la pobreza con su violenta caravana tricolor (eso es morada y blanca y roja).
Cada asunto de interés tiene un párrafo corto que trata de resumir muchos años y muchas causas en pocas líneas que no levanten las cejas tupidas de los senadores republicanos. Por ejemplo, lo primero que el posible ciudadano gringo lee sobre la Guerra Civil Gringa está en la parte 72, "Nombrar una guerra luchada en los Estados Unidos:
En la Guerra Civil, las gentes de los Estados Unidos lucharon el uno contra el otro. Los americanos en los estados norteños apoyaban el gobierno federal, 'la Unión', contra los americanos de los estados sureños. Los estados sureños estaban tratando de separarse para formar una nueva nación, los Estados Confederados de América, 'la Confederación'. La guerra duró desde 1861 hasta 1865, cuando la armada Confederada se rindió a la armada de la Unión. Muchas vidas se perdieron en la Guerra Civil Americana".
Este es un razonable pedazo de eufemización, diría Flann O’Brien. Uno va leyendo cada línea como esperando una confesión ya conocida. Y cuando uno termina piensa que muy bien esta parte puede ser una sopaboba de letras, un juego palabroso llamado "Encuentra 'ESCLAVITUD'".
Pero parece que un contribuidor historiador, algún sábado o domingo, pocos días antes de la fecha de entrega del folleto, a las 7 y pico de la noche y después de atiborrar de eufemismos el mismo párrafo cien veces, exclamó sin fuerzas: "People, for the love of all that is good on this earth, we have to mention it sooner or later", y ya en la parte 74, "Nombre un problema que condujo a la Guerra Civil", la colocan apropiadamente en la número uno de la selección múltiple:
1. Esclavitud
2. Razones Económicas
3. Derechos de los Estados
En la parte 75 por fin mencionan a Lincoln
pero por hoy ya está bueno
de una historia soberana
que sin importar lo loable
quel inmigrante la encuentre
sin importar el documento
que firme el inmigrante
Sin importar el juramento
quel inmigrante haga,
no podrá evitar
sentir siempre ajena.
Mejor le relato, amable lector, un caso de la ciudadanía misma.
Sin Título
Mi patria son mis amigos, creo que escribió Bryce Echenique, y mi familia, y si uno no puede vivir en su patria debe tratar de que sus seres queridos estén en la ciudad que uno vive. Muchos dominicanos venimos a Nueva York, muchos percibimos, sin necesidad de leer a Rimbaud, que en nuestra Quisqueya todo se reduce a esto: el robo de los políticos, nuestros activos pillos y traqueadores, un problema eterno de apagones, y una hermosa niña asesinada frente a su casa por un Nokia usado.
El Tío Mingo nunca se casó nunca le conocí una novia en forma; dejó la escuela después de achicharrarse 3 veces en 3ero de primaria por 10 horas diarias en un taller de refrigeración; hoy vive en Nueva York ganando más dólares que muchos profesionales. Los sábados los pasa en casa de su hermana con toda la familia. Allí le sirven Kahlúa con leche, allí le cocinan pastelón de berenjena o de plátano maduro, allí le ponen a Los Ángeles Negros:
"Quizás
las mismas calles caminamos
a un mismo Dios adoramos
y una misma estrella nos hace soñar…"
Cuando regresa a su apartæstudio en el Bronx con la cena en una funda plástica, como corresponde a un solterón kafkæño, no puede evitar sentir una penita en el alma cuando solito se acuesta, como corresponde a un solterón romántico.
Pero, en su último viaje a Bonao conoció a una viuda que así como él, maravillosa coincidencia, la última vez que vio a linda fue en tiempos de Hipólito (2002+-); madre de dos mozalbetes gemelos cariñosos quienes, sinceramente, a los dos días le llamaban Tío con cadencia de Papá. Y su Tío Mingo los llevó a comer helados, y su Tío Mingo les regaló dos gorras de los Mets, y su Tío Mingo los llevó al río Yuna, y su Tío Mingo (fiel a un linaje de caballeros, de tígueres y de guanajos) nunca se apartó del lao de la viuda vestida entrañablemente en trajebaño de antaño; no los llevó al cine porque en los pueblos dominicanos todos los cines han cerrado para abrir iglesias evangélicas o antros de bebedera. Mami, la maipiola, digo, la celestina de la familia, se encargó de que los dos tortolitos otoñales se encontraran ¡Qué coincidencia misijo! en todas partes ¡Esœsei detino misijo!; la última noche los invitó a la terraza Wendy a un concierto del Torito interpretando, precisamente, a Los Ángeles Negros:
"Y voooolveré
como un ave que retorna a su nidar
las estrellas brillarán
nuestro amor
renaceráááááááááá…"
Al final del concierto la misma Mami salió a bregar con taxistas, fletando a la viuda y al Tío Mingo hacia las afueras, al motel Singapur, para una única noche de amor. Ese recuerdo le sirvió de consuelo al Tío Mingo en las melancólicas horas del invierno newyorkino, donde las seis de la tarde se sienten como las once de la noche.
Y después de 11 remesas por Western Union/Vimenca; después de varias cajas con ropa y comida por Bonao Shipping; después de horas y horas de Tequieros gracias a la fâcil comunicación larga distancia de esta Era de Google; y después de un Sí musitado a la medianoche de una noche vuinerable, el Tío Mingo tomó la resolución definitiva de hacerse ciudadano gringo para acelerar el viaje de la viuda y los gemelos, que tomaría varios años con solo greencard, a un año, o meses, según le dijo un tramitador. Y así, rejuvenecido, un día se apareció por una oficina en la división de Asuntos Hispanos y pagó 100 dólares por el trámite de una solicitud y un cuestionario de 100 preguntas con sus respuestas sobre la historia gringa que Tío Mingo leyó como 100 veces pensando como 100 veces que era muy posible que estuviera escrito en Chino, solo recordando (tal vez por películas de indios y vaqueros, tal vez por de niño jugar a indios y vaqueros) a los Apaches, mencionados entre las tribus nativas.
Por fin llegó el día tan cacareado por toda la familia. El Tío Mingo, después de una noche en vela, se viste con sus mejores galas para enfrentar al preguntador, el primer paso que lo llevará a traer a la viuda en menos de un año que, ya se sabe, pasa volando. Y si el Tío Mingo no está seguro, por lo menos siente la esperanza sin confianza del que pone sus asuntos en manos de la Providencia tcc Fortuna. El Tío Mingo no toma el tren 2, llama a un taxi porque no quiere imprevistos, llegando a tiempo al 26 de Federal Plaza. Aquí voy a obviar la burocracia de una mujer en Información, aquí voy a obviar los minutos de espera, aquí voy a obviar el miedo creciente en el Tío Mingo ante la aceptación íntima de su ignorancia, aquí voy a decir que el preguntador usaba camisa mangas cortas y corbatas de rayas y que era amable como un verdadero demócrata.
Preguntador: Good morning, your finger prints are clean, so I am going to make you a few questions, this is the final step for you to get your american citizenship…
Tío Mingo: Eh, yes…
Preguntador: Would you like me to ask you the questions in spanish?
Tío Mingo: Sí, sí, plis, en espanis.
Preguntador: Okey, so, let us begin. ¿Qué colour siendou estreillas en bandeira de lous Estaros Uniros?
Tío Mingo: ¿Ei coloi dela setrella dela bandera? Ah sí, plateada…
Preguntador: Pour favour, diga una caousa de Guera Civil Americana.
Tío Mingo: ¿Losapache?
Un escritor de novelas frondosas narraría minusiosamente cómo el Tío Mingo murió un chin chin con cada pregunta; cómo el Tío Mingo salió casi corriendo de ese edificio federal mirando para el suelo; cómo el Tío Mingo llegó a su apartæstudio en el limbo, caminando como un autómata; cómo el Tío Mingo se trancó y apagó el celular y desconectó el teléfono y se acostó sin comer a las dos de la tarde. Pero yo no, "yo soy un escritor de hojas pequeñas", como dijo Perelman, un escritor muy bueno que primero era judío, y después era gringo, o viceversa.