La formulación del Plan Estratégico de Santiago con una metodología acreditada por el Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU), indicó que necesitamos una Agenda Estratégica y Concurrente de Cultura. 56 instituciones de la Comisión de Población y Cultura del PES 2020 así lo acordaron. Así fue avalado por 358 líderes de las ocho grandes zonas barriales de la ciudad y el pedido de más de 7,500 estudiantes, profesores y familiares. La cultura debe llegar a ser una centralidad en el desarrollo urbano de Santiago.

Santiago como ciudad atesora un conjunto de fortalezas y oportunidades en el sector cultura que deben ser mejor aprovechadas. Patrimonios materiales y espirituales que aportan una excelente condición para que las aspiraciones, necesidades y posiciones culturales se organicen en una sola dirección. Desde Buenos Aires a Barcelona está demostrado que la planificación cultural es una herramienta imprescindible para superar el “eventismo” y los proyectos culturales sin visión común.

La planificación estratégica cultural articula gobiernos locales y grupos sociales que expresan culturalmente los modos de vida de las ciudades. Políticos y artistas pueden trabajar juntos con un solo mapa de ruta, para hacer concurrir gestión, creación y equipamiento cultural. En varias ciudades de América un buen plan estratégico de cultura o Agenda Cultural combate la exclusión social, enfrenta con soluciones concretas la "geografía de la nada", en la medida que coloca imagen, identidad y personalidad de una comunidad en el mapa de una región. En otras palabras, la comunidad que se planifica culturalmente se ubica en la geografía social en la medida que el plan cultural la empodera socialmente y le aporta visibilidad a las iniciativas comunitarias.

En varias experiencias estudiadas, la Agenda Estratégica Cultural favorece las políticas participativas pues mejora la comprensión del “hacer” y el “deber hacer” en cultura. Colabora en la gobernabilidad y facilita las políticas culturales locales basadas en  sólidas investigaciones. Mejora y oferta servicios en respuesta a las necesidades identificadas. Perfecciona la comunicación y cooperación entre  los grupos culturales. Estudia identidades culturales de la comunidad con eficacia y aumenta la conciencia sobre el potencial de las artes y otras actividades culturales, para fomentar el desarrollo económico local, vía la articulación de las industrias culturales creativas (ICC).

Se ha demostrado además, que un buen Plan Estratégico o Agenda de Cultura mejora la visibilidad, proyección y el marketing de los artistas de la ciudad, de sus gestores y trabajadores culturales y de sus organizaciones. Eleva el acceso y la masividad de la ciudadanía en las diversas expresiones, en los eventos y en las exposiciones culturales.

Meses atrás efectuamos como CDES, un taller de gestión, creación y equipamiento cultural. Se consultaron más de 25 “actores estratégicos” como denominamos en el CIDEU a los sujetos sociales con suficiente “poder” para facilitar o también impedir el logro de un buen proyecto. Fue un seminario muy debatido, reñido y caldeado. Los resultados consensuados arrojan que Santiago tiene por lo menos, 30 grandes Fortalezas y 50 diversas Debilidades, 17 Amenazas y 10 Oportunidades culturales. Dentro de todas las fortalezas del sector cultural, la que más fue subrayada fue la que indicó “la gran cantidad de entidades culturales existentes, cada una con programa de eventos periódicos”. La amenaza de mayor impacto para Santiago fue “la valoración de la cultura como actividad de simple recreación y esparcimiento, en vez de una inversión en el desarrollo”.

Cuando una ciudad tiene cuantiosas fortalezas sumadas a numerosas amenazas, la estrategia más utilizada es El FENIX RENACIENTE. Hay que resurgir del activismo febril de eventos culturales, con el aporte de una Agenda Estratégica Cultural que posicione una visión común, estrategias definidas, programas concurrentes y proyectos consensuados por todas y todos. En eso estamos.