[Se publica hoy la parte final de “Reír para no llorar: Tres Cuentos Negros de Pedro Conde Sturla”. La autora, como ya se dijo, se graduó en Letras, expresiones linguísticas y literarias por la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (UNILA). Su curriculum incluye, entre muchas otras cosas, el conocimiento de español, portugués, francés e inglés (supongo que además domina el portuñol), y se ha desempeñado como becaria de iniciación científica en el área de traducción literaria.
La Universidad Federal de Integración Latinoamericana (UNILA), una institución pública de educación superior brasileña, es única en su tipo por estar situada en la ciudad Foz do Iguaçu, una localización “estratégica en la frontera trinacional entre Brasil, Argentina y Paraguay”.
Su creación fue sugerida por Luis Inacio Lula da Silva, cuando no se dedicaba al cabildeo a favor de Bertoltbrecht. Fue fundada el día 12 de enero de 2010 y tengo entendido que otorga generosas becas de estudio.
Por último, debo aclarar que el jugoso texto de Eva Taberne Albarenga no me ha hecho reír ni llorar.
Confieso, vanidosamente, que me ha llenado de satisfacción.
Aquí, en nuestro paisaje, el libro de “Los cuentos negros” ha circulado casi clandestinamente.
En otras latitudes, gracias a los buenos oficios de un pariente y amigos izquierdosos, circula libremente entre comandantes y tropas de una guerrilla sudamericana endémica.
Confieso que el hecho me produce palpitaciones. PCS]
Reír para no llorar: Tres Cuentos Negros de Pedro Conde Sturla
Eva Taberne Albarenga (G-UNILA)
Profesor: Pedro Granados
Materia: Literatura de la Comarca Caribeña
En “Fábula del Fabulador”, casi llegando al final del cuento, me choco con dos escenas tragicómicas. Una de ellas es la del interrogatorio que le hacen a Dato un grupo de policías en el aeropuerto de Madrid, una vez que descubren que el pasaporte con el que viaja es falso y consiguen reconstruir las páginas del manuscrito, donde se encontraba detallada la misión secreta a la que había sido encomendado por Sánchez Córdoba (representante de la izquierda dominicana pro soviética en Europa). En ese momento, estaba Franco en el poder, a lo que uno de los camaradas del Palacio de la Esquizofrenia, que escuchaba atentamente su relato, le pregunta: “¿Lo torturaron, profesor?” Y la respuesta cargada de humor y de ironía es la siguiente: “Físicamente no, quiero decir, pero hay cosas peores. A uno de los prisiones le provocaron una crisis de identidad sexual tan grave que nunca más supo si era hombre o mujer” (p.106). A lo que agrega que la tortura que le aplicaron fue atarlo a una cama, mientras un grupo de mulatas sensuales y semidesnudas desfilaban a su alrededor, provocándole continuos dolores en el miembro, a causa de la permanente erección (p.107). Siguiendo el flujo de la narrativa, la siguiente escena que mantiene el clímax tragicómico es la de la cárcel: Dato junto al poeta Villegas habían sido encarcelados por haber armado un plan para matar al dictador Trujillo, y ambos habían sido declarados enemigos del régimen. Lo que le sigue es una descripción de las condiciones inhumanas en que vivían en la prisión y las torturas y maltratos a los que eran sometidos. Todo parece conducir hacia el aniquilamiento, tanto en el sentido que indiqué más arriba, como en el sentido denotativo del término, ya que ambos estaban a punto de ser ejecutados, cuando de pronto Villegas alcanzó a leer una página del diario que el dictador [leáse torturador, PCS] tenía sobre su escritorio, visualizando allí el poema que el tirano había escrito y publicado, memorizando los versos para luego alabarlo y de esta manera distraerlo, confundirlo, hacerlo sentir bien, condecorando su talento. Estrategia exitosa, que le permite a ambos sobrevivir. Es esta una escena humorística, la salvación de los personajes funciona también como la salvación del lector (al menos, la mía), quebrando la convencionalidad (esperada muerte de ambos) y desatando el alivio a través de la sonrisa.
La Crítica social, como ya lo habrán notado, se hace recurrente en estos textos de forma implícita, recubierta por la máscara del humor. Cabe al lector, entonces, a partir de su conocimiento de mundo, construir los posibles “dobles (o triples, cuádruples,..) sentidos” camuflados a través de lo risible. Un ejemplo bastante esclarecedor es la ironía que se realiza sobre las comodidades que disfrutan los líderes del Partido Comunista en la Unión Soviética “Allí se alojarían en alguna de las fastuosas residencias reservadas a las más altas nomenclaturas del partido, copulando como conejos, vodka y caviar a saciedad” (p.98). Sin decirlo directamente, este destaque de los lujos experimentados por unos, acarrea necesariamente las necesidades sufridas por otros (la mayoría de la población soviética) y funciona, de esta manera, como denuncia. Otra, quizás más sutil, aparece en el diálogo del cantante dominicano con el argentino, en “Yo adivino el parpadeo”: “¡Es que no lo puedo creer! Decime, negro, ¿va en serio? ¡Pero cuál negro, fatal? Querrás decir indio oscuro.” (p.38). El término “negro” empleado coloquialmente en el Rio de la Plata para designar a cualquier persona, más allá de su etnia, es interpretado por el interlocutor caribeño como una ofensa y ante ella se defiende aclamando su indianidad; dejando en evidencia el racismo y la auto-negación (diseminada por todo el cuento, a través de la constante auto-denigración cultural, musical, social y el deseo prominente de parecerse a los argentinos), infundidos por una sociedad en que ser un “indio oscuro” es “menos peor” que ser negro.
Rápidamente, de la negación se pasa a la auto-ironía: “¡Indio yo! ¡Con estos moños planchados, con estas greñas, estas pasas que me traigo desde aquel accidente que fue el día de mi nacimiento?” (p.38). Se trata, notoriamente, de un “yo” fracasado, desconforme con su condición y desesperanzado. Sin embargo, este perfil es múltiple y esta es solamente una de sus tantas caras. Otra, representada por el éxito, la fama, la esperanza (siempre redimensionadas) funciona como su contrapartida, condensando lo cómico que contrarresta a la tragedia:
“Eso es lo malo de nosotras, las figuras públicas: cualquiera que nos ha visto actuar un par de veces o que simplemente nos conoce de fama, se siente en confianza de ponernos conversación sin ton ni son.” (p.38)
Este recurso de la hipérbole, que acentúa el tono cómico y auto-irónico de la narrativa, al tornarla inverosímil, se vuelve fundamental en la “Fábula del fabulador”. Es por medio de exageraciones que vinculan la experiencia de un profesor dominicano a reconocidas figuras públicas (Sartre, Gabriel García Márquez, Bertrand Russell, entre otros) y escenarios de grandes conmociones históricas (París, URSS, el Amazonas, la España de Franco, etc.), que se genera el efecto humorístico de la obra y se disfraza el fracaso que subyace en un plano más profundo.
Además, hay continuas alusiones, directas e indirectas, a lo sexual. Es posible resumir las hazañas de este aventurero como condicionadas y predestinadas al placer sexual. Es importante recordar, que el desencadenante de su huída a la URSS es un conflicto amoroso, fundado en el “sexo oral” que mantuvo con la marquesa (casada) por teléfono. Tanto en Italia como en la URSS, su preocupación y su felicidad mayor residen en conquistar a las mujeres que se encuentran a su lado (Nadia Guandalini, Liudmila). Poco parece importarle al personaje, la situación política y la condición de extremo peligro en la que se encuentra. Luego vendrá la nigeriana, quien tras su constante insistencia, acaba premiándolo con “el beso casto del adiós”, “tocando la flauta mágica” para que el pueda convertirse en “un ente abstracto”. En Brasil hará el amor con una virgen guaraní dentro de una piragua, mientras se defiende de las flechas que le arrojan a la embarcación. Y finalmente aparecerá la amazona que lo llevó a convertirse en un orangután, llegando a poseerla [mientras colgaba de un árbol, PCS] con una sola mano. Notoriamente, hay piscas de humor absurdo en todo el relato. Y la libido es sublimada a través de la comicidad. Así como la violencia política es sublimada a través de lo sexual. Según comenta Rosas (2002, p.28): […] quando há uma brecha no controle repressivo a que o consciente submete o inconsciente, pode haver o escape de algum conteúdo de este, o qual, liberado momentaneamente da pressão anterior, manifesta esse alívio repentino sob a forma do riso. No chiste tendencioso sempre está em vigor uma finalidade substitutiva da ação –a realização de um desejo recalcado, seja agressivo, seja sexual- que opera no sentido de acrescentar ao prazer da técnica do chiste o prazer de fugir a um recalque. Es así que encuentro oculto -pero perceptible- el tinte homosexual que imprimen ciertas palabras y acciones en “Yo adivino el parpadeo”. Hay un campo semántico del deseo que se conforma a partir de los términos “tocar”, “tocado”, “por dentro”, “puteándome”, “la expresión invertebrada”, “aquellos ojos verdes”, “me sedujo”, “me le confieso”, “maricón”. Deseo de parte del personaje principal hacia el argentino Arrigheti. Una burla, tal vez, que ironiza la sobredimensionada admiración que siente este dominicano por el argentino y todo lo que el porteño representa, o dicho de otra forma, un espejo…
Referencias Bibliográficas ACSELRAD, Marcio, O humor como estratégia de comunicação. Ghrebh- Revista de Comunicação, Cultura e Teoria da Mídia. São Paulo, n. 5, p. 135-144. 2004 CONDE STURLA, Pedro. Los Cuentos Negros. Santo Domingo: Editora Búho, 2004. MARANHÃO, Miriam. O chiste, o humor e o judeu: reflexões sobre a importância do tragicômico para a vida psíquica. Disponible en: www.interseccaopsicanalitica.com.br/…/mmaranhao_chiste_humor_jude… Consultado el 17/11/2013 NOGUEROL, Francisca. J. La trampa en la sonrisa. Sátira en la narrativa de Augusto Monterroso, Sevilla, 1ª ed. 1995, Universidad de Sevilla, ISBN 84-472-0535-5 ROSAS, Marta. As principais teorias do humor. In: Tradução de Humor. Transcriando piadas. Rio de Janeiro: Lucerna, 2002. P.25-44