De las cuatro estaciones o ciclos naturales y temporales, el pintor, dibujante y artista gráfico Leonardo Durán elige el verano como la primera de la esta saga llevada a cabo en un orden xilográfico y colográfico, partiendo de una raíz dionisíaca donde el vino es también sol, paisaje y semilla que genera una fuerza icónica y poética sentida, imaginada, soñada por este creador visual sobresaltado por el flagelo de Dioniso.
Leonardo Durán vive en Santo Domingo y trabaja en su taller de la Facultad de Artes de la UASD. Dicho taller se ha convertido en los últimos años en un centro de experimentación gráfica, pues Durán no puede estar fuera de dicho taller, acompañado por artistas nacionales y extranjeros que regularmente pernoctan allí día, noche, mediodía y medianoche, panificando y pensando prácticas visuales que luego él exhibe con toda la pasión y el desprendimiento de una auriga, vigía, facilitador de técnicas y procedimientos que invitan a descubrir formas, mezclas, grafías y poli-grafías donde tema, significación y mensaje adquieren valor artístico que conducen a exquisitas expocolectivas dentro y fuera de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Ganador de premios, distinciones, menciones de honor y seleccionado en bienales de artes visuales en el país, el ya reconocido grabador y profesor de artes visuales se sostiene entre el talento, la disciplina de trabajo y la persistencia existencial, a tal punto que su Biographia hasta hoy remite a momentos de alta calidad en el oficio artístico. La mano y el ojo de Leonardo Durán busca, descubre, hurga allí donde lo artístico se revela como pasión y fascinación.
¿Cómo nace Eva: las cuatro estaciones,Verano. Hay que seguirle los pasos a Durán. Los tropiezos, caminos de la madre-naturaleza, los diversos modos de gestación de la forma-tema que se acentúan en estas dieciséis piezas colográfícas quieren pensar la ya inaccesible Eva diseminada en un paraíso caribeño nutrido, soñado y conformado por entidades y detalles visuales que acoge su particular uso cromático y líneas estratégicamente organizadas con el cuidado del alquimista y el dibujante.
Lo que podemos observar en esta décimo-octava individual de Leonardo Durán es justamente un proceso y un resultado; un camino, una mirada indetenible hacia los ejes, tiempos y visiones del color, el punto perceptivo y los tonos de unidades cromáticas pulsadas por una visión abierta a la sustancia-forma de lo artístico.
El Verano como primera parte de una dramaturgia colográfica invade al artista que, en su travesía aspira a fijar, condensar y percibir aquello que persiste en su trabajo vida de la forma, aventura y síntesis plástica. Su trayectoria artística así lo expresa. Durante cuatro años agotó estudios en Puerto Rico en la especialidad de grabado. A partir de 1994 empezó a impartir clases en el entonces Departamento de Artes de la Facultad de Humanidades y continuó en la Facultad de Artes donde labora hasta hoy como profesor.
La obra de Leonardo Durán revela un dominio de técnicas de grabado, impresión a color, linóleo, offset, collage, química de color y experimentos en detalle que registran sus piezas, en este caso a mano, todas enmarcadas y hechas en papel strathmore, 100% algodón, libre de ácido, calibre 500. El artista ha persistido en esta propuesta mediante los usos, acentos plásticos y ritmos cromáticos accesibles al espectador de nuestros días.
Podríamos decir que la Eva caribeña de Leonardo Durán invita a re-conocer el relato bíblico popularizado por la tradición medieval, renacentista y postclásica, en el entendido de una travesía mitológica donde el poder del mito condensa, en el caso del Caribe insular, los contenidos de una madre-tierra que a su vez funciona en el imaginario artístico y cultural antillano. Todo un mundo aurático, mágico, originario y donde la fábula se convierte en relato inmanente y trascendente recibe en su propuesta un tratamiento estético-visual muy particular.
Al escoger el título Eva: las cuatro estaciones, Verano para esta expoindividual, el artista construye alrededor de esta experiencia colográfica, poligráfica y policromática, todo un mundo fascinante, mágico y poético revelador de una estética marcada por los ejes y bordes de una vuelta a la imaginación de su realidad-modelo y de su abierta subjetividad creadora.