Volver a Europa parece significar volver a problemas. Hay demasiados idiomas diferentes por todos lados y se aplican demasiadas leyes en este Viejo Mundo. Sí, mi novio dominicano, sorprendemente, está descubriendo (en sus 30s…) todas las leyes de tráfico – parece que en R.D. lo del manejar el carro era mucho más cuestión de intuición y coincidencias, vaya sorpresa, para mí, el pasajero…
Además, nos percatamos de eso de las leyes ya los dos sentados en la mesa con dos cervezas. ¿Y ahora, después de nuestro encuentro con la potente cerveza alemana, quien va a manejar de vuelta al hotel? Ah, y a propósito, ¿quien va a pagar por todo ese deleitar de cebada cuando aquí se cobra todo en euro?? Europa no es fácil.
Pero, como siempre, hay aspectos positivos. Las temperaturas del final de primavera son verdaderamente deliciosas y lo de pasear por las ciudades a cualquier hora del día y/o de la noche es un verdadero placer. Todo el mundo anda a pies, incluyéndonos, entonces no me siento tan culpable al comerme ese helado italiano en medio del día o de beber dichas cervezas. Porque se queman esas riquísimas calorías cuando anda uno perdiéndose una y otra vez en estas pequeñas y viejas calles del centro histórico.
Parece también que estando aquí estamos al día con todos los acontecimientos mundiales. El primer día, vi desde mi ventana una manifestación contra la violación de los derechos humanos e Islam extremo en Turquía. El otro día, caminando, accidentalmente nos encontramos con la marcha a favor de la igualdad para la minoría GLBT. ¡Arriba la igualdad!
Vimos también: un graffiti en un muro, retrataba a Adolf Hitler, pegándose un tiro en la cabeza, subtitulado "Follow your leader" (Sigue a tu líder). Multitudes de nacionalidades viviendo, trabajando, comiendo en las mismas calles, nosotros mismos comimos un kebab servido por el tipo mas antipático del mundo; después pedimos una dirección a la chica mas amable del mundo, que lamentablemente por nuestra culpa, los nuevos residentes perdidos, tuvo que correr detrás de su autobús a las once de la noche… Menos mal que hay seguridad y hay policías en cada rincón asegurándose de que se mantenga así.
Y lo mas importante de todo, rastreamos una tienda enorme de productos alimenticios mundiales y "exóticos" y en algunos días volveremos pa' allá a buca' los plátanos.
Mantengan los dedos cruzados.