La crisis económica iniciada con la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers en 2008 marcó un cambio en la tendencia del crecimiento mundial, que se inicio en territorio norteamericano pero pronto traspaso las fronteras llegando al resto de países periféricos, con especial impacto en Europa y en específico los países de la zona euro. Lo que empezó como una crisis en el sector financiero norteamericano se trasladó a todos los demás ámbitos, en especial en contra de las economías que habían forjado superávits a base de insostenibles burbujas de mercado.

El viejo continente es definitivamente el que peor ha podido sortear la presente crisis económica. Malas recetas monetarias junto a pobres decisiones políticas han hecho que Europa no haya podido levantar cabeza luego de cinco años de iniciada la hecatombe.

La crisis no solo se ha llevado de encuentro millones de puestos laborales y miles de empresas; sino que también ha derrumbado la confianza de los ciudadanos sobre la Unión Europea, creándose un euroescepticismo. Un proyecto que inicio bajo el sueño de aunar fortaleza política y económica, pero luego de esta difícil situación se ha puesto en tela de juicio su supervivencia en el tiempo.

Los números no mienten. Antes de la crisis el apoyo de los ciudadanos a la Unión Europea rondaba el 50% con una tasa negativa menor al 39%; pero hoy en día los números distan mucho de esa realidad, para la fecha cerca del 60% de los ciudadanos afirman desconfiar de la Unión Europea; y si nos vamos a los países que peor han podido manejar la circunstancias como el caso de España y Grecia, el dato se dispara a cerca del 80%.

La crisis ha dejado muy mal parado al euro. Las pobres recetas de parte de Bruselas no han dado pie con bola para palear las dificultades, por eso no es casualidad que millones de europeos vean a Bruselas como un ente que toma medidas reservadas donde prima la falta de democracia.

Para salir de esta debacle hará falta más que simple simposios y reuniones para investigar cómo atajar la situación, tampoco funcionaran las tímidas medidas que se han tomado hasta el momento. La zona euro debe copiar de EEUU para retornar a la senda del crecimiento, y para ello debe haber una verdadera cohesión política y económica entre todos los estados para salir de estos dos años de recesión y más de veinte millones de desempleados.