En la forma en que crece el Estado, nada raro es soñar con un movimiento que lleve al Congreso. Y nada raro sería que un grupo de vecinos se reúna para pedir un proyecto convirtiendo la calle donde viven en el municipio de una nueva provincia de dos cuadras alrededor. En la reunión me propusieron para el Senado de la futura demarcación. Y el jovial abogado de la esquina confesó su deseo de ser el diputado.
En la cuadra hay otros abogados, un médico, dos contables, un ingeniero y profesionales de distintas ramas. Por eso, sin necesidad de otros vecindarios que aspiran a lo mismo, podríamos tener nuestro propio correo, fiscalía, Impuestos Internos y demás. Vivo en una zona dentro del Polígono Central, enmarcado entre las Kennedy, al norte, Máximo Gómez al este, Bolívar al sur y Churchill al este, donde están ubicados los principales bancos, los grandes centros comerciales, los mejores supermercados, las tiendas más exclusivas y los barrios residenciales entre los más caros del Distrito Nacional. En otras palabras, una zona que se vasta sola con el mayor nivel de ingreso per cápita de la República. De manera que no debe resultar difícil para el Ejecutivo y el Congreso aprobar esta y otras nueve solicitudes provinciales dentro del Polígono que incluyen áreas de gran potencial como Naco, La Esperilla, Piantini, Paraiso y Serrallés, lo que abriría oportunidades de lograrlo a otras peticiones de igual mérito como Bella Vista, los tres Arroyo Hondo, las tres Cuesta Hermosa y, por supuesto, Los Cacicazgos, dónde sí hay plata de verdad.
Pienso que negarnos este derecho sería injusto y si bien estos reclamos llevarían la matrícula del Congreso a 6,000, me parece razonable a fin de hacer más representativa la sociedad dominicana y mejorar la oferta de empleos del sector público, que mucha falta que nos hace. Al inscribirme en el grupo me dije: ¡Eureka, lo conseguí ! Tendré mi barrilito.