La actitud asumida por Euclides Gutiérrez Feliz contra Nuria Piera afecta a todos los que se dedican profesionalmente a la comunicación y aun a aquellos que ejercemos el derecho ciudadano a la libre expresión a través de algún medio de comunicación sin ser comunicadores profesionales. Pero que no le quepa duda a nadie de que la ciudadanía toda es la principal afectada pues son los medios de comunicación el canal a través del cual reciben las informaciones que forjan su opinión, que en su conjunto configura lo que se denomina opinión pública.
Al señor Gutiérrez Feliz no le gustó que Nuria Piera destacara que tenía alrededor de setenta facturas de energía eléctrica sin pagar. Tampoco le gustó el seguimiento que Nuria hizo de un tema absolutamente relevante para la ciudadanía, sobre todo por su condición de funcionario público y porque a pesar de llegar a un acuerdo de pago de su deuda eléctrica, lo incumplió.
El señor Gutiérrez no ha sido capaz de entender que su posición en el Gobierno, a nivel de ministro, hace que este tipo de comportamiento suyo tenga interés público y por tanto noticioso. Realmente, cualquier ciudadano o ciudadana que deje de pagar setenta facturas mensuales de electricidad y no le corten la luz, aunque no sea funcionario público, generaría interés público y merecería ser publicado, pues ocurre que el suministro de electricidad no es una actividad privada sino pública en estos momentos.
Es absolutamente censurable el comportamiento del señor Gutiérrez de no pagar la luz, y sus argumentos para no hacerlo lo convierten en enemigo de su propio gobierno, pues en caso de que una parte de la población siguiera su ejemplo, el sistema de distribución de energía, propiedad del gobierno y manejado por el gobierno, sencillamente colapsaría.
Pero no solo censurable sino además extremadamente peligrosa es su conducta de notificar a los anunciantes de Nuria en el 9, informándoles de una supuesta responsabilidad civil solidaria entre la comunicadora y sus anunciantes por lo que la primera pudiera decir a través de su programa. El señor Gutiérrez está amenazando no a los anunciantes sino al ejercicio efectivo de la libertad de prensa en la República Dominicana y todo periodista que se respete y todo ciudadano o ciudadana que tenga consciencia, debe levantar su voz de protesta por este atropello. Y está amenazando con un argumento falso, y con plena consciencia de que lo es, pues sabe perfectamente que esa solidaridad no existe en derecho dominicano.
Si el señor Gutiérrez entiende que ha sido difamado o injuriado, la ley prevé las acciones judiciales pertinentes, que no ha ejercido. Escuchaba al señor Gutiérrez señalar que había ejercido esta acción depositándola en las oficinas del Procurador General de la República porque como funcionario público así le correspondía hacerlo. Es una pena que un abogado de cincuenta años de ejercicio no sepa que este tipo de acción es considerada de naturaleza puramente privada (Art. 32 del Código Procesal Penal), y que por lo tanto el ministerio público no tiene participación en la misma. Pudo haberse ahorrado el paso por ante el Procurador General de la República, pero tal vez lo hizo con la intención de que su acción se quedara allí archivada para toda la vida, para no tener que dilucidar en los tribunales el tema denunciado por Nuria.
No contento con lo que ha hecho, el señor Gutiérrez ha iniciado una batalla en la opinión pública, intentando arrojar el lodo que le rodea a varios meritorios periodistas que han manifestado su solidaridad con Nuria Piera, incluyendo a Juan Bolívar Díaz, Miguel Guerrero, Huchi Lora, Patricia Solano, Ramón Colombo, Alicia Ortega, Roberto Cavada, entre otros. Lo peor de todo es que alega que el presidente de la República le dio instrucciones de defenderse con todas las armas. Estoy seguro que esto no es cierto, pues el presidente Fernández no tiene apariencia de suicida en la política, como parece tenerla el señor Gutiérrez. Estoy seguro, que tanto el presidente Fernández como el candidato Danilo Medina deben estar altamente preocupados por ese tren que ha perdido la cordura política y le hace enorme daño tanto al gobierno como a la candidatura oficial.
Los argumentos que utiliza el señor Gutiérrez para atacar a los periodistas demuestran lo desfasado que se encuentra. Acusar a Alicia Ortega y a Roberto Cavada de extranjeros es una prueba de que aún vive en la época de la dictadura o de la guerra fría en todo caso. Los dominicanos y dominicanas estamos agradecidos de que ambos hayan decidido aportar su indudable talento en el desarrollo de los medios de comunicación en nuestro país. La misma acusación en el caso de Nuria Piera merecería la misma respuesta, sino fuera porque nació en la República Dominicana y es tan dominicana como él.
El caso de Juan Bolívar Díaz es un caso viejo. Algunos consideran a Juan un verdadero peligro pues no solo es un periodista muy activo e influyente, que denuncia constantemente la corrupción pública, sin importar el color partidario que ondee en el palacio nacional, sino que además es un ciudadano activo, que ejerce la ciudadanía con los mismos objetivos con que hace periodismo. Esa doble condición lo hace doblemente peligroso y lleva a sus críticos a considerarlo el líder de una supuesta conspiración contra el gobierno actual. Pues bien, si el señor Gutiérrez considera que es conspirar reclamar transparencia, más dinero para educación, respeto de las leyes, eficiencia y eficacia en el uso de los recursos públicos, debo informarle que soy parte activa de esa conspiración, y me siento muy orgulloso de seguir los pasos de Juan Bolívar Díaz.
El señor Gutiérrez debe terminar de percatarse de que la dictadura trujillista terminó hace cincuenta años, que la libertad de prensa costó sangre, sudor y muchas lagrimas y que su reprochable comportamiento sólo ayudará a galvanizar la voluntad ciudadana en respaldo de aquellos que la ejercen con la dignidad, la entereza, la valentía y la integridad de los que él acusa.