Algunos grupos de delfines han sido encontrados golpeando marsopas hasta la muerte, violando hembras y cometiendo infanticidio.
Hace muy poco en una tertulia, donde brindan ron, oí la ya conocida frase "cultura somos todos" y me quedé con el sabor etimológico rondando el paladar, con el vacío acostumbrado que dejan las acepciones en desuso.
La cultura es el hacer que es común a la mayoría de los individuos de una sociedad, los caso aislados pueden pertenecer a la sociedad pero no a la cultura. Así un individuo que subsiste, en nuestro país, con una dieta basada en el maíz puede ser un hecho social pero no un hecho cultural.
Se dice que los artistas responden y reflejan las búsquedas y necesidades sociales o también la sociedad en sí misma. En el caso de nuestro glorioso pueblo dominicano no podemos decir que esto es cierto. Suele verse danza moderna americanizada, música no tan clásica europeizada, arquitectura para climas horrendamente fríos y lejanos y estos son y se mantienen como nuestros hitos culturales.
Recuerdo que en el 82 la UNESCO declaró sobre la cultura "Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos".
Nuestro pueblo tan presto a adoptar, siempre que el precio se multiplique, asuntos tan localistas como el hamburger o el chofan o los tacos o los ferrocarriles bajo la lluvia de Gamoneda, amerita un trato especial, una forma particular de estudio.
Cualquier pasante que deambule por el corredor cultural, propuesto por este tan poco humilde espectador, puede ver por villa consuelo y otros barrios los murales que retratan a querubines un poco creciditos con trenzas en el pelo y alas a lo san Miguel. Formas evolutivas del graffiti. Murales más propios de necrópolis aunados a frases como "Lolo vivirá por siempre" o "Raymon tu muerte no queda impune" que nos recuerdan a pasajes descritos en ciertas instancias de las mil y una noches. Obviamente no proceden de la mano de nuestros grandes artistas y no están hechos con materiales habituales sino más bien con sprays que evocan el neón y los anuncios de cafeterías suburbanas. Como estos murales hay cientos de hechos que son de factura meramente nacional productos de una respuesta natural al entorno, una respuesta a nuestra xenofilia y a nuestro vacío ancestral. Hechos que son El Dominicano Actual que se desdobla entre el colmadón y Friday´s. El dominicano no reconoce su realidad pero la asume y nuestra literatura se estanca sin adoptar este sincretismo.
Así nuestro plato ya no es arroz habichuela y carne, nuestra música no es el merengue, nuestra vestimenta no es el deshonroso disfraz de campesino con los colores de la bandera con el que suele bailarse el merengue típico en los resorts. Pretender negar este fenómeno es tan natural como referirse a un diccionario, pero de ahí a pasar al mutismo no solo de las autoridades sino también de los estudiosos e intelectuales, es un acto de maldad que no quedará impune; dentro de algunos años habrá una respuesta artística no oficial que acabará con cuanto framboyán, trinitaria, o con cuanto costumbrista que imite a Junot Días o a Jhonny Ventura. We believe in it.
Dedicado a "Muerte en Hawaii".