Desde el punto de vista sociológico, el etiquetamiento obedece a una asociatividad de los individuos como componente del cuerpo social con determinados patrones de conductas en el que se da por un hecho su predisposición a tener comportamientos delictivos o criminógenos.

En consecuencia, el propio estado como creador de normas con el fin de que los individuos se ajusten a la convivencia social, vulnera dichas normas con la manera incorrecta de algunos funcionarios en su actuación, lo cual deviene como un contraejemplo para la sociedad en general, produciendo en el cuerpo social un estado de confusión y ambivalencia, como perturbación mental en los segmentos más jóvenes.   

Otra versión de etiquetamiento es el hecho de animalizar las actitudes, en sentido de asociar ciertos individuos con los estigmas tales como, tu eres un monstruo, un caballo, un tiguere, un animal o por su parte, la asociatividad de que fulano es fácilmente te arranca la cabeza, ese si es verdad que se mata con cualquiera, etc., dejando todo esto como estela una constelación psicológica que condiciona a los individuos a proceder de la forma como están etiquetado.

En efecto, de lo anterior se desprende que son muchos los individuos que interiorizan tanto en su registro mental que son matatanes, que ante cualquier circunstancia que le parezca contrario a sus preferencias, reaccionan con su actitud criminógenas en virtud de que tiene que hacer honra a su ínfula social que la sociedad misma le ha construido.

Otra manera de construir conducta desviada, es la intervinculación que los padres asumen como referencia de modo de vida para sus hijos, tales como; corte de pelos o pelada bacana-algo interesante o sobresaliente-,  vestimentas y otros estilos de vidas que le son características del submundo, tales como, delincuencia, el narcotráfico y modelo de enriquecimiento ilícito, etc.

La conducta desviada, muchas veces,  es un desprendimiento de la componenda de padres que por el hecho de nos cosechar rechazo y desafectos de los hijos, han trastocado la socialización positiva y de compromiso con los valores.

Han abandonado la tutela y la garantía de guiar a sus hijos bajo modelo capaz de servir de plataforma para orientar los actos y comportamientos que representan las normas morales. Por ejemplo, una cosa tan simple como un corte de pelo, que por lo general es una etiqueta distintiva capos, delincuentes y narcotraficantes, genera en los jóvenes una empatía hacia esos que poco a poco sus padres le presentaron como modelos, inclusive, ídolos y héroes.

En conexidad con lo planteado, no nos estamos dando cuenta que algunas conductas de jóvenes, incluso niños, hace que convivamos con personas pequeña en la etiología de niños o niñas, que su condicionamiento lo arrastra, potencialmente a rendir cultos y ritos de reverencia a sus modelos por lo que están llamados a ser los relevos de este submundo de  parias sociales.

Un punto que se suma a la fábrica de delincuentes es la predica de la moral en calzoncillos que muchos padres exhiben. Es decir, la doble moral con la que realizan sus vidas y sus actos. De otra forma, por un lado queriendo transferir a sus hijos actos que al momento de ellos asumirlos, por el contrario, resultan los peores modelos y ejemplos.

Un aspecto que tiene una gran connotación es la propia cultura de la violencia en los hogares, lo que al transferirse de generación a generación, se vuelve todo un círculo vicioso de a Dios rogando y con el mazo dando.  Un asunto que no debemos soslayar es el hecho del sexo irresponsable y la cantidad  niñas madres y carajitos padres, que embarazan las chicas, quedándose estas en las casas paternas dejando una estela de que la familia como núcleo de la sociedad es eso.  Recibiendo en consecuencia, un cruce de doble mando la criatura, las madres por un lado, y los abuelos que por el hecho de ser suplidores y dueños de casas, toman el control del niño o la niña, donde si bien es cierto que le pueden dar mimos, le desarrolla un enfoque que eso es una familiar funcional, siendo por toda la circunstancia que acarrea un hotel familiar donde muchas veces viven un estado de hacinamiento y exacerbadas protecciones que hacen dicha criatura un ciudadano desenfocado de lo que es una formal, o sea, conformada por papá y mamá, desprendiendo esto, un estado de confusión que luego los apabullas cuando la vida les exija responsabilidades cuando tengan que afrontar las realidades de jóvenes y adultos.

En efecto, se desarrollan como seres con grandes sobregiros de protección, tolerancia y permisibilidad, que una vez no logre sus caprichos irrumpe como fiera en contra de cualquier ser que atente contra esos patrones de coger los mangos bajitos. Y como la sociedad le exige cosas que tiene que lograr para coronarse de éxitos, tales como, profesional rimbombante, Jeepeta, pistola, casa en sectores de clase alta, en fin, un mundo de consumo de distinción que si no asume un comportamiento conformista, de seguro que para elevar su estatus que la sociedad le exige, habrá de robar, matar, explotar el submundo del narcotráfico, y todas las diabluras que le produzca dinero para suplir el vacío que arrastra como una etiqueta social.