La ética como disciplina de la filosofía que estudia la moral, implica  el sujeto ético, el cual  se construye en valores y en estilo de vida, por lo que no somos solo realidad biológica, sino también realidad moral.  Cada sujeto ético  va construyendo su vida y en ese construirse  va dejando  un legado de valores en lo familiar y lo social.

En la ética el sujeto no se moldea por un simple deseo sin límite, ya que él vive en una relación compleja  con el lenguaje, la lengua, el poder, el discurso, la cultura y la sociedad. Lo que implica estrategia política y de vida.

El  filósofo  Spinoza decía que cada sujeto por lo que hay en él, se esfuerza en cuanto está a su alcance por perseverar en su ser, en vivir y buen vivir.  Por eso, la ética nos invita a  saber vivir y reflexionar sobre nuestra orientación de vida no de muerte. Esto requiere un ejercicio permanente de cómo vamos proyectando la vida en la sociedad y en ese mundo del ciberespacio en donde nos envolvemos en las redes sociales.

Mientras que el político vive su proyecto por y para el poder político cristalizado en el Estado y sus instancias, sus relaciones se pueden dar de  manera descarnada, no entrando en su relación con el poder  la amistad personal, sino la política, la cual se mueve de acuerdo a estrategias políticas comunes, si  uno de esos amigos políticos  orienta esa estrategia para otro lado, cesa la amistad política, tal como les sucedió: Jacobo Majluta  y Peña Gómez, Miguel Maldonado e Hipólito Mejía y ahora a Leonel Fernández y  al presidente Danilo Medina. Esto es, sin importar el simulacro político y el juego de máscaras que se exhibirá el domingo 31 de enero, cuando el expresidente Fernández  proclame al presidente Danilo como su nuevo candidato presidencial por el PLD, para el 2016-2020. Estos son dos enemigos que se necesitan en la presente coyuntura política.

En tal sentido no se puede mejorar la política ni al político con una pela de ética, eso es antiético o mejor dicho no comprender la compleja relación de la ética con la política y la ciberpolítica, el poder social y digital, el saber y la vida.Dice Sabater que al sujeto político, le cae bien un baño de ética, pero no se le puede exigir que tenga una ética del sujeto, porque la ética intenta mejorar las personas y la política mejorar  o transformar las instituciones, el político tiene que luchar para  que las instituciones funcionen. Por lo que intentar modificar la política por dosis de  ética es una ilusión engañosa de la que hay que despertar, es como apagar los incendios forestales con un hisopo de agua bendita.

De ahí que, al sujeto político dominicano, no se le puede situar en una ética del sujeto, sino en un sujeto que resuelva los problemas políticos,  los pliego de promesas,  que van desde un buen gobierno, el de edificar instituciones justas, el derecho a la salud, a la educación, y el bienestar de la sociedad, en fin el democratizar la democracia,  que es el ritual de un político democrático, con vocación de fomentar una ética ciudadana en la sociedad.

Además de esto, podemos hablar de ética política, en cuanto una ética  pública, del sujeto político enquistado en el  Estado y su diversas instancias. De esto se encarga la deodontología que es una rama de la ética que  tiene que ver con el estudio de las normativas, deberes y  los códigos éticos, por lo que no  se excluye que los políticos se orienten con un código ético en las instituciones públicas, en su buró político, en su ética política de amigos, ya que hasta la mafia tiene su código ético

Esto no significa,  que el ciudadano dominicano ha de abandonar su lucha permanente contra la corrupción, más bien implicarla en una ética cívica, como dice Adela Cortina, en cuanto conjunto de valores morales que comparten los distintos grupos de una sociedad moralmente pluralista y  un mínimo de justicia, en donde se respeten los derechos humanos, se valoren la libertad y  la solidaridad.

Por eso el ciudadano desde una ética cívica, debe empoderarse, luchar y exigir en el espacio y ciberespacio, que el político y ahora el nuevo sujeto ciberpolítico cumplan con lo que prometieron en campaña  a los ciudadanos y de no hacerlo  cuando llegan al poder, proceder vía jurídica, destituirlos y  someterlos a la justicia por incumplimiento, por falsas promesas y gobernar con política clientelista y patrimonialista. De esta manera, no se queda la sociedad dominicana entrampada en las redes sociales, con simple condena moral, por los actos de corrupción, y, porque el político no reformó las instituciones públicas, sino que las destruyó.

Es en esta tesitura que cobra importancia el Departamento de prevención  de la corrupción administrativa (DPCA) como entidad institucional, siempre y cuando se le coloque más allá de las influencias partidarias, de lo contrario no hay una intención por parte del sujeto político para combatir la corrupción en el Estado y sus diversas instancias.

Ante la corrupción, la impunidad y el incumpliendo de promesas en campaña, hay que indignarse y exigir más allá de la condena moral (lo cual no está mal) e ir a la condena jurídica, los corruptos a  la cárcel  que es donde deben estar. Eso es vivir una ética cívica y ciudadana, no descansar hasta que estén donde deben estar, cuando moralmente hay conciencia de que ellos no creen en la ética, en eso que en moral se llama remordimiento.  Por eso, es que algunos políticos no muestran en su rostro  una mueca de moral,  por lo que se les importa pactar con Mefistófeles para llegar al poder, lo cual dentro de su estrategia tiene lógica, pero dentro de la ética es  absurdo.

Esta visión no pretende satanizar al político, sino que el buen político es quien lucha por buscar que su estrategia funcione dentro de una  ética cívica, acorde con el interés del ciudadano, de la ética pública y no de los intereses particulares, de los negocios y del comité político o Petit comité de su partido o movimiento.

No es que hay una separación abismal entre la ética y la política, ya que forman parte de las complejas relaciones sociales en que se desenvuelve el sujeto político, que no necesariamente es partidario o perteneciente a un partido político, ya que de una u otra forma el sujeto es político, por vivir en las relaciones del poder social.