A sus 44 años la autora Amélie Nothomb ha publicado una novela cada año desde 1992. Con esta prolífica producción ha conquistado varios premios importantes, entre ellos, el Gran Premio de la Academia Francesa en 1999 por la novela que comentamos hoy, Estupor y temblores ("Stupeur et tremblements", Paris, 1999, traducida por Sergi Pàmies, Editorial Anagrama, 2000, 143 páginas), la cual también ganó el primer Premio Internet que otorgaron los lectores internautas.
Nothomb nació en Japón y creció en el Oriente porque su padre era diplomático belga en esa región del mundo. Solo quien ha conocido desde adentro esa cultura tan enigmática para los occidentales puede plasmar un retrato tan auténtico, en este caso de la cultura corporativa japonesa. Con simplicidad oriental, utilizando oraciones y párrafos cortos, elabora un breve relato donde salta a la vista la esencia de cada situación.
Trata de las peripecias de una joven occidental, recién graduada de la universidad, cuando es empleada en una de las corporaciones más grandes de Japón, lo que se considera un relato autobiográfico pues la autora trabajó como traductora en ese país. Comenzando por el nivel más bajo del escalafón, la protagonista es sometida a humillaciones y degradaciones públicas, situaciones verosímiles allá- impensables en los países occidentales desarrollados. El relato es cómico. La estricta jerarquización que norma la cultura japonesa, la discriminación hacia los y las occidentales, y la discriminación hacia las mujeres, se conjugan en el relato en situaciones tan absurdas y ridículas que llevan a la risa. Como dice la protagonista muy al inicio de la obra: "Incliné la cabeza y los hombros, constatando que en tan sólo diez minutos, sin haber pronunciado ni una palabra, ya había causado una mala impresión en mi primer día en la compañía Yumimoto." Desde luego, esto desde la óptica occidental, pues desde la óptica oriental, la protagonista se buscó los problemas por su comportamiento indebido, que amerita ser reprimido y castigado públicamente, para proteger "el honor" y la reputación de los superiores. La expresión con "estupor y temblores" describe cómo los japoneses y japonesas debían recibir a los miembros superiores a sí mismos, a la nobleza. Excelente lectura, sin desperdicios.