No vivimos en una democracia, ni siquiera en una oligocracia o en una plutocracia.

Vivimos en una perfecta estupidocracia. Busquemos el significado en Google.com.

Hace apenas unos días, el renombrado físico teórico británico, Stephen Hawking, dijo que el fenómeno “Donald Trump” se debe a que “la demagogia masiva siempre atrae al escalafón más bajo del común denominador de los ciudadanos”. ¡Vaya manera más intrincada de expresarse!

Algunos de los seguidores de Donald Trump se sintieron aludidos y acusaron a Stephen Hawking de no saber expresarse en un inglés inteligible. Sin embargo, a los cinco minutos de haberse comunicado la noticia, Google reportó un cliqueo excesivo en sus redes, indagaban sobre el significado de “escalafón”, “demagogia”, “común denominador” y “Stephen Hawking”. Este último parapléjico y atado a una silla de ruedas, simboliza la ciencia humana ante la inmensidad de lo desconocido.

Esto nos puede dar una idea del mundo en que vivimos y del nivel de ignorancia de la mayoría de los que nos rodean, a pesar del salto cuántico que implica el uso del internet, que mitiga la estulticia. No me digas que no sabes el significado de esta palabra.

De acuerdo con Noam Chomsky, connotado filólogo y linguista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), uno de los creadores de la teoría “cognitive science” (ciencia cognitiva), el populismo emocional e irracional de los menos informados siempre ha regido en nuestras sociedades.

Basado en difusas generalidades, el populismo emocional apela a las masas ignorantes, incapaces de pensar por sí mismas, convirtiéndolas en víctimas propiciatorias de los mataderos electorales, sobre todo cuando se apela al patrioterismo trasnochado de los votantes. Benito Mussolini y Adolfo Hitler fueron símbolos paradigmáticos de este peculiar fenómeno. El último es Donald Trump.

Para tener una idea, citamos aquí las palabras de uno de los encargados de propaganda del Partido Popular español (PP), a quien le preguntaron la razón por la cual la música de fondo de su principal anuncio de campaña era un merengue con ritmo dominicano. Esta fue su respuesta: “Ese tipo de música apela subliminalmente a los instintos más básicos de la población y no da tiempo a pensar, pero incita a  mover la cintura rítmicamente, como hacen los jóvenes en los Estados Unidos” (¡!).

¿Has notado que la televisión española ordinariamente usa canciones en inglés como música de fondo, a pesar de que pocos españoles hablan inglés? Es la cosa más extraña del mundo, sobre todo cuando se cuenta con una riqueza inagotable de música autóctona. Por otra parte… ¿no es el merengue propio de la subcultura caribeña, la cual no tiene nada qué ver con la música norteamericana? Además, los norteamericanos nunca mueven la cintura cuando bailan. Lo harán cuando hacen otra cosa, pero no cuando bailan.

En eso los propagandistas del PP se equivocan de calle. Por otra parte, es una admisión subliminal que manifiesta, a nivel subconsciente, que lo anglófilo es superior a lo autóctono, reflejando así un complejo de índole cultural.

Cuando el director de la campaña de Donald Trump, Corey Lewandowski, se enteró de las palabras del profesor Stephen Hawking, declaró: “El Dr. Hawking debiera expresarse en un inglés correcto, hablando como lo hace el pueblo llano”.

A lo cual dicen que el profesor contestó irónicamente: “Trump bad man. Bad man Trump all” (Trump hombre malo. Malo hombre completo Trump).

Así mismo mascullaban los nativos norteamericanos la lengua de Shakespeare, sin usar artículos, (ni definidos ni indefinidos), ni tampoco verbos. Así también los votantes de la estupidocracia entienden “más mejor”, amenazando con dar al traste con el futuro inmediato de su gran nación.

Un ejemplo palpable de este fenómeno fueron las palabras del senador republicano, David Perdue, ante una audiencia de cristianos de extrema derecha, refiriéndose a la “oración imprecatoria” (imprecatory prayer), en relación con el presidente Barack Hussein Obama: “Cuando oremos por él invoquemos el salmo 109:8”: “Que sus días sean pocos y que otro ocupe pronto su lugar”. Sin embargo en el siguiente versículo, 109:9, se lee lo siguiente: “Que sus hijos se queden huérfanos y su mujer se quede viuda” (¡!).

Después de los resultados del último “súper-martes” en las primarias, lo mismo se puede decir de la estupidocracia rampante de muchos de los que siguen a Hillary Clinton, cuyos trapitos sucios apenas empiezan a salir al sol. El más reciente ha sido el reporte de la ABC revelando que, a cambio de una “contribución” millonaria, ella nombró a un inversionista de nombre Rajiv K. Fernando (Chopper Trading Co.) como uno de sus consejeros políticos oficiales cuando era Secretaria de Estado y a pesar de que, a los pocos días de nombrarlo y debido al escándalo, Rajiv abruptamente tuvo que presentar su renuncia. En otras palabras, que compró el cargo. (Zero Hedge.com).

Algo parecido ha revelado el “Wall Street Journal” sobre Hillary aprobando desde su móvil privado varios ataques criminales de drones dirigidos contra objetivos civiles en el Medio Oriente, donde murieron muchos civiles. Fueron operaciones coordinadas entre la CIA y el Departamento de Estado.

El mismo día que Barack Hussein Obama declaró su apoyo a la candidatura de Hillary Clinton, apareció un reporte acusándolo de ser el presidente que más civiles ha ordenado eliminar a través del uso de drones dirigidos, donde han muerto más de mil civiles, incluyendo a 200 niños, en el área de Islamabad, la capital de Paquistán.

¿Y qué me dices de una política que permite tragedias masivas como las que hemos presenciado en estos días en Orlando, Florida?

Un gobierno incapaz de defendernos de nosotros mismos, pero que mata a la distancia en otros países, siguiendo una estrategia de terrorismo de estado,  establecido y entronizado, es parte de la estupidocracia que contrala al mundo.