Danza y coreografía: África y España. La síntesis

La danza es fundamentalmente de naturaleza africana y la coreografía es europea. Podríamos pensar que no tiene mucha importancia y que tampoco es tan mecánico; sin embargo, no deja de tener particular atención el tema debido a que puede trazar una línea de cómo los pueblos son capaces de apropiarse de formas culturales y reinterpretarlas, dándole sello particular.

La relación danza y coreografía, expresa el mestizaje de nuestra sociedad. No obstante, en todo el sistema danzario nuestro, es evidente la pareja, aunque a veces se suelten, pero entre ellos. Algunos juegos infantiles y cantados son colectivos, pero no son danzas propiamente, aunque otros se bailen.

En nuestras danzas, las figuras producen un protagonismo de los bailadores, poco visto entre los grupos de folklore que socializan la escenografía. Otro elemento a destacar son los diálogos entre danza e instrumentos musicales, en la que se produce una comunicación en que, el ritmo pauta a la danza.

El merengue en los contextos musicales donde se acelera el ritmo, se sueltan las parejas, hacen figuras individuales y también entre ellos. En esa improvisación es cuando la danza nuestra, a diferencia de las danzas europeas, permiten la improvisación de los bailadores.

Ahora bien, es el ritmo entre nosotros que marca el paso y condiciona la danza y a los bailadores. Por eso en su momento, el esclavizado observó al amo bailar, pero lo traicionó el ritmo, teniendo como resultado la corporeidad en la danza, herencia de procedencia africana en nuestros bailes proveniente del repique del tambor o de su base percutiva.

Ritmo y corporeidad

En la República Dominicana, la danza afroamericana, es dominante en las formas danzarías populares, y es eminentemente corporal. Posiblemente esa corporeidad viene de su sonoridad.

Movemos el cuerpo en la danza, integramos muchas partes del cuerpo a la danza que nos distancia de la cadencia europea. Pero somos igualmente musicales en nuestra cotidianidad, que implica a su vez, formas no convencionales dancísticas. Si bien, las orejas no pueden moverse, otras partes del cuerpo se integran al ritmo: pies, cintura, hombros, manos, cabeza, rodillas y glúteos, entre otras partes.

Todo es ritmo en nuestro país: cánticos religiosos, canto de hacha, salves religiosas, slogan y consignas políticas (que se bailan), pregones, y música por doquier. La sonoridad obliga a pensarnos como un pueblo musical, sonoro y danzario, como le llamara Darío Tejeda a su libro publicado por la Academia de Ciencias de la República Dominicana: La pasión danzaría, y que fue acuñada por primera vez por el Padre Jean Baptiste Labat, que visitó las islas del Caribe y describió algunos de los comportamientos típicos de sus pobladores, incluídos los de la parte española.

Hay una pasión por la danza en nuestro país que se hace presente  hasta despidiendo a un difunto. En los juegos de pelota, en las marchas políticas y manifestaciones sociales…sin olvidar las formas y cadencias al caminar, muy rítmicas y con una sugerente movilidad corpórea.

Es el cuerpo el protagonista de nuestras danzas, el de mayor expresividad gestual, de movilidad y cadencia, lo que se traduce en una integración entre música y danza muy propia a la tradición africana presente como legado entre nosotros.