ESTROPEAR – ESTROPEO

El fenómeno que se estudiará en esta sección es uno que sucede con frecuencia en las lenguas. Una palabra -verbo, sustantivo- recibe una nueva acepción mediante el uso reiterado de un grupo de hablantes. En este caso se trata de un uso de los hablantes dominicanos.

Se procederá a verificar las acepciones más próximas a la que se introducirá en este apartado, para demostrar la pertinencia del uso exclusivo del hablante dominicano.

En el español internacional el verbo estropear se emplea para “poner una cosa en mal estado”, o “perder una persona la salud o el aspecto juvenil”. Estas son las significaciones que se asemejan a lo que los dominicanos expresan, pero como se verá más abajo, no tienen las mismas características.

Este uso no se ha hallado en los diccionarios diferenciales del español dominicano, a pesar de que es de utilización cotidiana en el habla

En cuanto a la utilización que del verbo y del sustantivo se hace en el español dominicano no se refiere a ninguno de estos dos significados mencionados más arriba; sino a otro, que aunque se aproxima de estos queda suficientemente distante como para que se considere independiente.

El dominicano dirá que se siente estropeado después de mucho trabajo, esfuerzo, o, de pasar por una situación de mucha tensión, de esta manera expresará que se siente cansado, o, en caso extremo que se siente extenuado.

Concorde con lo que acaba de describirse, el estropeo en sí mismo puede considerarse de algún modo como sinónimo de “cansancio, fatiga”.

Como puede comprobarse, la persona no termina lisiada, como sucede en el estropeo del español corriente; no pasa de ser en el habla dominicana un estado corporal o anímico, de falta de fuerzas, de hastío o fastidio.

Este uso no se ha hallado en los diccionarios diferenciales del español dominicano, a pesar de que es de utilización cotidiana en el habla. No cabe duda de que una vez que se ha documentado por este medio, los lexicógrafos habrán de tomar nota de ello.

SIMIENTE – *CIMIENTE

“. . . sus hermanos no supieron defender su *CIMIENTE. . .”

Es un hecho comprobado que cada vez que un escribiente se arriesga a utilizar palabras que no son del habla diaria con eso aumentan las posibilidades de caer en equívocos. Eso que se escribió en la oración anterior se presume que fue lo que ocurrió en el caso de la frase transcrita al principio de esta sección. Esta corazonada que se ofrece como explicación hace parecer que el articulista “sí, miente”.

En español la palabra simiente fue la precursora de semilla que no la reemplazó en el uso hasta el siglo XVII. Algunos estudiosos aseguran que el origen de la palabra simiente deriva del latín sementis. Simiente fue palabra de uso en la Edad Media y en el Siglo de Oro.

La palabra simiente se acepta en tanto sinónima de semen y semilla. En la frase copiada a manera de ejemplo del uso errado, por simiente, se toma la última palabra con el significado de descendientes o ascendientes, que se aleja del español para acercarse al portugués antiguo semel que equivalía al moderno “descendencia”.

No cabe duda alguna de que el redactor debió escribir simiente para que el mensaje trascendiera sin dificultad

Si el corrector del computador no le señaló error alguno al redactor de la frase criticada fue porque en español existe el verbo “cimentar”, cuyo presente del subjuntivo para los pronombres yo, él, ella, usted, es “cimiente”.

Ahora bien, si se piensa que simiente es semilla, la Asociación de Academias de la Lengua Española en la cuarta posición para las acepciones correspondientes a semilla trae esta, “cosa que es causa u origen de  que proceden otras”.

Amparándose en la última acepción transcrita, puede aducirse que sí intentó el redactor escribir “simiente” tomando ese vocablo como equivalente de semilla y, por tanto, con el valor de ascendientes o ascendencia, pues esa simiente es la causa u origen de sus hermanos.

Para concluir. No cabe duda alguna de que el redactor debió escribir simiente para que el mensaje trascendiera sin dificultad. Quizás los dedos le jugaron una mala pasada por la proximidad que hay entre las letras ese /s/ y ce /c/ en el teclado. Si así fuere, perdonado sea.

POPULACHERO – *POPULACHISTA

“. . . sin abandonar los halagos y las dádivas que caracterizan el clásico estilo *POPULACHISTA”.

No es motivo de sorpresa si algunos escribientes tratan de embellecer su español cuando publican sus trabajos. Hasta palabras que tienen  relaciones con significados despectivos les parecen impublicables; por tanto, las evitan.

El párrafo anterior es la explicación que se ofrece para que el articulista haya evitado el vocablo “populachero” que cabía con todo derecho en esta frase y que lo reemplazara por uno inventado, populachista. Se repasará el significado y las implicaciones del uso de populachero.

La única posibilidad en que puede aceptarse el *populachista, con esa terminación es como sustantivo para denotar “partidario de”. El sufijo –acho, acha, se usa para formar despectivos; y, de ese modo aparece en populacho

Populachero es un adjetivo que lleva consigo denotación despectiva. Populachero es “del populacho”, que halaga o busca su aplauso para que este lo comprenda o lo estime. El Diccionario de la lengua española (2014) expresa que el populacho es la parte ínfima de la plebe, que es la clase social más baja. Ínfimo aquí ha de tomarse en tanto “bajo o inferior”, en cuanto al “valor, calidad, grado o importancia”.

La terminación –ero, -ra procede del latín –arius, cuando aparece en los adjetivos, “significa, en general, carácter o condición moral”. La única posibilidad en que puede aceptarse el *populachista, con esa terminación es como sustantivo para denotar “partidario de”. El sufijo –acho, acha, se usa para formar despectivos; y, de ese modo aparece en populacho.

Es probable que el redactor haya tratado de endulzar el estilo de la persona a la que se refería en su escrito, y en consecuencia, recurrió a su poder creativo, introduciendo aquí ese *populachista que no es palabra de circulación corriente en el español internacional.

La conclusión a la que puede llegarse en un caso como el estudiado aquí es que las acciones, o bien se llaman por su nombre, o no se nombran.