El ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, afirma que el gobierno cumple con sus metas en el 87.59 % de los casos, y que el presidente está al tanto de los avances logrados en las diferentes dependencias del Poder Ejecutivo (incluidos, supongo, la Procuraduría de la República). Insistió en que aquí todo marcha bien. La propaganda oficial mercadea un ambiente de normalidad, eficiencia e institucionalidad, como parte de una estrategia donde la mudez de Danilo Medina y Leonel Fernández están incluidas.
El silencio es una vieja maniobra política de la que hablaba Toussaint Dinouart en su clásico tratado “El arte de callar”, ya en 1771. Bien dosificado es efectivo, pero fracasa cuando se lleva al extremo. Está comprobado que el callar y manipular la opinión pública resulta exitoso, hasta que aparece en escena un “núcleo duro” de opinión capaz de cambiar la percepción ciudadana. Es un fenómeno social investigado con rigurosidad por la politóloga alemana Noelle Neumann, demostrado en su libro “La espiral del silencio” (Opinión pública: nuestra piel social 1977).
La Marcha Verde inició su crecimiento partiendo de un núcleo duro de opinión y ha cambiado la opinión dominante diseñada y sostenida – durante casi dos décadas – por los cerebros embaucadores de la clase gobernante. Lo que fuera rumor público intencionalmente menospreciado, ahora es opinión pública mayoritaria. Se ha desquebrajado la propaganda, el silencio comienza a ser inútil.
Suponer, como siguen suponiendo, que el control mediático, el teatro judicial, y el forzado silencio de los líderes morados seguirán siendo exitosos es una enajenación peligrosa. Después del incontrovertible cambio de opinión pública ocurrido, se ha virado la tortilla. La percepción colectiva es distinta.
La magnitud de las protestas verdes no tiene precedentes, como tampoco lo tienen los actos de corrupción política perpetrados por quienes gobiernan. Seguir insistiendo en que aquí todo esta bien, que las metas se cumplen, y que el gobierno marcha de maravilla, es un absurdo caricaturesco que solo conmueve a los militantes del PLD (y no a todos). Es aberrante la actitud del presidente Medina y del ex presidente Fernández al no dirigirse a la nación ante acusaciones tan graves y tan directas. De tal indiferencia, no se tienen noticias.
Las sospechas que acumula este gobierno, sus maniobras de encubrimiento, y su cercanía a innumerables delitos públicos, lo despojan de toda autoridad moral. Y si a esto añadimos – por si quedase duda – las estadísticas de la UNESCO sobre nuestro subdesarrollo, no se puede concluir otra cosa: este gobierno anda muy mal. Diga lo contrario el ministro de la presidencia, el Santo Padre, o el rector de la universidad de Harvard.
Creyendo en una estrategia política con la que esperan salir airosos, tal vez reciclados, están dispuestos a seguir mercadeándose y callando. Al parecer, ni Danilo, ni Leonel, ni el resto de la clase gobernante, quieren percatarse de que comienza a zigzaguear en su contra “la espiral de silencio”. La estrategia ha entrado en agonía, la opinión negativa de las minorías es ahora la de las mayorías. El fenómeno ha ocurrido antes. Y si no, que lo diga Lula…