Soy fan del deporte. Como tal, sigo la pelota, el basquetbol, jugué rugby, practiqué natación con los portentosos Caimanes del Caribe, bajo las directrices del gran entrenador Jaime, un peruano aplatanado. Y bajo dichas circunstancias, hoy en mis postrimerías, me conformo con oír a los comentaristas de deportes, que usualmente, de manera brillante, desarrollan sus criterios y comentarios en las diversas emisoras de radio de nuestro país.
En esas lides estaba, cuando comentando sobre los recién finalizados juegos olímpicos, uno de ellos estableció categóricamente, que ¨estos no son nuestros juegos¨ sino los centroamericanos, y los panamericanos. Ante esta afirmación, tan displicente e insólita, la cual había oído en otra oportunidad, no me quedé más que dándole vueltas en mi cabeza a lo limitado de nuestro pensamiento, y en la cortedad de miras de muchos dominicanos, incluyendo personas que entendía tenían un criterio sobre las cuestiones que trataban, influyendo en el criterio de millones de personas.
Pensé en Jamaica, que ganó 9 medallas, incluyendo cuatro de oro; Cuba, que ganó 15 medallas, incluyendo siete de oro; Serbia, que ganó 3 de medallas de oro; Eslovenia por su parte ganó 3 medallas de oro. Serbia tiene apenas 7 millones de habitantes y Eslovenia, un poco más de dos millones de habitantes, Jamaica no llega a tres millones de habitantes aun y Cuba tiene una densidad poblacional similar a la nuestra.
A contrario y muy lejos de lo que piensan los facultos comentaristas de deportes, a quienes me encanta oír, difiero de su criterio, por limitado y sobre todo por absurdo.
El dominicano, es atlético, intenso, deportista, dedicado y tiene la genética necesaria para ser de los mejores atletas del mundo, en cualquier disciplina deportiva, solo hay que ver el ejemplo de jóvenes deportistas que como único almuerzo al mediodía, asumen varias masitas con mabí en el estadio olímpico, y no tienen acceso ni a instalaciones deportivas de primer ni tercer mundo, y mucho menos, acceso a una alimentación balanceada y de calidad que les restablezca del intenso gasto de calorías que representa la actividad deportiva que desarrollan. Basta mirar al inmenso Felix Sanchez, Al Horford, Albert Pujols, Alex Rodriguez, los Vladimires Guerrero, Fernando Tatis III, Las reinas del caribe. y un largo etc.
Estoy más que seguro que, si el Estado Dominicano hiciera un plan maestro para el desarrollo de las disciplinas deportivas principales, donde a los atletas de alto nivel se les garantizara realmente la alimentación, las condiciones y entrenamiento necesario, los juegos olímpicos, si fueran nuestros juegos, y sobre todo, brillaríamos en el escenario mundial como lo hacen Cuba, Jamaica y otros países con similar condición y densidad poblacional, incluso con similar clima.
La diferencia es obvia. Es evidente y palmario el abandono absurdo e inconcebible con aquellos jóvenes atletas cuyo único sustento muchas veces viene dado por su condición de asimilados militares que les permite a duras penas, comerse un mendrugo de pan con agua de azúcar; y que solo son tomados en cuenta, cuando, a pesar de estas limitaciones constantes que le provocan hambre y desesperación, a pesar de todo, logran poner a la República Dominicana, en el ámbito mundial con notas sobresalientes.
Ojalá que estos juegos sirvan de trampolín, para el desarrollo de la actividad deportiva de nivel planetario en el país, de que se haga un sistema el apoyo a estas jóvenes promesas, y que sea así en lo sucesivo. Que sean ellos realmente ejemplos a seguir, y que la juventud no tenga en cuenta a los antivalores que ahora rigen la vida pública dominicana, sobre la base de la más supina ignorancia llegando a la depravación y estupidez absoluta.
Los Juegos olímpicos, si son nuestros juegos, lo que debemos es asumirlos como tales y actuar en consecuencia.