Hoy es una fecha gloriosa para la Patria dominicana, pues un día como hoy de 1816, nació un insigne dominicano, Matías Ramón Mella; considerado junto a Juan Pablo Duarte y Francisco del Rosario Sánchez, uno de los Padres de la Patria; figura de primer orden en todo el proceso que se desarrolló, primero, en la lucha por la separación de Haití y más adelante en la Guerra de Restauración.
La proceridad de Mella no admite discusión dentro de la crónica histórica de nuestras gestas independentista y restauradora. Es el, a mi juicio, la representación militar dentro de las tramas secretas y las estrategias que se gestaron y se pusieron en ejecución en ambas campañas. Estuvo en primera línea en la Batalla de las Carreras; en la Revolución del 7 de Julio de 1857, del movimiento cívico-militar para derrocar el Gobierno de Buenaventura Báez y establecer un Gobierno provisional en Santiago de los Caballeros. De hecho, hoy se conmemora también, el Día de las Fuerzas Armadas de la República Dominicana.
De igual manera se destaca como diplomático enviado por Duarte a Haití en 1843; como miembro de la recién creada Junta Central Gubernativa Provisional; como Gobernador de Santiago y delegado de la misma Junta; como opositor férreo ante la malhadada Matricula de Segovia, mediante la cual España intervenía de manera burda en los asuntos internos de la República Dominicana; como opositor a la Anexión a España, por lo que fue encarcelado y desterrado, regresando con las armas en las manos, luego del Grito de Capotillo; como Ministro de Guerra en el Gobierno Provisorio de la Restauración; entre muchas otras actuaciones a favor de la patria.
La sola actuación de Mella en el baluarte de La Misericordia aquel imperecedero 27 de Febrero de 1844, que mediante su Trabucazo anunciador de la determinación de los buenos dominicanos, de separarse del Gobierno haitiano para siempre; lo hace merecedor de admiración y reconocimiento eterno, pues, este prohombre siempre se irguió ante la ignominia que representaba la dominación haitiana; más aún, su determinación fue vital, pues llegó un momento en que la vacilación de los conjurados estuvo al punto de hacer posponer la acción pronunciadora del propósito patriota y la proclamación del advenimiento de la República Dominicana.
Hoy, la patria dominicana necesita de hombres de la gallardía, de la altivez, firmeza y energía de Matías Ramón Mella, ante las actitudes negativas y los antivalores de todo tipo que imperan en la sociedad dominicana. Hoy, se hace menester un despertar de los dominicanos; se precisa de recordatorios que alerten sobre naciones y nacionalidades que han perdido su independencia y hasta han dejado de existir, o se han visto divididas o fraccionadas; que han perdido sus tradiciones, costumbres y religión; porque no ha habido allí patriotas que se entreguen en cuerpo y alma en su defensa; hasta que ha sido tarde.
Hoy, la patria necesita el estruendo de un trabucazo contra el irrespeto a la Constitución de la República y el marcado afán de cambiarla a conveniencia; un trabucazo contra sus violadores y contra el servilismo clientelista que responde a los deseos de quienes siempre están al acecho para hacer de la Carta Magna, un simple “pedazo de papel”.
Necesitamos de un trabucazo contra la indolencia ante la inmigración ilegal descontrolada que trae consigo miseria, desabasto de salud, pérdida de puestos de trabajo para los nacionales, acaparados por los extranjeros indocumentados que ofrecen mano de obra más barata; un trabucazo contra la rampante corrupción política y administrativa que corroe las arcas de la nación, sumiendo al pueblo más humilde en la pobreza y la desigualdad; un trabucazo contra la falta de planes exitosos contra el auge de la delincuencia y el crimen organizado; un trabucazo contra la inflación imparable que eleva constantemente los precios de la canasta familiar ante la paralización total de los sueldos; por ultimo, la patria dominicana necesita un trabucazo que limpie a todo el aparato de justicia, ante la impunidad que se advierte en este poder del Estado.
Es tiempo de hacer un alto, paremos ya la indolencia, salvemos la patria, todavía estamos a tiempo, imitemos la actitud de Mella, su arrojo, su determinación y entereza, a fin de afrontar todos estos males que afectan a nuestro querido país. No hay que hacer distingos de banderías de ningún tipo; todos estamos llamados a constituirnos en defensores de nuestra República Dominicana.