De la sentencia 168-13 del tribunal Constitucional dominicano, se puede decir que es “un imparable” ò como decía un famoso comentarista de béisbol, cuando un pelotero daba un jonron “la bola pica y se extiende”, o como mas común dice el vulgo dominicano “esto se hincha”, cuando la situación tiende a tornarse complicada, o no se sabe que esperar de una situación de hecho que presiente consecuencias.

Bien, “esto se hincha” pues no solo somos muchos los dominicanos que no le encontramos justificación jurídica, moral, intelectual o social a la sentencia  que hace más de un mes hace la uno de la prensa.

Ya no solo son las  islas que forman el rosario de las Antillas Menores, son los demás países del continente que están escandalizados, avergonzados, disgustados y estupefactos con su contenido.

Igual como estamos avergonzados muchos dominicanos que no nos creemos con el derecho de discriminar, que sabemos el valor de las relaciones internacionales; del valor de los tratados, pactos y convenciones internacionales; de la palabra empeñada;  el lugar que ocupamos en el llamado “concierto de naciones”; que no tenemos una “machidad atronadora”, ni nos creemos con derecho a expedir  autos de fe;  que reflexionamos no solo sobre la suerte de los dominicanos nacidos después de 1929 de padres extranjeros, sino también sobre nuestra propia suerte frente a las criticas y embates que han surgido y que habrán de surgir;   que creemos en los valores de los derechos fundamentales  establecidos bajo la influencia del cristianismo, que reconoció la persona humana como destinataria de la especial elección de Dios.

El Secretario General de la OEA la ha calificado como un problema de Derechos Humanos de la competencia de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

Legisladores de Estados Unidos han escrito al Presidente de la República,  también el Primer Ministro de Saint Vincent y las Granadinas.

Para llegar al rango de los “Funerales de la Mama Grande”, solo nos falta que el Papa hable o venga por aquí.

La sentencia famosa, desde su origen, contiene el germen de la destrucción, que se expresó en los dos votos disidentes y que ahora adquiere mayor relieve por la declaración pública hecha por el Presidente del organismo, explicando la sentencia y justificándola.

En memoria de dominicano, nunca se había conocido un comportamiento de esa naturaleza, ¡que un juez considere su deber explicar el contenido  de una sentencia dictada!,  ¡No!, ¡Nunca! pero como decimos los campesinos “hay que estar vivo para ver cosas”.

Es cierto que el  Dr. Milton Ray Guevara, Presidente del Tribunal Constitucional, a quien  le reconozco altas calificaciones intelectuales, sentido de ponderación y moderación, nunca había sido juez y muy pocas veces se puso la toga de abogado para postular en los tribunales,  por lo que es probable que desconozca cuales son las restricciones de un juez; pero ¡vamos!, inteligencia no le falta , y  en ese órgano hay algunos que han sido jueces y saben muy bien que una sentencia se basta por sí sola para afirmar el derecho aplicado en la misma.

Un Juez de Paz en el más recóndito municipio del país, sabe  ese axioma cardinal.  Nunca se explica, nunca se excusa, precisamente porque la única explicación valida posible está contenida en los motivos que justifican el dispositivo.  Fuera de ahí, toda explicación es superflua, excesiva.

Muchas personas habían especulado que el Presidente del Tribunal Constitucional, debía dar explicaciones, ¡ERROR!, exclamé muchas veces.

Estuve en contra de que lo hiciera, porque un juez solo da explicaciones en el cuerpo de la sentencia.  ¡Cuan equivocada estuve!, pensé como abogada conocedora del valor de las decisiones jurisdiccionales.

La explicación dada por el Presidente del Tribunal Constitucional, le hace daño a la institución, a la que deslegitima haciendo mas difícil su inserción, su  adopción plena por los ciudadanos, le hace daño a él mismo, como persona y pone de relieve las diferencias entre sus integrantes.

Inmediatamente se supo de la declaración pública del Presidente del tribunal Constitucional, también se hizo pública la reacción de la Dra Katia Miguelina Jimenez, que expresó:Que conste que me enteré en Twitter de las declaraciones que hoy emite el Presidente del TC en nombre del órgano al que pertenezco. Nos preocupa que tales "aclaraciones" versen sobre asuntos estrictamente jurisdiccionales, muchos de los cuales no se hicieron constar en el fallo y que el documento que se publica en la web del TC y que divulgan los medios, sólo indique que están siendo emitidas por su Presidente en su condición de "vocero oficial". Me aparto absolutamente del contenido de esas declaraciones.”

“No comparto que se utilice a Duarte para defender un fallo ni que después de dictado haya que dar explicaciones ni congraciarse con quienes emitieron opiniones favorables. El Patricio ni delibero ni voto para dar esa sentencia.”

“Cada cual que asuma su responsabilidad. Los jueces han de tener presente el "principio de autosuficiencia", que envuelve el postulado de que la sentencia debe bastarse a sí misma y llevar en sí misma la prueba de su legalidad. No es concebible que el juez intente justificarla más allá de su contenido.”

Ese Twitter, tiene varias lecturas, ninguna de las cuales favorece al Tribunal Constitucional o a sus integrantes:

1º. Desautoriza la exposición pública de una opinión del Tribunal tomada unilateral e inconsultamente;

2º reprueba la utilización del nombre  o las palabras de Duarte para justificar una sentencia;

3º expresa el valor intrínseco de una decisión jurisdiccional, sin necesidad de justificación posterior;

4º aclara a quienes incumbe la responsabilidad de esa decisión,

5º hace constar que entre los motivos de la sentencia no se encuentran muchas de las explicaciones dadas en la aclaración pública,  entre otras lecturas.

Si se quería desacreditar la famosa sentencia, ya se hizo.  Y no son precisamente las Jueces disidentes que lo hacen.

No tenemos que esperar la visita de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y la condenación de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.  La situación no va a hincharse, ya está hinchada.

Deshagamos este entuerto y no nos refocilemos en el error, en la vergüenza, en la deshonra que nos va a caer a todos los dominicanos por esa sentencia.

Es de DERECHOS HUMANOS que se está hablando, ¿con que calidad moral podrá el Tribunal Constitucional reconocer que el Legislativo o el Ejecutivo han actuado en contra de la Constitución?,  si el tribunal no supo leerla ni interpretarla pro hominem ¿Cómo va a proteger a los ciudadanos dominicanos de las múltiples y variadas formas en que sus derechos humanos pueden ser violentados por la acción de la Administración?

Y con ello habrán tañido las campanas por la muerte del Tribunal Constitucional.