La teoría estética contemporánea surge como pensamiento trascendente de una práctica  de producción materializada, constituida  como  obra de arte. Esta puede ser advertida en los casos visibles en la tradición, la modernidad y la ultramodernidad. El pensamiento crítico y teórico sobre la obra artística abarca desde los procesos estéticos constructivos anteriores, y hace posible un proceso de forma-transparencia y valores mediante los cuales se estructura el proceso creación y  recepción de los diversos productos artísticos.

Para la teoría y la crítica de arte, la significación visual es una materialidad-forma  que se produce desde el lenguaje y la intersubjetividad, donde tanto la obra como el sujeto participan de una apertura y horizonte legibles a partir de los elementos compositivos de base que conforman la obra como tal: líneas, formas, colores, masas, puntos, centralidad, borde, ángulo y dirección.

Estos constituyentes hacen que la obra se manifieste como un lenguaje y además, como una función estética y cognoscitiva justificada en la tensión intuitiva y posible del proceso de producción de la misma. Comunicación artística, sujeto, mensaje y mundo de la obra  serán parte del cuerpo  significante de una cosmovisión formal creadora y  direccional del significado que a su vez pronuncia el sentido propio  de la obra.

Crear un contexto de lectura de los signos artísticos significa considerar la obra instituida a través de formas y contextos cuya finalidad es la articulación- proyección de los contenidos específicos de la estructura de la obra-mundo.

En efecto,  interviene en el proceso de reflexión creadora la mirada del sujeto y la fascinación   por el objeto; la mostración de exterioridad en un formato determinado; el arquetipo de la forma exterior; la idealidad del significante; la idealidad del significado y su extensión comunicativa Estos  niveles de articulación establecen la forma visual para reconocer los puntos que hacen necesaria una interpretación de los motivos que engendran la artisticidad.

La artisticidad es el fenómeno inherente a la obra que particulariza, desde el punto de vista estético, la semiosis artística, esto es la cualidad formal del orden significante, los significados de la obra y sus valores. Dicha semiosis es un proceso ilimitado donde la visión construye la materialidad artística, verbal, visual y comunicadora.

Los elementos constructivos que se analizan como posibilidad creadora en los casos que presenta la historia general de la producción artística constituyen el relato y la travesía de interpretación que abarca y comprende la proyección artística, o sea, el ordo  y los qualia de la obra.

Así pues, la obra artística produce  su propio desprendimiento y, desde la crítica y la teoría, expresa la concepción de los elementos constitutivos de la creación, habida cuenta de los intereses que se pronuncian en el contexto de la  artística. Igualmente, los modos de significación de la obra de arte son entendidos como un tipo de comprensión desde el interior de la obra misma y desde su exterior, lo que hace que sus elementos configurantes sirvan de soporte a la cualidad intensamente inherente de la obra de arte y sus movimientos especulares. Una obra de arte es, desde la lectura, un sistema semiótico y como tal su interpretación debería ser holística, esto es, referida a todos los órdenes de los signos-fuerzas en la cultura.

La significación de un monumento, un cuadro, escultura,  fotografía artística o  mural, permite estructurar un juicio sobre el objeto que se proyecta siempre como unidad y vínculo entre la obra y el espectador, siendo así que los productos artísticos pueden ser ventilados de manera sistemática desde el lenguaje y la forma analítica. Esto hace que existan registros de interioridad y de exterioridad, para así dar los pasos hacia una crítica de la razón artística a partir de las imágenes del alto occidente cristiano.

La concepción integradora de lo artístico se reconoce en una unidad formal, pero además, en un simbolismo abstracto totalizador y vinculante de los conceptos y variables propias del pensamiento. La estructura de la forma artística asegura que el objeto producido es una particularidad que promueve y muestra su objeto desde la visión creadora, pero más que todo,  busca observar la unidad vertical y horizontal de un espaciamiento artístico.

La imagen artística se unifica en la visión de los ritmos orgánicos y procesuales de las obras que forman su tradición desde la lectura. Los casos pendientes de analizar instituyen la productividad creadora de masas y volúmenes, materiales y realizaciones, estructuras y funciones que pueden permanecer entre los objetos y objetivos del arte y sus economías simbólicas de la productividad artística.