La entrevista colectiva que aquí presento, Monjas se preguntan…, fue publicada originalmente en la revista católica Amigo del Hogar en 1975. Es el noveno de una serie de doce ensayos que escribí a petición del director de la revista de entonces, el sacerdote Juan Rodríguez m.s.c, en ocasión de la celebración del “Año Internacional de la Mujer”.

Ninguno de los ochos ensayos sobre la opresión de la mujer en la sociedad que escribí previamente fue objetado. Pero esta entrevista reveló la discriminación interna que sufren las mujeres que se consagran a la vida religiosa. De ser conocida, la Iglesia perdería los brazos que hacen las funciones de servir y dar testimonio de pobreza, pero a quienes se les niega voz y voto. No pueden participar en las decisiones que afectan sus propias vidas. Callar y obedecer son las prácticas que la Iglesia más valora e impone. Como dice una de las monjas entrevistadas: “Sé que hay diferencias dentro de las instituciones seculares, pero hasta donde llega la Iglesia, no llega ninguna otra”.

Cuando salió publicado el número correspondiente al mes de septiembre 1975, la reacción del obispo de Santiago, Monseñor Roque Adames, fue hecha pública de inmediato a través de la radio. Explicó que la revista “en vez de informar, desinforma” y llamó al director de la revista para comunicarle que la prohibiría si continuaba con artículos como éste. Por este motivo, tomé la decisión de sustituir el próximo artículo que tenía redactado, titulado Entrevista con una seminarista, para evitar un enfrentamiento con la Iglesia, y poder continuar trabajando en el Centro de Promoción Campesina de Pontón, La Vega.

La entrevista tuvo lugar en julio de 1975 con un grupo de 15 religiosas de unas 50 que llegaron al país de los Estados Unidos para participar de un seminario de un mes de duración sobre Economía Política y Teología de Liberación. Lo organicé por dos años consecutivos respondiendo a la solicitud de la Superiora de las Dominicas de Adrian, Sister Rosemary Ferguson. Para la parte teológica, invité al mentor de mi tesis, el sacerdote holandés, Frank VanderHoff. Organicé un encuentro de los sacerdotes del Cibao que seguían los lineamientos de la Teología de la Liberación con el padre VanderHoff; quienes luego lo invitaron al país para más intercambios.

Mi participación en la entrevista se limitó a iniciar un conversatorio con una sola pregunta: ¿Están ustedes conformes con el papel que desempeñan dentro de las estructuras eclesiásticas?

Debo aclarar que de todas las congregaciones religiosas de la Iglesia Católica, las congregaciones estadounidenses de mujeres fueron el grupo que más cambió a consecuencias del concilio del Vaticano II. En América Latina, la Teología de Liberación fue política, y no liberalizó en su interior la estructura de poder. Se continuó con los Concordatos de extrema derecha y con la opresión de la mujer.

Las Dominicas, formaron parte de la Conferencia de Mujeres Líderes Religiosas (LCWR por sus siglas en ingles), fundada en 1956. Una de su superiora general fue Sister Rosemary Ferguson. Representa aproximadamente el 80% de unas 48,500 mujeres religiosas en los Estados Unidos. Fueron objeto de censura por ser “feministas radicales” por la Congregación para la Doctrina de la Fe, sucesora de la antigua Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición.

En su visita a los Estados Unidos, el papa Francisco simbólicamente tomó partido con el grupo de monjas conservadoras que no se adhieren al (LCWR). Las únicas monjas que visitó y animó fueron las Hermanitas de los Pobres. Estas tienen un litigio en las cortes porque consideran que su libertad religiosa se violenta si llenan un formulario para que las compañías de seguro cubran los anticonceptivos de las empleadas en sus instituciones.[1] A continuación reproduzco el ensayo original:

A migo del Hogar. Año Internacional de la Mujer, septiembre 1975

MONJAS SE PREGUNTAN

Por Argelia Tejada Yangüela

Resumen de un diálogo entre religiosas

Durante el mes de julio, quince religiosas participaron en un diálogo, reflexionando juntas sobre su propia situación dentro de la Iglesia. A continuación publicamos el diálogo iniciado por Argelia con la siguiente pregunta:

¿Están ustedes conformes con el papel que desempeñan dentro de las estructuras eclesiásticas? [Después de la pregunta, no intervine en la discusión que ésta generó. El diálogo fue en Ingles. Lo traduje y mantuve la privacidad de las monjas usando nombres ficticios].

Sor Alicia: Yo experimento una gran frustración. Para poder decir mi palabra tengo que formar parte del grupo que hace las decisiones dentro de la estructura de la Iglesia. Sé que como mujer me he comprometido con una misión que va más allá de mi misma. Sin embargo, no soy tomada seriamente. Por el contrario, las estructuras de la Iglesia se convierten en obstáculo, porque niegan mi participación a nivel de decisiones.

Sor Ana: Mientras dejo de pensar y acepto todo lo que me dicen, todo va bien. Pero en el momento en que trato de cuestionar y de cambiar las cosas y los modelos establecidos, entonces encuentro problemas. Enseguida le hacen sentir a una que está fuera de lugar. Ser mujer dentro de la Iglesia implica aceptar una gran desigualdad con respecto a los hombres.

Sor Natividad: Así es. Yo trabajo con un párroco. Eso quiere decir que estoy en la parroquia para obedecer y servir en todos los trabajos que sean necesarios.  Pero las ideas son siempre de él. En otras palabras, nosotras somos como las domésticas glorificadas del apostolado. Creo que tenemos que concientizar a los sacerdotes para que comprendan lo que es una religiosa y el tipo de compromiso que tenemos.  Creo que no saben que el Espíritu Santo también habla por boca de las mujeres.

Sor Gloria. Eso último que dices es importante. Muchas veces algunos eclesiásticos piensan que tienen línea directa con Dios, como si el Espíritu Santo sólo hablara a través de ellos. Nosotras hemos dedicado nuestras vidas al servicio del pueblo. Pero creo que tenemos que analizar bien nuestra situación. Quizás en vez de estar sirviendo al pueblo de Dios nos encontramos encajadas dentro de una estructura que no nos deja servir a la gente. Terminamos sirviendo a la estructura y no a la gente. Yo me pregunto eso muchas veces, ¿estoy sirviendo a la gente o estoy aquí para cumplir una cantidad de disposiciones que en realidad no tienen mucho sentido?

Sor Imelda: Yo creo que estamos en una situación crítica. Por nuestra condición de religiosas no formamos parte de los laicos ni de ningún tipo de asociación secular. Parece ser como que entramos a otro mundo distinto al mundo en que todo el pueblo se desenvuelve…pero, al mismo tiempo, ese mundo al cual hemos entrado nos cierra las puertas. Nos niega voz y voto. El resultado es que terminamos formando nuestro propio mundo, el mundo de las monjas…, de los conventos…, de las reglas…, de los detalles. Con razón la gente nos llama “monjitas”, con una especie de lástima. ¡Cómo si fuéramos las personas más imbéciles sobre la tierra! Quizás, tengan algo de razón. La obediencia mal impuesta nos ha robado la capacidad de pensar.

Sor Piedad: Yo creo que la Iglesia Católica es una institución con muchos prejuicios hacia la mujer. Sé que hay diferencias dentro de las instituciones seculares, pero hasta donde llega la Iglesia, no llega ninguna otra. Nosotras nos pasamos la vida sirviendo, y nunca nos toman en cuenta a la hora de planificar. A las reuniones van los obispos con sus sacerdotes. Ni siquiera se molestan por conocer nuestra opinión.[2]

Sor Consuelo: Creo que no debemos perder de vista que todos los laicos están oprimidos dentro de la Iglesia. No solamente nosotras. A ellos tampoco se les permite participar a nivel de decisiones. Son como una clase aparte.[3]

Sor Gloria: Pero los hombres laicos pueden ser sacerdotes si así lo desean; además, ¿conoces alguna Presidenta de Asamblea?

Sor María: Yo no veo ningún motivo que impida la ordenación de mujeres al sacerdocio o a ser Presidenta de Asamblea. Después de todo, la mayoría de la gente que va a Misa y practica la religión en nuestro país [Estados Unidos] pertenece al sexo femenino.

Sor Gloria: Para la ordenación de mujeres se dan muchos impedimentos. Parece ser que estos impedimentos—aunque la gente sinceramente lo crea–, y ya se fundamenten en principios teológicos o bíblicos (Jesús y los apóstoles eran hombres), o en motivos relacionados con los “signos de los tiempos” (¡que va a pensar la gente!, aspectos culturales contemporáneos, etc.), cualesquiera que sean las razones que se den, en el fondo, se trata de una actitud básica del hombre frente a la mujer. Y aún más, se puede decir que hay una falta de entendimiento fundamental del hombre para con la mujer, de mujeres entre sí (consecuencia de valorizar más al hombre que a sí mismas) y de la mujer al hombre.[4]

Sor Modesta: Parece que éste problema tiene toda una historia dentro de la Iglesia. Yo creo que la raíz del conflicto demanda un entendimiento de lo que es la sexualidad y de los roles que el hombre y la mujer juegan en la sociedad. Aunque se den muchos motivos en contra de la ordenación de mujeres—motivos de índoles teológica, sociológica, cultural, ecuménica, etc. yo también creo que básicamente se trata de poca comprensión entre el hombre y la mujer.

Sor Consuelo: Una de las cosas que salen a relucir cuando hablamos de la ordenación de mujeres es la visión teológica que legitima la marginación de la mujer. Esta teología entiende la Revelación en forma estática y es la tradición la que rige las normas presente: ¡si las mujeres no fueron ordenadas en el pasado, no deben ser ordenadas hoy en el futuro!  Sin embargo, este tipo de teología es contradictorio con muchos aspectos del Concilio Vaticano II.  Se enfatiza una presencia de la Iglesia y una visión de la realidad más dinámica. La Revelación misma no se ve como algo terminado, sino como un proceso histórico, en medio del cual constantemente La Palabra nos interpela.

Sor Amable: El año pasado se formó una comisión dentro de la Iglesia para estudiar la posición de la mujer. Explícitamente se prohibió tocar el tema sobre ordenación sacerdotal para la mujer. Esto dice mucho ¡La voz de la mujer no se toma seriamente!

Sor Consuelo: Creo que es necesario hacer un estudio extenso sobre la ordenación de mujeres. Pero esa comisión que se formó estaba formada casi completamente por hombres. ¡Eso me hace desconfiar de que en realidad nos estén tomando con seriedad! Sin embargo, hoy en día las mujeres están demandando más y más ser oídas, ser tomadas seriamente.

Sor Paz: A mí me parece que la temática sobre la mujer en la Iglesia es bien amplia. Abre el apostolado a la mujer, no solamente a la religiosa, pero a la laica también.  Más aún rompe con el patr1>n clásico de un grupito de sacerdotes masculinos. ¡Todo el mundo que ha sido bautizado y no tiene impedimentos de índole personal tiene derecho a ser apóstol! Creo que nosotras estamos comprometidas con el Pueblo de Dios a poner en práctica ese concepto Paulino del Bautismo.  De otra forma nos quedamos como ciudadanos de segunda clase.[5]

Argelia: Preguntas para discusión a lectores del Amigo del Hogar

1) ¿Cuáles son los mecanismos de dominación a que están sometidas las religiosas?

2) La mayoría de las religiosas de nuestro país provienen de la masa desposeída. Sin embargo, la gran parte de los colegios católicos sirven a las clases pudientes, ¿Cómo se explica esto? 

Además de la entrevista grupal, entrevisté individualmente a Sor Paz, quién creía en los cambios anunciados en la retórica del Concilio Vaticano II y por varios años completó sus estudios en un seminario para estar lista para su ordenación sacerdotal. Titulé el artículo inédito Entrevista con una seminarista. Por razones obvias, no fue publicado y Sor Paz murió sin cumplir su sueño.

A título personal, muchas personas me han preguntado por qué en 1977 abandoné la vida religiosa. Yo no podía hacer otra cosa. El que lea este artículo comprenderá que entre múltiples factores, me avergonzaba pertenecer a una institución que te deshumaniza y no respeta tu dignidad y menos tu inteligencia. Además, mi contacto con los pobres y con la Jerarquía me llevó a abandonar los dogmas de fe que no tienen ninguna validez histórica y contradicen las evidencias que nos permiten conocer la realidad.

Por último, la censura del obispo y las posiciones del clero que descarriló el Concilio Vaticano II me recuerdan las palabras de Leon Festinger, celebrado psicólogo de la Universidad de Stanford: El hombre con una convicción es un hombre difícil de cambiar. Dile que estás en desacuerdo, y el dará la vuelta y se alejará. Enséñale hechos o figuras y el cuestiona tus fuentes. Apela a la lógica y el no logra ver tu punto de vista. (mi traducción).

[1] Ver, http://www.nbcnews.com/storyline/pope-francis-visits-america/spiritual-shot-arm-pope-visits-nuns-obamacare-suit-n432931

[2] Nota de la redacción del Amigo del Hogar: “Esto sucede en algunas partes, pero también es cierto que sucede lo contrario en otros sitios.

[3] Nota de la redacción del Amigo del Hogar: Lo exacto sería afirmar que todavía no se le da suficiente importancia a los laicos es exagerado afirmar que todos están oprimidos.

[4] Nota de la redacción del Amigo del Hogar: Nada impide afirmar que en la Iglesia la mujer asuma ministerios menores (presidentas de asamblea, delegadas de la palabras, etc.), pero en la tradición de la Iglesia no existen antecedentes para conferirle el sacerdocio a la mujer.

[5] Nota de la redacción del Amigo del Hogar. NO debe confundirse el “derecho” de “ser apóstol”; con el derecho de ser “sacerdote”. El sacerdocio ministerial es un don; no tenemos derecho a él ni el hombre ni la mujer. Obligación de ser apóstoles si tenemos todos los bautizados.