De vez en cuando y de cuando en vez República Dominicana sufre los embates de una campaña muy negativa por parte de medios internacionales e instituciones con relación a la inmigración haitiana.

Pero en muchas de las supuestas denuncias se nota una gran falta a la verdad.

Y esto sencillamente lleva a pensar que de lo que se trata es de una campaña con fines y propósitos muy claros: forzar a la nación a tener que soportar una carga migratoria imposible de sostener.

Hace poco el diario norteamericano The New York Times publicó un amplio reportaje que ilustra de manera bien clara lo que acabamos de plantear.

El titular lo dice todo, pues indica que la buena voluntad de los dominicanos ya se acabo. Es decir que ya no existen las manifestaciones de solidaridad brindada tras el terremoto.

Se acusa ahora al país de empezar una especie de campaña injusta de deportación.

"Ellos han sido culpados por la presencia del cólera, de quitar los puestos de trabajos y de ejecutar actos criminales", así empieza el amplio trabajo.

Señala que esto es lo que ha generado la acción de sacar del país a los inmigrantes negros, "haciéndoles la vida difícil".

Las acusaciones dicen que se están ejecutando requisas en las vías públicas en busca de haitianos.

Lo peor de todo es que se afirma ante el mundo que aquí impera ahora una nueva Constitución la cual niega la ciudadanía a los hijos de inmigrantes ilegales y que, además, se deportan a personas con muchos
años residiendo.

Se nos acusa de ser impacientes ante el proceso de recuperación de una nación que está recibiendo la asistencia de naciones que están concentradas, primero, en atender a los cientos de miles de haitianos
sin techos, sin trabajo y sin medio de vida.

Esto forzó al embajador dominicano en Washington a tener que escribir al medio aclarando la situación.

La nueva Constitución lo que ha hecho es aclarar lo que estaba rodeado de mucha ambigüedad. Y esto benefició a los inmigrantes.

En término real, a las autoridades dominicanas y al Gobierno se les está pidiendo que detengan las deportaciones.

Con el problema haitiano, República Dominicana tiene un gran desafío.

Siempre ha sido así, pero ahora la situación se ha complicado tras el terrible terremoto de enero.

Es que la puerta de escape más idónea para los haitianos es este territorio.

Su nación es un infierno de temperatura cada vez más elevada y la única salvación es Santo Domingo.

¿Hasta dónde será esto sostenible?

República dominicana tiene también sus propios grandes problemas y desafíos. La tasa de desempleo aquí es alta y hay precariedad en los servicios públicos, incluyendo la salud y la educación.

Es algo muy cuesta arriba colocar sobre nuestros hombros la carga  de los haitianos.

Los medios de comunicación internacionales deben edificarse un poco más acerca de la realidad.

Contrario a esa campaña negativa, los dominicanos hemos sido más que solidarios con Haití.

Nuestro Presidente, el doctor Leonel Fernández Reyna, fue el primero en llegar tras el terremoto. Los dominicanos fuimos hemos estado compartiendo nuestro pan y nuestro abrigo con esta pobre nación.

Sin embargo, este no ha sido el comportamiento de las naciones que sí le han sacado provecho a Haití.

Lo que uno aprecia es que a los dominicanos se nos quiere dejar toda la responsabilidad de la suerte de ese país.

Debe seguir retumbando en América y el mundo la frase de Fidel Castro cuando dijo que el problema haitiano es una vergüenza de este Siglo.

La solidaridad dominicana sigue con Haití, ahora hay más haitianos que nunca en nuestro territorio.

El mundo debe saber que las principales compañías constructoras del país están llenas de la mano de obra haitiana y que estos inmigrantes realizan innumerables tareas en nuestras calles y por doquier. Ellos han desplazado a los dominicanos en muchas áreas. La salida al problema haitiano no está en forzar a los dominicanos a llevar sólo la carga. Esto tiene que ver con la disposición seria y real de todas las naciones desarrolladas en el sentido de sacar a este país de su miseria y atraso.

Si República Dominicana no asume un carácter serio ante esta situación, pronto podrían estas dos naciones enfrentar crisis muy fuertes.

La migración haitiana debe tener un límite. Esto está contemplado en todas partes. Y el mejor ejemplo es Estados Unidos, donde lograr un estatus de residente es cada día más difícil.