Hace unos meses tuve una experiencia muy hermosa con una de mis pacientes, una mujer de 53 años, profesional, activa laboralmente, con sus hijos adultos y una pareja con la que mantiene una sexualidad con calidad e intimidad afectiva. Regresa a la consulta después de un tiempo, pues había descubierto algo que quería trabajar en su proceso terapéutico.

Me cuenta que fue a su ginecóloga varias veces por molestias vaginales luego de tener actividad sexual. La ginecóloga la tranquiliza y le indica un lubricante para evitar las molestias ya que entiende puede deberse a su proceso de desarrollo hormonal. Me cuenta que compró el lubricante, se lo muestra a su pareja, él indica que no tiene problema en usarlo, pero que todavía ella no lo necesita, estas palabras la encandilaron y pasó un tiempo hasta regresar donde la ginecóloga por las mismas molestias. La médica la chequea, no encuentra nada y le pregunta ¿estás usando lubricante? Me cuenta que al escuchar esta pregunta, hizo silencio, recordó la reacción de su pareja, tuvo un momento de luz y se dijo a sí misma “me estoy resistiendo a la vejez”.

Con esa demanda fue a mi consulta para explorar más a fondo este descubrimiento que había hecho y en compañía, trabajar para aceptar que la vida, el cuerpo, el amor, las emociones, las circunstancias cambian.

Quise escribir acerca de esta historia a inicio de año y tomarlo como una hermosa metáfora que sirva para darnos cuenta si estamos resistiéndonos al ritmo hermoso de la vida, al cambio como elemento esencial de la existencia. A esta posibilidad que nos pudiera llevar por caminos nuevos e inesperados y que sin darnos cuenta nos pudiéramos perder, por el miedo a encontrar una nueva forma, o por vergüenza a hablar, a decir lo que sentimos, lo que queremos y cómo lo queremos.

En la cuarta sesión luego de este encuentro y después de haber trabajado su mundo emocional, le pregunté a la paciente, entonces ¿estás usando lubricante? Y me respondió: “claro, dejé de creerle a mi pareja y creí en el dolor que sentía, comencé a creerme a mí misma como la que soy ahora y desde entonces disfruto, deseo y gozo mi sexualidad”.

Ahora les propongo a mis lectores, mujeres y hombres mantener esta actitud de auto observación, de mirada interna frente a las circunstancias que este nuevo año les presente y usar esta metáfora para cualquier circunstancia en que sea necesario entender, aceptar, cambiar, suavizar y preguntarse: ¿Estoy usando lubricante?

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@solangealvara2