Existen diversas maneras de disfrutar con el conocimiento del idioma. Hace muy poco, como parte de las actividades para celebrar el Día del Padre, jugamos con palíndromos. Y la verdad es que la pasamos muy bien.
Otro de mis disfrutes es el juego de palabras. A esa diversión debo el título de este escrito. Y si de personificar se trata, se lo debo a un amigo, campesino, serrano, con deseos de estudiar licenciatura en derecho, a sus más de seis décadas de existencia.
Debe hacer un poco más de treinta años que ambos participábamos en un análisis de coyuntura. Él era, entre el grupo de analistas, quizás, quien menos estudios formales tenía en aquel momento. Pero, con esa capacidad extraordinaria que siempre le ha caracterizado, planteó “No e´ lo mi’mo e’tai a la cabeza de la coyuntura que i’se de cabeza en la coyuntura”.
Hoy vivimos una coyuntura muy compleja, en la que corremos el riesgo de irnos de cabeza. De un lado, el tema político, con las características habituales de los procesos de transición en países como el nuestro; de otro lado, la pandemia, con sus bemoles “a la dominicana”, además de la secuela en términos sanitarios y económicos; y con ambos temas, un año que se nos va “esfumando” sin que hayamos podido ni siquiera comenzarlo con formalidad.
Pero, como si nos faltara uno que otro “ingrediente pa’l sancocho”, a todo esto, se suma el acercamiento a la parte más activa de la temporada ciclónica. Ese período también incluye una odiosa carga en términos sanitarios, emocionales y económicos.
Nuestro país vive una coyuntura en la que, más que cualquier otra cosa, se requiere de un claro rol del liderazgo.
Las autoridades, tanto salientes como entrantes, tienen en sus manos la oportunidad para que no haya dudas sobre su capacidad como conductores de la sociedad hacia un mejor estadio.
Con el gabinete anunciado por “redes sociales”, mientras se pone número a cada decreto, y con los demostrados niveles de colaboración y armonía entre salientes y entrantes, señal de que hemos superado aquellas etapas traumáticas en cada cambio de gobierno, podemos demostrar que hay causas que nos unen y hasta nos hacen dejar de lado ciertas diferencias.
Desde el Congreso, con aumento de la representación femenina en el Senado, y multiplicando por más de seis la representación juvenil en la Cámara de Diputados, tienen oportunidad para justificar su escogencia como “representantes”, y hasta para manifestar su vocación por la auténtica participación de la ciudadanía.
Desde los “Gobiernos Locales”, completando sus primeros “cien días”, luego de una toma de posesión en medio de lo que muy bien pudo haber sido un “entrenamiento para aprender a afrontar a la Covid-19”, se tiene oportunidad para honrar a los fundadores de la dominicanidad, avanzando de cara a lograr que los seres humanos seamos real centro de las acciones gubernamentales.
Con honrosos referentes del sector privado que van más allá de sus obligaciones legales. Con esas empresas cuya adecuada gestión de su responsabilidad social les ha dotado de una imagen corporativa, más que valorada, defendida por sus clientes. Con quienes han entendido que vivimos un nuevo contexto, en el que urge adaptar los modelos productivos y de crecimiento para abordar estos cambios de manera adecuada y eficaz. Con un sector privado así se construye un mejor país.
Desde los medios, con la altísima incidencia en la cadena formada por pensamientos, sentimientos, acciones y consecuencias, tenemos oportunidad para atinar en las razones y los propósitos de todo lo que difundimos, en atención a alimentar las alianzas y provocar los acuerdos de que precisa todo colectivo dispuesto a avanzar.
No creo estar aspirando a algo inalcanzable. Sencillamente intento aprovechar la situación por la que hoy pasamos para invitar a quienes logran ver un poco allá que el común de los simples mortales.
Confío en que lo que hoy vivimos esté sirviendo como lección. Confío en que, de verdad, aprendamos. Confío en que logremos entender que cuando se crece solo es muy difícil (por no decir imposible) sostenerse. Confío en que sepamos ponernos “a la cabeza” para que no nos vayamos “de cabeza” en esta coyuntura.