Y después que todo pase,
Qué argumentaremos para
Justificar nuestra irresponsabilidad
Y nuestros miedos.
Es triste y confuso el sentimiento que se experimenta cuando se lee la situación política vivida en Alemania por los años 1930-33, donde se disputaban el poder los comunistas por un lado y los nazis por el otro, mientras los partidos burgueses se desgarraban entre ellos por una primacía que ya habían perdido hacía tiempo, existiendo más de 50 partidos políticos sin ninguno poseer mayoría y que hoy, en este pedazo de tierra, parece que estamos viviendo lo mismo. ¿Quizás sea cierto que la historia se repite sin importar el lugar?
El peligro que esto conlleva es que ni siquiera nos damos cuenta del desastre que esto encierra, aunque nuestros políticos si conocen la situación ocurrida en Alemania. Y el ejemplo no es arrastrado por los cabellos, porque aquí y ahora, la sensación es que no hay de donde escoger, aunque al igual que allá siempre es posible que aparezcan predestinados, algunos con ínfulas de reyes, otros con master en jugadas subterráneas y otros tantos cínicos, con la misma estrategia de poder ofrecer siempre a los grupos apolillados algo dentro del reparto del país, como si fueran a compartir el pan en la Santa Cena.
Estamos viviendo en otra galaxia, en otra dimensión donde la irresponsabilidad campea por sus fueros y donde el resultado de esta acción es tan perturbadora que mete miedo al hacernos los ciegos para no ver la avalancha que nos está atrapando. Y lo cierto es que duele cuando vemos como desde nuestros primeros tiempos, aquellos que pensaban, dijeron cosas que hoy son una realidad incuestionable, como lo expresado por Pedro Francisco Bonó, de que: “La Republica, no tiene las condiciones necesarias para ser autónoma bajo el estandarte democrático” y que en términos similares se expresara el General Luperón, el más abanderado del liberalismo político y espada de la restauración, el cual llego a expresarse con amargura y pesimismo sobre los políticos y la política dominicana.
Y lo increíble es que hoy, después de más de 150 años parece que nada ha cambiado. Los que obtienen el Poder se adueñan de todo el país para sus beneficios personales como si fuera un botín de guerra, convirtiendo los partidos en empresas privadas, provocando con sus desmanes deudas impagables, odios, miserias y sobre todo, las mismas carencias de antaño. En tanto, se adueñan del parque, la pelota y el bate, poniendo bajo sus órdenes antojadizas y protectoras, hasta los propios árbitros.
Es por esa ambición política que importan costumbres y leyes que les sean beneficiosas a sus intereses. Estamos viendo como en Brasil, el gobierno está como barco a la deriva que se desplaza a merced de donde quiera el viento mientras las ratas lo abandonan, como siempre ha sucedido, pero aun así, queremos seguir siendo ciegos sin ver las amenazas, pero tampoco queriendo ver las oportunidades, como esa que se nos presenta ahora en Mayo.
¿Estaremos abocados a cualquiera de las situaciones antes expuestas?, en realidad, no lo sé. Pero, aun así, tenemos que preguntarnos si la “Democracia” o “Cleptocracia” que padecemos podrá continuar sustentándose en los caprichos o deseos de un Poder Ejecutivo que aglutinó en sus redes absolutamente todos los Poderes del Estado, las Instituciones Públicas y Privadas, los Ayuntamientos, la mayoría de los medios que componen el gran Poder Mediático y hasta las Iglesias
Y no hay que buscar culpables de esta situación porque culpables somos todos. Antes las elecciones eran para que ganara la mayoría, pero frente al hecho de que no podían obtener el poder por ese sistema importaron la modalidad del gobierno de las minorías sobre las mayorías, al agrupar, utilizando los medios a su alcance, todos los que de una manera u otra la conforman y principalmente, aquella masa comprable y decisiva en la segunda vuelta, creada expresamente para adueñarse del poder imponiendo la voluntad de los menos sobre los más. Esperemos unos días y hablamos. ¡Si señor!