“El doctor Joaquín Balaguer declaró ayer que auspiciará una reforma a la Constitución en el sentido de prohibir que un mismo ciudadano pueda ser Presidente de la República durante dos periodos consecutivos. El jefe del Estado afirmó que en esa modificación, que sería efectiva para el periodo que se inicie el 16 de agosto de 1974, el mando presidencial sea prolongado. Durante su campaña electoral Balaguer dijo que favorece que ese periodo se prolongue a cinco o seis años. “Todas las promesas que yo he hecho, expresó, las cumpliré”. El Caribe, 18 de mayo de 1970, página 1
En sus primeras declaraciones públicas, inmediatamente después de haberse reelegido sobre un montón de cadáveres, Joaquín Balaguer reconocía la gravedad y las consecuencias de sus acciones prometiendo prohibir la reelección. La noticia fue desplegada por El Caribe bajo su principal titular de portada. ¿Cómo un candidato triunfador de lo primero que habla es de prohibir la reelección? ¿Estaría pagando una deuda o expiando una culpa?
Como demostraría la historia, el déspota ilustrado hablaba consciente de que no le cumpliría a la población subyugada; como no le cumplió al vicepresidente Francisco Augusto Lora una promesa semejante que le había hecho en algún momento entre 1966 y 1969. La campaña electoral de 1970 desembocó en la más perfecta farsa electoral de tiempos recientes en República Dominicana.
Una nota retrospectiva de Loyda Peña en el periódico Hoy del 5 de marzo de 2012 describe el panorama nacional próximo a los comicios: “En 1970, el Partido Revolucionario Dominicano decidió no participar en las elecciones de mayo de ese año. Entonces el Presidente Joaquín Balaguer buscaba su primera reelección, en un juego político que le permitió tomar la decisión a último momento. El panorama que precedió a las elecciones presidenciales, congresionales y municipales del 1970 fue muy convulso en términos políticos, y de excesos contra la población. Las luchas internas en los dos principales partidos de entonces, el Reformista (PR), y el Revolucionario Dominicano (PRD), dejaron al interior de ambos disidencias y abstención; y hacia afuera, mucha represión. El rechazo en amplios sectores a los aprestos reeleccionistas del presidente Joaquín Balaguer marcaron la pauta para una enconada campaña electoral en la que incluso tomó partido, dividida, la Iglesia Católica, según publicaciones de la época. En el PR Balaguer vio enfrentada sus aspiraciones a lo interno por la candidatura presidencial del vicepresidente Francisco Augusto Lora, y a lo externo, a la presión de los grupos de oposición que pedían su salida del poder. En el otro escenario estaban en disputa Juan Bosch y Peña Gómez, presidente y secretario general, respectivamente, del PRD, y otros dirigentes, entre los que se destacaba Jottin Cury, por una propuesta que, desde su autoexilio en Europa, hiciera el primero para que el partido blanco se abstuviera de participar en los comicios y adoptara una línea política denominada “Dictadura con respaldo Popular”, en procura de instaurar un gobierno de izquierda en el país.
La disyuntiva de ambas organizaciones políticas fue decidida por sus espectativas Convenciones de Delegados, celebradas los días 15 (PR) y 27 (PRD) de febrero. Los reformistas, divididos, aprobaron la candidatura de Balaguer aún sin éste decidir si se repostularía; mientras que los perredeístas acogieron, con enmiendas, las propuestas de Bosch, y decidieron abstenerse por considerar que en el país no habían condiciones para celebrar comicios “libres y transparentes”.
En medio de su indecisión, Balaguer creó el Movimiento Nacional de la Juventud (MNJ), presidido por Víctor Gómez Bergés, para en caso de una eventual ruptura con el PR, tener un partido que sustentara sus aspiraciones reeleccionistas. En procura de su objetivo y ante la resistencia de Lora, que le reclamaba cumplir con su promesa de respaldar sus aspiraciones a la Presidencia, Balaguer hizo una “purga” en el PR y expulsó a importantes dirigentes que le adversaban en la Capital y en Santiago”
El fraude no consistió solamente en que Balaguer impusiera su reelección sino en que lo hizo con la complicidad de todos los participantes en el supuesto certamen electoral: los cuatro candidatos “opositores” Elías Wessin (Partido Quisqueyano Demócrata PQD), Alfonso Moreno Martínez (Partido Revolucionario Social Cristiano PRSC), Jaime Manuel Fernández en sustitución de Héctor García Godoy quien falleciera el 20 de abril anterior (Movimiento de Conciliación Nacional MCN) y Francisco Augusto Lora (Movimiento de Integración Democrática Antireeleccionista MIDA), actuaron como cómplices, junto a la prensa, la Junta Central Electoral, la cúpula del empresariado, la embajada de Estados Unidos y la alta jerarquía eclesiástica. Basta leer en El Caribe del lunes 18 de mayo las declaraciones de los candidatos “derrotados”, especialmente Lora y Wessin, para percibir que ellos sabían perfectamente en qué se habían metido.
Wessin: “El resultado de los comicios generales del 16 de mayo ‘ha sido una sorpresa’ declaró anoche el candidato a la presidencia por el Partido Quisqueyano Demócrata (PQD). El general retirado Elías Wessin y Wessin dijo que ‘este pueblo esperaba otra cosa’”.
Moreno Martínez: “…el Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC) no abandonará sus principios y mantendrá su lucha por el bienestar de las clases obreras y campesinas dominicanas. Así lo dijo el doctor Alfonso Moreno Martínez, candidato presidencial del PRSC, al admitir su derrota en los comicios del sábado. Moreno Martínez afirmo que el triunfo del Partido Reformista y de su candidato Joaquín Balaguer “no nos desalienta, porque sabemos que tenemos por delante el sacar al país del subdesarrollo, lo que considero que será una tarea larga y dura”.
Lora: “…dijo que para él fue una sorpresa la derrota de Guarionex Lluberes Montás en Santo Domingo”. Afirmó además que fue inesperada la derrota del MIDA en la ciudad de Santiago”.
Ayudó mucho también el titubeante liderazgo de Juan Bosch y su Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que no le ofrecieron alternativa a la población fuera de una abstención pura y simple.
La izquierda, en cambio, continuó peleando una guerra que siempre consideró inconclusa desde la virtual derrota de abril de 1965, que muchos vieron como un empate. Sin hacer caso a la abstención pasiva preconizada por el líder opositor Juan Bosch, los grupos mayoritarios de la izquierda plantearon una “abstención activa”, llamando a boicotear las elecciones. Pasados los comicios, mientras Bosch le declaraba a los medios extranjeros que ellos (el PRD) no tenían “nada que ver” con las elecciones, la izquierda denunciaba el fraude, la participación de los militares y policías y el uso masivo de los recursos estatales a favor del candidato reeleccionista. Participando de esa resistencia, sin haber recibido instrucciones ni orientación alguna, me encontraba yo en Santiago el día anterior a las elecciones.
Había viajado allí en compañía de mi amigo Ángel Antonio Peña, quien tenía la intención de visitar a su padre en San José de las Matas. Esa noche pernoctamos en una casa del barrio de La Tabacalera (creo que era la vivienda de la señora Lourdes Raposo de Pérez). En la noche ayudé a sellar cédulas con el sellito VOTO que se usaba para estampar el documento de identificación y electoral para indicar que el portador había votado. Esto era una forma de resistencia pues se había difundido que las autoridades perseguirían a quienes se abstuvieran. Sellamos esa noche decenas de cédulas de ciudadanos que no votarían. Por cierto, en un momento, esa noche, se desató un intenso pero breve tiroteo en los alrededores de la casa, aunque no hubo bajas y nunca supe si la agresión tenía que ver con lo que estábamos haciendo o con quienes residían allí. El calibre de las armas automáticas me indicó que en los disparos participaban militares.
En Santiago reinaba una tensión de alto voltaje pues la ciudad parecía ser el centro de la resistencia contra Balaguer. El vicepresidente Augusto Lora, con su cuartel general instalado allí, aseguraría al día siguiente que en Santiago hubo una “abstención” más grande que en todo el país. Y él sabía lo que hablaba.
Recuerdo que todo esto se repitió en menor escala en 1974; entonces hice lo mismo, pero en la Capital, y esta vez, entre otros ciudadanos, les sellé el documento a varios profesores de la UASD. Ese año también hubo abstención y resistencia, y tampoco Juan Bosch planteó alternativas, mientras un sector de la izquierda continuaba en guerra contra el sistema vigente.
Joaquín Balaguer no fue reelecto por los votantes ya que una masa considerable de electores estuvo impedido de ejercer el sufragio. El déspota bonapartista fue impuesto por medio de una farsa electoral, legitimado por los factores de poder locales (cúpula empresarial y elites sociales, alta jerarquía eclesiástica y fuerzas armadas) y refrendado por el poder metropolitano mediante su embajada en el país.
Amplios segmentos de la población se abstuvieron de votar mientras engañaban a las autoridades sellando sus cédulas con antelación a los comicios. Una ingeniosa forma de resistencia que causaba más diversión que otra cosa.