La semana que recién concluyó debió estremecer con pavoroso fragor los cimientos de la sociedad dominicana. Ante nuestros ojos se ha mostrado la realidad desnuda sin ambages. La sociedad languidece porque hemos visto subir el telón de una tragicomedia cuyos actores no solo son los que aparecen como protagonistas de los hechos, sino todos nosotros.
Es una sociedad que convierte al verdugo en juez, el político tramposo se roba los fondos del estado y le vemos defenderse jurando incluso por su madre que es un hombre honesto, el honesto se cuestiona si ante el derroche de faltarle el respeto a los millones su accionar ha sido el correcto o es simplemente un pendejo más.
Los héroes que seguíamos se plegaron al poder de los partidos diciéndonos a diario que las luchas de otrora sirvieron de poco y así vemos la realidad temblorosa y fría como la fina hoja de un puñal.
Pareciera que la corrupción es un cáncer que ha hecho metástasis en nuestro pueblo y un buen día nos despertamos siendo parte del guion, teniendo asientos privilegiados en la platea del teatro de la vida.
A quien le hacen una operación, no importa si Coral debe "jugar" la lotería si se salva, porque, ni siquiera con decirle quédate en Casa hemos escapado a esa terrible sensación de sentirnos como el juez juzgado, siendo cómplices de una realidad que siembra sus uñas ponzoñosas en una piel sin anticuerpos. Y se cuestiona uno si ¿ante tanta podredumbre es posible la esperanza?
El virus de la corrupción ancló sus remos y se quedó varado en el puerto de la conciencia de la sociedad dominicana porque, si pensábamos que solo los políticos eran corruptos, apareció el fraude de Quédate en Casa para decirnos que la sociedad también se inclina a aprovecharse cuando le dan la oportunidad.
Tantos casos de corrupción nos dejan la conciencia herida y perturbada. ¿En serio es esta la sociedad a la que aspiramos? ¿Es esta la sociedad en la que queremos que crezcan nuestros hijos y nietos? Reconozco que las personas serias somos más, que la sociedad dominicana en sí misma es honesta, el problema reside en que los honestos no siempre tienen la condición económica para acceder a puestos en el Estado y si no perteneces a un partido entonces esta oportunidad es negada.
Tan faltos estamos de un dedo que nos muestre el camino que casi convertimos en super héroe a alguien que por un acuerdo con el Ministerio Público decide contar la trama. No quiero que me mal interpreten, valoro enormemente el aporte que ha hecho el mayor Girón a la investigación, pero es importante recordar que también es imputado. Él mismo reconoció los hechos que se les atribuyen. Es de agradecer su valentía, pero no empecemos a verlo como un modelo ni un dechado de virtud.
Lo que estamos viendo es grave y nos dice que como sociedad hemos tocado fondo porque es tan simple como decir que cuando el que manda pierde la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.