La República Dominicana y Haití iniciaron el 7 de enero en la comunidad haitiana de Juana Méndez los trabajos de una comisión conjunta de ambos países para impulsar programas de cooperación que contribuyan al desarrollo de ambas naciones.

Una segunda reunión con iguales propósitos tuvo efecto en la comunidad fronteriza de Jimaní el 3 de febrero.  Luego se dieron varios aplazamientos a posteriores convocatorias, hasta que el 8 de mayo los ministros de Turismo e Interior de ambos países se reunieron en Santo Domingo y los de Comercio y Salud hicieron lo mismo en Puerto Príncipe.

El pasado 9 de julio en Juan Dolio   se retomó el diálogo entre ambos gobiernos con muy buenos resultados relativos a las relaciones comerciales, delincuencia y medio ambiente, entre otros.

Aunque no se diga,los aplazamientos de las convocatorias previas al encuentro del 9 de julio  estuvieron relacionados a la sentencia TC 168-13 que despojaba de la nacionalidad a más de 200 mil dominicanos; un real mamotreto jurídico de efectos muy perversos para el desarrollo nacional y que el Presidente de la República y su equipo más cercano de colaboradores transformaron en una muy inteligente, consensuada y políticamente certera respuesta que ha dejado satisfechos a todos- perdón, perdón, debo decir casi a todos, menos al “grupito de siempre”-. La correcta respuesta del gobierno coincide en lo esencial con las explicaciones que en numerosos artículos en Acento.com.do escribiera uno de los más modestos, pero de los más lúcidos, brillantes y coherentes intelectuales dominicanos: Juan Tomas Tavares Kelner.

Despejado el camino de la azarosa sentencia y retomados los encuentros conjuntos hacia el desarrollo pleno de ambas naciones, convendría hacer algunas precisiones.

Es el Estado el más alto nivel de organización de la sociedad; sus poderes reales son 6, Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral, Municipal y Control Estatal. Un liderazgo que efectivamente aporte al desarrollo de  esta peculiar isla con dos naciones con más de 20 millones de almas debe fortalecer esos poderes y no debilitarlos, evitando así que estén al servicio de intereses  mezquinos.

Hay que procurar que la cooperación entre ambas naciones hacia el desarrollo, en lo gerencial parta por identificar los componentes y elaborar un plan maestro con su sistema de seguimiento que cubra varias etapas desde una perspectiva de largo plazo  sin aplazar en cada tramo las soluciones de los problemas urgentes.

Hay que proponerse y es posible lograrlo la existencia de dos naciones donde el ser humano pueda elevarse másallá de la pobreza que es al mismo tiempo marginación y exclusión. Podemos hacerlo. ¡Adelante!