Un amigo lector tildó recientemente a Obama de comunista. El ObamaCare, para mi amigo, fue una medida digna de un Stalin o un Mao. Qué importa que 20 millones de americanos ganaran el derecho a cuidados médicos. Se trató de una injerencia del estado en la vida privada de los ciudadanos. La verdad es que su opinión me chocó. Pero también me dio la idea de escribir este artículo, donde compararé los sistemas de ayuda social americano y europeo. Y diré por qué creo que el último es infinitamente mejor.

Para los americanos, la responsabilidad individual es un valor fundamental. Estoy de acuerdo con ello. Cada individuo es responsable de su vida, de sus éxitos y de sus fracasos. Sin embargo, creo que está verdad se aplica hasta un cierto punto. Hay situaciones en las que un individuo no logra salir de una situación difícil, a pesar de todos los esfuerzos que ha invertido en ello. Hay situaciones en las que el individualismo, tan apreciado para los americanos, se convierte en simple egoísmo.

Por otro lado, los americanos odian la intervención del estado en el mercado como el diablo a la cruz. Particularmente los republicanos, por supuesto. No en balde fue Reagan, un republicano de los de “a verdad”, la versión americana de Margaret Thatcher, quien implementó una de las desregularizaciones más agresivas de la historia americana. Fue Reagan quien liberalizó el sector de los seguros de salud. Fue el responsable del caos que Obama trató de resolver. Esta desregularización permitió a las compañías aseguradoras concentrarse en hacer dinero y no en resolver los problemas de salud de los asegurados. Y contratar médicos para buscar razones no validas para rechazar servicios de salud a sus asegurados. Fue esta desregularización la que permitió a hospitales a montar en un taxi a enfermos que no tenían con que pagar sus servicios. O dejarlos en una silla de ruedas en la acera, simplemente. Concluiré diciendo que Estados Unidos es el único país del G7 que no ofrece cobertura integral de salud a sus ciudadanos. Es decir, que el resto de las naciones más industrializadas del mundo son, para mi amigo, comunistas.

Mi amigo se queja de que el ObamaCare fue impuesto a millones de americanos en contra de su voluntad. El estado, argumentaría, es en parte responsable  del bienestar de los ciudadanos ¿No son obligatorios los seguros de responsabilidad civil de vehículos y viviendas?¿No tiene derecho un ciudadano a ser compensado por un daño, voluntario o no, recibido de otro ciudadano?¿No son impuestos los impuestos? Esta última pregunta puede llamar a risa. El punto es que una nación es un grupo humano que ha decidido convivir como una gran familia. Y una familia es impensable sin cierto grado de solidaridad.

La desregularización se ha aplicado también en el área de las finanzas. A los actores financieros y bursátiles se les permitió hacer y deshacer. Fue esta la causa de la crisis mundial de 2008.

La desregularización caracterizó el sector aéreo antes de los ataques de 2001. De hecho fue en parte responsable de ellos. Porque permitió a las líneas aéreas relajar los controles de seguridad para maximizar sus beneficios.

Personalmente soy partidario de los sistemas europeos, mucho más solidarios. Mi amigo exagerará diciendo que la intervención del estado es propia de economías centralizadas. Es cierto. Pero yo me opongo por igual a intervenciones estatales absolutas y a la falta casi total de ellas. Los sistemas europeos no llegan a ninguno de estos extremos. Ni siquiera líderes de la extrema derecha como Marine Le Pen, tan admirada por mi amigo, se atreven a poner en entredicho la esencia de los sistemas europeos de seguridad social.

Y la verdad es que funcionan. Veamos.

Estados Unidos ocupa solamente el lugar 43 en cuanto a la esperanza de vida de sus ciudadanos. Y el último entre los países del G7. 20 países europeos lo superan.

Hablemos de educación. 26 naciones europeas tienen una alfabetización mayor que los americanos. En cuanto a las universidades americanas, sus costos son escandalosos. Un año escolar puede costar 40 mil dólares. Leí una vez que el mismísimo Barack Obama todavía estaba pagando el préstamo con que financió sus estudios universitarios. Una universidad como la de Lovaina, en cambio, con una reputación bien ganada desde hace más de medio milenio, que figura en algunas disciplinas entre las cien mejores universidades del mundo, cuesta menos que la PUCMM.

En Europa se pagan muchos impuestos, es cierto. Pero los mismos se revierten en beneficios para sus ciudadanos. Citemos unas últimas estadísticas. Las sociedades más igualitarias son las europeas. En 28 países europeos los ingresos se distribuyen más equitativamente que en Estados Unidos. Mientras que en la República Checa los más ricos ganan solamente 5 veces más que los más pobres y en Noruega está proporción es de 6, en Estados Unidos los más ricos ganan 16 veces más que los más pobres. En este sentido, los Estados Unidos están más cerca de la República Dominicana (donde los más ricos ganan más de 25 veces que los más pobres) que de estos dos países europeos.

Mi amigo tiene el derecho de ser tan partidario del liberalismo económico que Trump. A mí que me maten con los sistemas europeos.