El pragmatismo de Estados Unidos en política exterior no tiene punto de comparación con ninguna otra potencia a lo largo de la historia.

Por eso no debe sorprender que en el momento en que las tropas norteamericanas que agredieron y ocuparon a Afganistán en 2001 pasan el control de las operaciones militares a las fuerzas armadas “afganas”, el gobierno de Estados Unidos abre públicamente negociaciones con las milicias del Talibán que no han podido derrotar en 12 años de guerra.

Como es natural, el presidente que impusieron los norteamericanos al desangrado pueblo afgano, Hamid Karzai, chilla contrariado y anuncia que suspende las negociaciones con el Talibán que había promovido Estados Unidos y de paso cancela la cuarta ronda sobre cooperación militar con los militares norteamericanos.

¿Por qué Estados Unidos negocia con el Talibán cuando se adelanta la salida de las tropas invasoras y ahora las tareas de combate quedan en manos de las fuerzas militares de Afganistán?

Muy sencillo: Estados Unidos está convencido de que una distensión con las milicias del Talibán (sunitas) en Afganistán dan la posibilidad de que una parte de esas fuerzas terroristas (¿O no? puedan dar su brazo y su pericia militar para acudir a empuñar las armas que dará Estados Unidos a los terroristas que combaten al gobierno y al pueblo sirio por voluntad de las potencias occidentales y los dictadores árabes de los golfos Pérsico, de Omán y de Adén.

Estados Unidos mandó a sus tropas a morir por millares a Afganistán, a quedar mutilados por decenas de millares y muchos más alocados tratando de “erradicar el terrorismo talibán”, para 12 años después sentarse sobre una alfombra en Doha, Qatar, a conquistarlos para ir a luchar contra Bashar al Assad, donde las grandes cadenas propaganda informativa los comenzarán a llamar “rebeldes”.

Los hasta ayer terroristas de Afganistán, los responsables de alojar a Osama bin Laden y darle espacio para planear los atentados terroristas al Centro Mundial de Comercio en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, ahora tendremos que digerirlos como “luchadores por la libertad” porque el “terrorista” es el gobierno sirio.

Mientras tanto, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Israel, Arabia Saudita, Egipto… condenan que las milicias libanesas de Hezbolah den auxilio al gobierno legítimo de Siria, ellos dan la cordial bienvenida a los talibanes al conflicto sirio para dividir aun más a los musulmanes y tratar –creo que inútilmente- de derrotar militarmente al Ejército Árabe Sirio.

Es difícil que Charles Sanders Peirce, John Dewey y William James, los padres del pragmatismo, en algún momento pensaran que su escuela filosófica, surgida en el ocaso del siglo 19, llegaría tan lejos y provocaría –en este ámbito- tanto daño al pueblo norteamericano.