Es indudable que la cosa pública y en particular la educación superior ha sido objeto de una conspiración implacable en los últimos 20 años. La Fundación Siglo 21 en el marco del diálogo nacional en 1997 y sus reformas de las empresas e instituciones públicas con la llamada comisión para la reforma de la Empresa Pública- CREP; ha propugnado y sigue propugnando por la liquidación de la cosa pública y su privatización, por supuesto, en estos planes neoliberales trasnochados y rancios, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) estuvo y está en primera línea de ser atacada y diezmada en su razón y naturaleza público-estatal.

El  asesinado, exrector de la UASD, Mateo Aquino Febrillet, quien defendió  con mejores argumentos el derecho constitucional de la UASD a ser financiada por el Estado,  que  rector alguno,  decía, posición ésta reseñada por los medios en el 2012: “… que en los últimos 10 años la UASD ha pasado de recibir el 95.5 % del presupuesto de educación superior, como sucedía  en el 2002, al 53.7%, que es lo que le entregan  en el 2011;  mientras que la MESCyT, que manejaba  el 4.5 % en el 2002, en la actualidad disfruta del 46.3 % de esos recursos, cierro la cita ”.

El cuadro presupuestario irracional, analizado por el extinto rector, es más que revelador con relación al proceso de desfinanciación que impulsa el gobierno contra la Universidad Estatal. Veamos ahora que pasa del 2011 al 2018, talvez, ésta, sea la etapa más cruda en la que a trato gubernamental de que ha sido objeto   la UASD en su derecho constitucional se refiere, decimos que la más cruda, gracias al regalo de la corrupción de Odebrecht que marcó la salida de Juan Temístocles Montás del Ministerio Economía, Planificación y Desarrollo y la llegada del principal enemigo de la UASD, Isidoro Santana padre de la desfinanciación de la universidad  y privatización de la institución pública,  jefe de la Fundación Siglo 21.

En otras palabras, el ente regulador de la Educación Superior(MECyT) recibe hoy de distintas formas: oblicua o directa, casi el mismo presupuesto de la UASD,  financiamiento que orienta el ministerio de forma  inconstitucional al sector  privado en desmedro de  la Universidad Estatal; institución ésta última,  que tiene, por demás,  la responsabilidad de desarrollar y garantizar el servicio del Subsistema Público de Educación Superior con 2 Recintos, 14 Centros ,  3 Subcentros, 2 instalaciones de Aulas: una en Santo Domingo Este y otra en Cotuí que la hace presente en 21 provincias del territorio nacional; con una población de más de 180 mil estudiantes, 3,300.00 docentes y más de 5 mil servidores administrativos. Necesidades a la que debe responder en el 2019 con un presumible pírrico y ridículo presupuesto de cerca de 8 mil millones de pesos.

Mientras la tormenta de la desfinanciación del Estado se cierne sobre la cabeza de la UASD, internamente nos gastamos en chismes y pugnas de grupos que diluyen el proyecto común que es preservar, fortalecer y desarrollar el gran proyecto que nos es común: una UASD abierta, Estatal, democrática y académicamente pertinente.  Algo nuevo debe nacer en la UASD sin renunciar a su naturaleza. Esta gestión 2018-2022 de la Rectora Emma Polanco, tiene el compromiso y la obligación de liderar el proceso de cabio que ha de venir.

Por lo que, la responsabilidad del cambio en la UASD nos incumbe a todos. Debemos empezar por nosotros mismos, aprendiendo a no cerrar preventivamente nuestras mentes a lo nuevo, a lo sorprendente, a lo aparentemente radical. Esto significa luchar contra los asesinos de ideas que se precipitan a matar cualquier nueva iniciativa sobre la base de su inviabilidad, al tiempo que defienden como viable todo lo que ahora existe, por absurdo o estéril que resulte ser.